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Una nueva relación transatlántica basada en valores comunes para impulsar la economía digital

La UE y EEUU necesitan construir una economía digital transatlántica común, basada en una colaboración estrecha en gobernanza digital y regulación.

Pablo Barrionuevo

Decía Víctor Hugo que “Incluso la noche más oscura terminará con la salida del sol”. Es en ese preciso momento, cuando empieza a salir el sol, cuando debemos imaginar cómo será la realidad posterior a la pandemia y cuál es la mejor manera de reconstruir mejor. En este contexto de optimismo, la ERT (European Round Table for Industry) lanzó su documento estrella sobre comercio: «Making Open Strategic Autonomy work – European Trade in a Geopolitical World«. Los líderes industriales europeos han lanzado esta nueva publicación que aborda la política comercial como una receta fundamental para la recuperación. Entre los ingredientes principales destacan: reconstruir la confianza en las cadenas de valor globales o fortalecer la relación transatlántica aparecen como raíces de esta nueva economía basada en la transición gemela que sale a la luz. En este proceso, la digitalización se convierte en algo primordial.

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El informe destaca los vínculos entre la política comercial y algunas de las cuestiones geopolíticas más interesantes de nuestro tiempo, proporcionando recomendaciones relevantes que podrían orientar el debate actual.  Al mismo tiempo, incluye un análisis útil para la nueva estrategia de política exterior de Europa basada en el concepto de autonomía estratégica abierta, concluyendo que la UE debería fomentar las dependencias mutuas entre los socios comerciales.

 

Reforzar las cadenas de valor mundiales 

Cuando los efectos de la pandemia se extendieron por todo el mundo, los pilares de la economía globalizada temblaron. La resistencia de las cadenas de suministro se puso en peligro y el proteccionismo entró en escena. La ERT recoge la lección y establece cómo las cadenas de valor mundiales (CVM) pueden ser más resistentes, fiables y de confianza.

«Invertir en innovación y en infraestructuras digitales y sostenibles permitirá a las industrias europeas ser competitivas a nivel mundial. Las relaciones comerciales abiertas estimulan la adopción de nuevas tecnologías y abren nuevos mercados a nivel mundial para los productos y servicios europeos”, Jacob Wallenberg (Presidente de la Comisión de Comercio y Acceso al Mercado del ERT).

 

Una política comercial que apoye el comercio de servicios y el comercio digital puede reforzar la resistencia de las CVM al mejorar tanto los procesos de producción como la logística. En este sentido, la construcción de la resistencia de las CVM debe incluir el apoyo y el fortalecimiento de los servicios críticos. Las CVM dependen del buen funcionamiento de esos servicios -desde la conectividad a Internet y las telecomunicaciones hasta la logística y la gestión de la cadena de suministro- para facilitar el comercio de bienes. Para ello, los responsables políticos deben tener en cuenta el papel que desempeñan las redes de telecomunicaciones, la infraestructura digital y los servicios en el funcionamiento de las cadenas de suministro. En el caso de la UE, para garantizar la interoperabilidad de las cadenas de suministro resulta evidente la necesidad de una mayor integración para avanzar en la construcción del mercado único.

Esto es especialmente urgente en sectores como el energético y el digital. De hecho, debería hacerse hincapié en el uso de toda la gama de herramientas políticas, incluida la política industrial, para crear nuevas capacidades e impulsar la innovación en industrias, como el sector digital. Al tiempo que se evita una conducta proteccionista, la política comercial debería impulsar un entorno favorable a la innovación garantizando la igualdad de condiciones, abordando la competencia desleal y protegiendo los derechos de propiedad intelectual.

 

Crear una economía digital transatlántica

La Unión Europea y Estados Unidos deben trabajar juntos para construir una economía digital transatlántica común, empezando por una cooperación más estrecha en materia de gobernanza digital, regulación y establecimiento de normas. Para ello, el nuevo Consejo de Comercio y Tecnología (TTC) ofrece un marco estable para reforzar la colaboración bilateral.

El TTC y sus grupos de trabajo deben tener como objetivo facilitar el comercio y la responsabilidad de las plataformas en línea y otras grandes empresas tecnológicas, y fomentar la cooperación entre la Unión Europea y los Estados Unidos para mejorar tecnologías críticas como la Inteligencia Artificial, 5G/6G, la computación de borde (Edge computing), el blockchain, etc. Sin una colaboración más estrecha, existe el riesgo de una mayor fragmentación normativa, que impondría cargas innecesarias a las empresas. Las cuotas de mercado combinadas de la Unión Europea y los Estados Unidos y su influencia combinada les permiten establecer normas a nivel internacional en muchos sectores sobre la base de la transparencia y los valores compartidos.

Otro ámbito en el que los intereses están ampliamente alineados es el relativo a un posible acuerdo multilateral para liberalizar el comercio digital. La nueva Administración de Estados Unidos podría contribuir a impulsar la liberalización del comercio digital tanto a través de la Organización Mundial del Comercio (OMC) como de acuerdos bilaterales, incluyendo disposiciones sobre los flujos de datos y la protección de los consumidores, mediante un acuerdo ampliado sobre tecnologías de la información. Por parte europea, la revisión comercial de la Comisión pide que la UE desempeñe un papel central en el establecimiento de normas para el comercio electrónico, impulsando un acuerdo ambicioso y completo de la OMC sobre el mercado digital.

A pesar de los puntos de vista comunes, hay divergencias significativas en temas como la competencia, la regulación de los contenidos y la gobernanza de la IA y los datos que deben resolverse. Tanto los responsables políticos de la UE como de Estados Unidos están cada vez más preocupados por el dominio de las grandes empresas tecnológicas en los mercados, pero cada bloque económico tiene una visión particular sobre cómo abordar esta situación. Mientras que en EEUU las autoridades de competencia dan prioridad a la aplicación de la normativa antimonopolio a posteriori, caso por caso, en la UE los responsables políticos han pasado a proponer normas ex ante más prescriptivas para los guardianes del mercado a través de la propuesta de reglamento DMA.

La UE y los Estados Unidos no deberían evitar abordar estas cuestiones controvertidas. Este esfuerzo debe equilibrarse con la colaboración en la innovación y en el apoyo a las nuevas tecnologías críticas y emergentes. El concepto europeo de autonomía estratégica abierta debe definirse y aplicarse con suficiente flexibilidad. Es hora de ganar impulso para reducir las barreras al comercio digital. La colaboración en estos ámbitos no solo permitiría a la UE y a EEUU reducir las fricciones normativas, sino también influir en la regulación en otros lugares.

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