Andrés Ortega
Investigador senior asociado del Real Instituto Elcano | @andresortegak
Net-Zero (cero neto) para 2050 es la propuesta del Acuerdo de París sobre Cambio Climático de 2015 que deberá consolidarse en la Cumbre de Glasgow del próximo noviembre. El objetivo es que las emisiones de Gases Efecto Invernadero (GEI) que se produzcan a partir de entonces no sean nulas, sino que sean eliminadas en sumideros naturales o artificiales, y el resultado neto sea cero. Net-Zero tiene sentido física y económicamente, pero es ambiguo ya que el alcance de los recortes de emisiones es indefinido y peca de un tecno-optimismo excesivo. En este punto, todas las ingenierías, incluidas las digitales, deben ser honestas. El reciente informe de la Agencia Internacional de la Energía, posiblemente el más trascendente de los publicados hasta ahora, insiste en que la transición a una economía Net-Zero requiere una transformación urgente en todos los sectores, incluida la aparición de nuevos servicios y en varios casos la construcción de nuevas infraestructuras o la actualización de las existentes. Si el Net-Zero se alcanzara a nivel mundial, la concentración de GEI en la atmósfera se estabilizaría y el calentamiento se detendría.
Ante la dificultad de monitorizar y controlar el camino hacia 2050, los gobernantes (algunos, incluso adelantando cinco años el Net-Zero) han definido una especie de metas volantes para 2030. La UE, una reducción del 55%; Alemania del 65%; España del 23%, por ahora, según en la voluntariosa Ley del Clima, etc.
La digitalización, incluyendo en ella la Inteligencia Artificial, es una herramienta muy útil para lograr estos fines, desde la planificación hasta la operación, y en diferentes escalas, desde el nivel local al del sistema. Facilitará una transición que implica recolectar datos de calidad datos sobre emisiones y uso de energía y utilizarlos para crear soluciones innovadoras que aprovechen al máximo la tecnología digital al servicio de toda la sociedad. Pero, como planteamos junto a Gregorio Martín-Quetglas en nuestro informe para el Real Instituto Elcano “Digitalización con descarbonización”, la primera tiene otra cara como gran consumidora de electricidad. Dependiendo de dónde provenga esa energía, de fuentes limpias o emisoras de GEI, irá contribuyendo más o menos a ese Net-Zero. Aunque las estadísticas barajan datos inconexos y de difícil comparación, se calcula, por ejemplo, que en 2018-2020 el sector digital ha consumido un 3% de la energía primaria global, 7% de la eléctrica y generado 5% de las emisiones globales de CO2.
En este avance hacia un Net-Zero de la digitalización, las empresas llevan unos años de delantera a los Gobiernos u organizaciones internacionales. Por ejemplo, Telefónica ha reducido sus emisiones un 61% en los últimos cinco años y se ha comprometido a alcanzar emisiones netas cero en 2025 en sus principales mercados. Los tres elementos de las TIC (Tecnologías de la Información y la Comunicación) tienen sus respectivas dinámicas:
- Los Centros de Proceso de Datos (CPD) que forman la llamada “nube” o “cloud”, (nombre de éxito que poco tiene que ver con la realidad) están invirtiendo en mantener sus cifras de consumo eléctrico controlable gracias a nodos instalados en zonas de refrigeración más fácil (una circunstancia que en nada beneficia a los países del Sur de Europa) y cerca de centrales limpias.
- Por su parte, las redes de comunicación se han beneficiado de las mejoras en consumo eléctrico y eficacia de 3G, 4G y 5G aunque la instalación de estas últimas ha llevado a una discusión no resuelta, especialmente en Francia. Actualmente, el conjunto de redes tiene un gasto energético del mismo orden y sus respectivas huellas de carbono estimadas indican que se dan mas en su utilización que en el proceso de fabricación y achatarramiento.
- Esta proporción se invierte cuando analizamos la fauna de dispositivos de usuario (privado, profesional o industrial) ya que su fabricación, aunque alejada de Europa, demanda energía y materiales contaminantes. Se estima que el conjunto de estos dispositivos, en esta materia de emisiones de GEI, equivale a la suma de los otros dos sectores TIC.
Ante esta realidad, hay que reconciliar digitalización y Net-Zero, separación del que mucho ciudadano no es consciente. Es una reconciliación que es parte de la ética que debe acompañar el proceso de digitalización, que, además de ser «centrado en el ser humano» (human-centered), o «humanista», también debe estar «centrado en el medio ambiente» (eco-centered). A este respecto, el estudio alemán más reciente de la asociación Bitkom, con la experiencia de su ley climática de 2019, concluye que el potencial de ahorro de emisiones es seis veces mayor que la actual huella de carbono de las TIC. Este resultado es la suma de los efectos en distintos sectores, como: energía (redes de transmisión inteligentes con información en tiempo real de generadores y usuarios); agropecuario (gestión del suelo, control de fertilizantes, alimentación y comportamiento animal controlado); fabricación Industrial (sensorización masiva para la Industria 4.0 con simulación en tiempo real los distintos niveles: componente, máquina, factoría), movilidad (apoyo a la movilidad eléctrica, logística e integración de medios), sanidad (e-medicina, nuevas historia clínicas, sistemas de salud integrados), edificios (control de aparatos, calefacción, seguridad, refrigeración); y trabajo y negocios (teletrabajo, seguridad comercial).
Hay que desarrollar unas reglas estrictas para que todas las aplicaciones digitales se desarrollen evitando determinados excesos que estamos viviendo en campos como las criptomonedas. También será extensible a determinas aplicaciones del aprendizaje automático y en algunos proyectos relacionados con el internet de las cosas y las ciudades inteligentes. Por ello, sería necesaria y útil una evaluación objetiva e independiente periódica de las políticas público-privadas -pues así han de serlo- en este ámbito que recabara sus costes y sus resultados ambientales. Proponemos la elaboración de un barómetro medioambiental para promover las mejores prácticas de todo el ecosistema digital a escala nacional y europea. En cualquier caso, esta reconciliación no solo es una cuestión de responsabilidad de las empresas y los gobiernos, sino también de los ciudadanos en su uso y consumo de tecnología digital. Lograr una digitalización con Net-Zero es cosa de todos y de cada uno.