Es muy probable que en los próximos años escuches hablar bastante de la tecnología de Edge Computing. Y es que ya estamos inmersos en una sociedad en la que hay millones de dispositivos en todo el mundo interconectados en todo el mundo Este flujo de la información debe realizarse de la manera más eficiente y rápida posible, minimizando la latencia o retardo entre que se ordena un comando y se ejecuta. Ahora bien, ¿qué es la tecnología de Edge Computing y cómo se relaciona esta con la conectividad 5G? Veámoslo en detalle.
Vayamos al grano: ¿qué es el Edge Computing?
En la actualidad, el Internet de las cosas (IoT) lo abarca todo. Desde lo más prosaico, como es el poder disfrutar de una película a la carta con la máxima calidad posible, hasta lo más sofisticado, como es el poder operar a un paciente sin que el médico esté presente. Esta conectividad debe realizarse de la manera más rápida y eficiente posible. Si bien en el primer caso los efectos negativos de la latencia no suponen ningún peligro, en una cirugía a distancia se necesita una precisión milimétrica.
La llegada del 5G ha reducido significativamente la latencia en la interconectividad de los dispositivos, pero esta red por sí sola no es suficiente para cubrir las necesidades actuales. Aquí es donde entra el juego la tecnología de Edge Computing: llevar el procesamiento de los datos más cerca de donde estos se generan.
Edge Computing vs. Cloud Computing
Antes de entrar en materia, es necesario entender qué es la computación en la nube. Los millones de dispositivos que existen en la actualidad generan una gran cantidad de datos que son analizados a través de la nube. Es decir, la información ‘viaja’ desde, por ejemplo, nuestro ordenador a un servidor externo, situado en un centro de datos que puede estar a miles de kilómetros.
Para simplificarlo con un ejemplo práctico: te conectas a internet desde tu móvil y entras en una página web determinada. Para poder entrar a la página, se envía una petición a tu operador de telefonía, que la remite al servidor de destino. Dicho servidor procesa los datos y responde, haciendo el camino de vuelta para que puedas entrar en la página web sin problemas. Además, la ‘nube’ no solo sirve para procesar los datos, sino que también se utiliza para almacenarlos, así como para ejecutar aplicaciones y servicios. Todo este proceso se ve afectado por tecnologías innovadoras como el blockchain, la inteligencia artificial. Según informaba Microsoft en una nota de prensa, la consultora IDC prevé que para 2025 habrá más de 41.600 millones de dispositivos IoT conectados. Esto se traduce en una masiva cantidad de datos que consumen mucho ancho de banda.
Edge Computing: aplicaciones prácticas
El Edge Computing pretende acercar el procesado de los datos lo más cerca posible de los dispositivos que los generan. De este modo, además de liberar ancho de banda, se reduce al mínimo la latencia de respuesta entre el dispositivo y el servidor. Esta respuesta debe ser lo más rápida posible en determinados escenarios, como ocurre con los coches automáticos o la robótica sanitaria e industrial.
En el caso de los coches conectados el Edge Computing se revela como una tecnología imprescindible. Cada vez más, los automóviles dispondrán de cámaras y sensores que monitorizarán el tráfico y el entorno visual del conductor en tiempo real. Gracias a este análisis del entorno, el conductor podrá recibir información del tráfico en directo, anticiparse a incidentes diversos.
En este sentido, se estima que un coche autónomo puede llegar a generar más de 300 TB de información al año. Que toda esta información vaya a un servidor distanciado de donde se originan es ineficiente. Es necesario que la operación se complete lo más cerca posible de, en este caso, el vehículo autónomo. Y es que la latencia en cuestión de seguridad vial es evidente: cualquier incidente ha de ser avisado en tiempo real, de manera instantánea e inmediata.
Esta es, sin duda, la gran ventaja del Edge Computing. Esta tecnología provoca que el procesamiento de los datos se haga más cerca del usuario que realiza la petición (no tiene que viajar, por ejemplo, de España a un servidor localizado en San Francisco), siendo más eficiente y más rápido todo el procedimiento.
El Edge Computing también puede ser de gran ayuda en modelos de aprendizaje automático para el control de calidad de los productos de una empresa. En el caso de la nube, la información recogida por los sensores de la cadena de montaje, que determinan si un producto cumple los estándares de calidad, debe viajar hasta el servidor para ser analizada y posteriormente devuelta. Al llevar esta operación al borde mismo de donde se originan, los sensores son más eficientes: solo tendrían que enviar los datos de un producto cuando esté presente sospechas de que no está bien producido.
En conclusión, el Edge Computing es una tecnología que está siendo impulsada por la llegada del 5G, una tecnología con múltiples aplicaciones (control de calidad, seguridad del tráfico, videojuegos y realidad virtual en áreas sanitarias) que necesita de inversión en infraestructuras de red y herramientas de análisis de datos.