La revolución tecnológica y digital iniciada en la segunda mitad del siglo pasado ha dado un vuelco a todos los sectores, entre ellos el económico, donde las nuevas herramientas tecnológicas están muy presentes en las actividades comerciales, tanto de las grandes y pequeñas empresas como de las finanzas personales, lo que ha provocado el nacimiento de la economía digital.
Un poco de historia
La terminología economía digital se empezó a acuñar a finales del siglo pasado, una vez que en la última década se comenzó a apreciar el impacto que tenía Internet en la economía.
De hecho, a mediados de los noventa, el experto en finanzas Don Tapscott acuñó el término Economía Digital, en su libro «The Digital Economy: Promise and Peril in the Age of Networked Intelligence«, en el que ya señalaba cómo la aparición de Internet y la digitalización de la información podrían cambiar la forma de hacer negocios en el futuro.
Posteriormente, Nicholas Negroponte, fundador del Media Lab en el Massachusetts Institute of Technology (MIT), describió la economía digital como la transformación de las actividades económicas en las que el activo sobre el que se realizan las transacciones son los bits en lugar de los átomos.
Esos fueron unos primeros retazos de la relación entre la carrera imparable de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) y la economía y las finanzas, que han supuesto una revolución, un gran impacto en lo que hasta ahora conocíamos como economía tradicional.
Una nueva era
Y es que todo cambia, al son de una tecnología en constante evolución. Nos referimos a cómo los sistemas de banda ancha y fibra óptica, los dispositivos inalámbricos y móviles, los algoritmos de inteligencia artificial, etc., se han convertido en el nuevo estímulo del crecimiento económico.
Fruto de todo ello, es cómo la industria crea nuevos productos y servicios o transforma los existentes, por medio de la tecnología. De ahí surge la banca digital, el comercio electrónico, la educación virtual, las aplicaciones móviles, las plataformas colaborativas…
La economía digital en España
La pandemia del Covid-19 ha sido fundamental en el crecimiento en estos últimos años de la economía digital tanto a nivel mundial como español, debido a la aceleración que se ha producido en la digitalización de las empresas y de todo nuestro entorno.
Un ejemplo de ello, es que en 2020, la economía digital alcanzó el 22% del PIB, tres puntos porcentuales por encima del año 2019, que estaba en el 18,7%, según datos del segundo informe Economía Digital en España, elaborado por la Asociación Española de la Economía Digital (Adigital) y Boston Consulting Group.
En dicho trabajo se justifica este fuerte incremento por los efectos de la pandemia en la sociedad, debido a las restricciones que supusieron el confinamiento o las restricciones que “provocaron en 2020 una profunda transformación de los hábitos de los ciudadanos a nivel global, impulsando la digitalización en la forma de trabajar y de consumir”. A todo ello, hay que unir que ese año, hubo una caída del PIB del 10,8%.
En 2020, el impacto directo de la economía digital en el PIB fue del 10,9%, casi dos puntos por encima del de 2019, lo que supone una nueva aceleración de la digitalización, que acentúa una tendencia ya observada el año pasado: si entre 2013 y 2019 el crecimiento medio del impacto directo fue de 0,8 puntos porcentuales al año, en 2019 se duplicó, alcanzando 1,6 puntos, y en 2020 fue de 1,9.
En el estudio Economía Digital en España también se hace referencia a que los informes y encuestas más recientes apuntan a que al menos parte de los hábitos adquiridos
durante la pandemia se va a mantener, generando un impacto estructural en el nivel de digitalización de la economía.
Sector financiero
Sin duda el sector financiero es el mejor ejemplo para hablar de la economía digital y para ilustrar su crecimiento en estos últimos años. Partiendo de que la contribución de este sector al PIB nacional se ha mantenido constante durante los años 2019 y 2020, hay que destacar que el impacto directo de la digitalización se incrementó de 9.000 millones de euros en 2019 a 12.100 en 2020.
Estas cifras suponen que se ha producido un incremento de la digitalización de seis puntos porcentuales (de un 24,3% a un 30,6%), una tendencia, se añade en el informe que se espera que “al menos parte del crecimiento se mantenga y que el sector
financiero sea cada vez más digital”.
Todo ello, es posible gracias a tres factores como son los clientes digitales, las ventajas digitales y los medios de pago digitales.
- Clientes digitales: el número de clientes que elige los canales digitales para relacionarse con su banco es cada vez mayor, y ya supera el 50%.
- Ventajas digitales: estas ventajas experimentaron un gran crecimiento durante el año 2020 en todos los grandes bancos. Como ejemplo y según datos de las propias entidades, el Santander creció ocho puntos porcentuales en ventas digitales, mientras que el BBVA se incrementaron 20 puntos y alcanzaron el 65% de las ventas totales en el mismo año.
- Medios de pago digitales: El pago digital ya es el más utilizado con la llegada de la pandemia. De hecho, en el año 2020 la tarjeta de débito superó por primera vez al efectivo como medio de pago más habitual.
Si en 2019 el 53% de los ciudadanos afirmaba utilizar efectivo como principal medio de pago y solo el 41% se decantaba por la tarjeta de débito, en 2020 estas cifras se invirtieron, con un 54% de los ciudadanos que optaba por la tarjeta de débito, frente a un 36% que prefería el uso de efectivo (datos de la Encuesta Nacional del Efectivo realizada por el Banco de España.
Menos sucursales y más tarjetas
Ejemplo de esta nueva filosofía de la economía, la tenemos en las tarjetas de crédito, físicas o ya sólo digitales, un medio de pago que en el año 2002 suponía 991.564 operaciones de compra en terminales punto de venta.
Una cifra que ya en el 2010 ascendía a 2.149.184, en 2020 se duplicó hasta los 4.735.994 operaciones, y sólo un año después -en plena pandemia- se incrementó un 28,8 % hasta los 6.101.341., según datos del Banco de España.
Se trata de una tendencia que no deja de crecer, como se muestra que en el primer trimestre de 2022 se realizaron 1.611.091 operaciones, en el mismo periodo del ejercicio anterior, lo que supone otro aumento del 27,8 %.
También hay que destacar la continua reducción de las sucursales bancarias. Un hecho que comenzó a multiplicarse con la crisis económica de 2008, que siguió con la concentración bancaria y que la digitalización ha mantenido en una tendencia bajista, que se resume, según datos del Banco de España, en que en los últimos 10 años han cerrado en España prácticamente 21.000 oficinas, de las 40.103 que había en diciembre de 2011 a las 19.104 de final de 2021.
El cierre de oficinas ha hecho que cada sucursal atienda a una población creciente: en 1981, con 10 millones de habitantes menos que ahora, 27.698 oficinas bancarias atendían a una media de 1.363 personas cada una, mientras que en 2021, 19.104 daban servicio a una media de 2.477 clientes, un 81,70 % más.
En el último informe anual de la Asociación Española de Banca (AEB), se señala que la crisis inmobiliaria de 2008 supuso «un punto de inflexión», en el que se habla de una «gigantesca transformación» que está todavía hoy «lejos de haber concluido».
El ahora expresidente de la AEB José María Roldán incidía en la última memoria anual de la entidad en que el sector está «prácticamente irreconocible» después de estos 15 años, con la creciente digitalización como uno de los factores clave para entender esta transición.
La economía digital española en 2030
El auge de la economía digital en España tiene todos los argumentos para continuar su crecimiento en los próximos años tal y como ha ocurrido en los últimos años.
En el informe La Economía Digital en España se augura que podría alcanzar el 40% del PIB en los próximos años, en 2030, lo que consideran que significa “construir una sociedad más próspera y con mayores oportunidades y garantizar, al mismo tiempo, un modelo productivo competitivo y resiliente capaz de adaptarse al ritmo constante de la innovación”.
No obstante, para llegar a esas cifras también señalan a dos factores determinantes, como son la digitalización de la pequeña y mediana empresa que debe asentarse sobre un cambio cultural definitivo e inspirado en la capacidad de innovar, y en el impulso del talento digital, tanto en la generación de nuevos modelos educativos para las generaciones más jóvenes, como en el de programas dentro del ámbito de las empresas (upskilling y reskilling) como para todo tipo de trabajadores.
A estos impulsos se unen los fondos Next Generation de la UE que suponen una inyección de 140.000 millones de euros a la economía española. Esta aportación constituye, según la Asociación Española de la Economía Digital, “una oportunidad sin precedentes” para abordar las transformaciones antes mencionadas.