USB-C universal augura consenso tecnológico en la Unión Europea

La nueva regulación podría obligar a los fabricantes a observar una serie de reglas, de manera que se minimicen las vulnerabilidades del software y se mantengan al día las actualizaciones de seguridad, garantizando la eliminación de datos personales y otros datos cuando concluya la vida útil de los dispositivos.

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El pasado 7 de junio las instituciones comunitarias llegaron por fin a un pacto para establecer un único cargador universal de tipo USB-C para su uso en teléfonos móviles, tabletas, libros electrónicos, cámaras digitales, videoconsolas y auriculares, a partir de otoño de 2024.  

Asimismo, dentro de su estrategia de ciberseguridad, la Unión Europea prepara también para el tercer trimestre de 2022 la Ley de Ciberresiliencia orientada a introducir un estándar común para su aplicación a los dispositivos conectados. 

Son actuaciones encaminadas, junto con la Ley Europea de Chips y otras iniciativas que se detallan más adelante, a recorrer un camino conjunto para los muchos retos tecnológicos que hay en el horizonte, ya activados con los fondos estructurales #NextGen y el objetivo de no depender de las grandes potencias en este ámbito como Estados Unidos y el sureste asiático (China, Japón, Taiwán o Corea del Sur). 

Reducir «al máximo» la basura electrónica

La propuesta permitirá a los consumidores de la Unión Europea comprar nuevos dispositivos electrónicos sin tener que adquirir un cargador adicional y evitar así acumular 11.000 toneladas al año de residuos electrónicos, según las estimaciones de la institución continental. 

Este acuerdo es una vieja aspiración de la Comisión Europea que en 2009 ya logró un consenso con los principales fabricantes de dispositivos móviles y se pudo reducir de 30 a tres los cargadores existentes: el USB 2.0 Micro B, el USB-C y el Lightning, éste exclusivo de Apple

El principal escollo para alcanzar este acuerdo han sido, precisamente, las reticencias de la multinacional estadounidense para no incluir su dispositivo Lightning, pero Apple tendrá que adaptarse en dos años para mantener su posición en el mercado europeo. 

Esta decisión histórica es el fruto de las negociaciones trilaterales de la Comisión Europea, el Parlamento y el Consejo. La medida aún debe recibir la aprobación final antes de entrar en vigor, pero el proceso se considera un mero trámite. 

El cargador único no será compatible con ordenadores portátiles, relojes inteligentes o los dispositivos que miden la actividad física, por razones técnicas como su tamaño. 

También lo celebró en un comunicado el Parlamento Europeo porque allana el camino para que no solo sea el USB-C obligatorio para los fabricantes en el espacio de los 27 países de la Unión Europea sino que se armonice para otros componentes tecnológicos y así facilitar el consumo y reducir al máximo la “basura electrónica”. 

Entre los impulsores más activos de este logro figuran el comisario europeo de Mercado Interior, el francés Thierry Breton: “Se ha impuesto el interés general de la UE” y el eurodiputado socialdemócrata Alex Agius Saliba, ponente maltés de la Eurocámara en la negociación con el Consejo: “Los consumidores europeos han estado frustrados durante mucho tiempo. Hemos conseguido que el cargador común sea una realidad en Europa”. 

Asimismo, la  vicepresidenta de la Comisión Europea, la danesa Margrethe Vestager, recalcó que “la legislación tiene como objetivo reducir los residuos electrónicos y eliminar el desorden de cables”.

11 proyectos para fabricar chips en Europa

Este impulso tecnológico se plasma con hasta once proyectos sobre fabricación de microchips para la industria que evalúa la Unión Europea en el marco de los programas relacionados con la microelectrónica. 

Así lo adelantó en Tele 5 la ministra de Industria, Comercio y Turismo, Reyes Maroto, y lo calificó como «un gran desafío que supone tener capacidades industriales para producir microchips y semiconductores». 

El más ambicioso en España tendrá como sede la localidad cacereña de Navalmoral de La Mata, liderado por la española Acciona y el grupo asiático Envisión, en un consorcio de un total de doce empresas para la fabricación de baterías y minería de litio. Este proyecto denominado Venergy+ se convertiría en la segunda gigafactoría más grande del mundo.  

“Venergy+ no es sólo un proyecto de fabricación de baterías. Su objetivo es generar un ecosistema integrado para impulsar la movilidad eléctrica. Entre sus socios, además de la compañía asiática, que tiene diez fábricas de baterías en Japón, Estados Unidos, Reino Unido, China y Francia, destaca el papel de Acciona, responsable de la planta fotovoltaica que se construirá junto a la gigafactoría para suministrar energía limpia”, anunció el propio Ministerio de Industria

El consorcio invertirá mil millones de euros y creará 3.000 empleos a partir de 2025, revelaba el comunicado. 

Además de impulsar la descarbonización, este proyecto contribuye a la renovación industrial del sector del automóvil en España, segundo productor de vehículos de Europa. También fomenta la colaboración en I+D en todo el ciclo de vida de la batería, desde el almacenamiento hasta la reutilización, con carga inteligente y reciclaje en bucle cerrado. 

El presidente del grupo Envisión en España, José Domínguez Abascal, destacaba: “Estamos conectando grandes empresas tradicionales con pymes y emergentes, cada una de las cuales realiza una contribución única a la descarbonización, el crecimiento y la renovación de España y genera miles de empleos verdes de alto valor para el futuro”.

Ley Europea de Chips

Otro paso importante encaminado a que la UE sea protagonista y, sobre todo, autosuficiente en este mercado es la Ley Europea de Chips, que  “reafirma la competitividad y la resiliencia de Europa en las tecnologías y aplicaciones de semiconductores, y contribuirá a lograr la doble transición digital y ecológica. Para ello, reforzará el liderazgo tecnológico de Europa en este ámbito”. 

“Los chips son activos estratégicos para cadenas de valor industriales fundamentales. Con la transformación digital están surgiendo nuevos mercados para la industria de los chips, tales como los automóviles altamente automatizados, la nube, la internet de las cosas, la conectividad, el espacio, la defensa y los superordenadores”, resalta la Comisión Europea. 

Los datos son reveladores: En 2020 se fabricaron en todo el mundo un billón de microchips, pero la cuota de mercado de la Unión Europea fue sólo del 10 por ciento. El propósito es doblarlo hasta el 20 %. 

Para revertir esta situación la Unión Europea movilizará más de 43.000 millones de euros de inversiones públicas y privadas y establecerá medidas para estar preparada y anticiparse y responder rápidamente a cualquier futura interrupción de la cadena de suministro. 

En unos tiempos tan convulsos y devastadores como la pandemia y la invasión rusa en Ucrania, la Unión Europea no está dispuesta a perder la carrera tecnológica aunque es consciente de que no será nada sencillo revertir la desventaja con sus competidores. 

Un nuevo orden global en el que la tecnología y la digitalización están siendo decisivas, tal como quedó patente en el foro TELOS2021 que acogió la Fundación Telefónica. 

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