Unidos por la inclusión: Reforma Constitucional y el fin de los mitos

Aprovechando la reciente aprobación de la reforma del artículo 49 de la Constitución, que marca un avance hacia una sociedad más inclusiva, presento este artículo para desmitificar algunos grandes mitos sobre las personas con discapacidad intelectual. Esta reforma, entre otras cosas, elimina el término "disminuidos" de la Carta Magna, reemplazándolo por la expresión "personas con discapacidad". Representa un hito histórico y un nuevo marco protector que dignifica a la sociedad española al reconocer los derechos y contribuciones de las personas con discapacidad. Mi objetivo con este artículo es informar y sensibilizar sobre estos mitos arraigados en la sociedad, basados en la falta de conocimiento y prejuicios, para avanzar hacia una comprensión más empática y una sociedad más inclusiva.

Descubre más sobre la Reforma Constitucional y el fin de los mitos en el ámbito de la discapacidad. Debemos abrir camino a la inclusión.

Gaspar González Jurado-Gutiérrez Seguir

Tiempo de lectura: 13 min

La aprobación definitiva de esta reforma representa un momento histórico y un avance significativo para la sociedad española en su conjunto, especialmente para las personas con discapacidad. Esta enmienda histórica elimina el término «disminuidos» de la Carta Magna, reemplazándolo por la expresión «personas con discapacidad«.

La demanda de modificar el artículo 49 de la Constitución ha sido una constante entre las personas con discapacidad en España. Consideran que es discriminatorio y denigrante que se refieran a ellos como «disminuidos físicos, sensoriales y psíquicos». Si bien esta redacción se estableció en 1978, hoy, cuatro décadas después, se considera inapropiada e incluso ofensiva.

Las organizaciones y asociaciones que defienden los derechos de las personas con discapacidad han estado solicitando durante casi veinte años la eliminación del término «disminuidos» de la Carta Magna, abogando por una visión más adecuada del colectivo en pleno siglo XXI.

Esta transformación va más allá de la corrección terminológica; establece disposiciones fundamentales para salvaguardar los derechos de las personas con discapacidad. Incluye la responsabilidad de los poderes públicos de implementar políticas que aseguren la plena autonomía e inclusión en entornos universalmente accesibles, con un enfoque especial en mujeres y menores con discapacidad.Representa un hito histórico y un nuevo marco protector que dignifica a la sociedad española al reconocer los derechos y contribuciones de las personas con discapacidad. Esta medida, ampliamente aplaudida, no solo ajusta la denominación, sino que también involucra activamente a organizaciones y personas con discapacidad en la elaboración de políticas y legislación.

Desafiando estigmas: hacia una visión más comprensiva de la discapacidad

Es hora de desentrañar los numerosos mitos que rodean a las personas con discapacidad, en su mayoría impulsados por la falta de conocimiento. Como sociedad, es imperativo que nos acerquemos a este mundo desconocido como punto de partida fundamental para avanzar auténticamente hacia la inclusión.

Los mitos vinculados a la discapacidad intelectual generan percepciones erróneas y estigmatización, teniendo un impacto negativo en la percepción pública y la inclusión de las personas con discapacidad. Es esencial abordar y desmentir estos conceptos equivocados para fomentar una comprensión más precisa y empática. Al desacreditar estos mitos, contribuimos a construir una sociedad más inclusiva que valora y respeta las habilidades únicas de cada individuo. La persistencia de mitos en torno a la discapacidad intelectual alimenta malentendidos y estigmatización, afectando tanto la percepción pública como la integración de quienes viven con esta discapacidad. Desentrañar estos conceptos erróneos es esencial para promover una comprensión más precisa. Es el momento de desaprender lo conocido, para aprender lo desconocido, empezando por desmontar los principales mitos alrededor de las personas con discapacidad.

Desaprender para comprender: derribando mitos sobre la discapacidad

En este artículo queremos poner énfasis en informar y sensibilizar acerca de los mitos y prejuicios arraigados en la sociedad sobre las personas con discapacidad intelectual. Los mitos son concepciones erróneas que se han formado a lo largo del tiempo respecto a las personas con discapacidad intelectual, basadas en prejuicios o falta de conocimiento. Estas ideas afectan y perturban, ya que influyen en las actitudes y prácticas sociales hacia este colectivo. A continuación, presentamos varios mitos junto a sus realidades contrapuestas:

Las personas con discapacidad intelectual son pobrecitos y dignos de lástima

No es correcto. Son individuos completos, con una amplia gama de intereses y características únicas que los hacen quienes son. Al igual que cualquier otra persona, anhelan ser amados, valorados y reconocidos por sus habilidades y talentos, sin ser objeto de discriminación ni prejuicios.

Es esencial comprender que poseen capacidades y potenciales que merecen ser celebrados y respetados, y que su diversidad enriquece la sociedad en la que conviven. Por lo tanto, promover un ambiente de inclusión y aceptación es fundamental para garantizar que puedan desenvolverse plenamente y contribuir de manera significativa al mundo que les rodea.

Las personas con discapacidad intelectual son enfermos

No es correcto. La discapacidad intelectual es una condición que afecta a personas cuyo desarrollo cognitivo se presenta de manera distinta a la norma establecida. Es importante entender que estas personas no están enfermas, ya que la discapacidad intelectual no es una enfermedad que requiera ser curada. Más bien, es una característica inherente a su forma de ser y de relacionarse con el mundo que les rodea.

Por lo tanto, la clave para promover la inclusión y el respeto hacia estas personas radica en comprender y aceptar su diversidad, brindándoles el apoyo y las oportunidades necesarias para que puedan desarrollarse plenamente y participar activamente.

Las personas con discapacidad intelectual son niños eternamente

No es correcto. Las personas con discapacidad intelectual experimentan un proceso continuo de desarrollo físico, emocional y social, similar al de cualquier individuo. Como seres humanos, atraviesan diferentes etapas de la vida, desde la infancia hasta la adultez, cada una con sus propias características y desafíos.

Durante su infancia, estas personas pueden manifestar comportamientos propios de niños, explorando el mundo que les rodea y desarrollando habilidades básicas. A medida que crecen, enfrentan los retos típicos de la adolescencia, como la búsqueda de identidad y la adaptación a cambios físicos y emocionales.

En la etapa adulta, las personas con discapacidad intelectual pueden exhibir conductas propias de jóvenes y adultos, como la independencia en ciertas actividades diarias, la participación en actividades sociales y la búsqueda de autonomía. Es importante reconocer y respetar su proceso de desarrollo, brindándoles el apoyo necesario para que puedan alcanzar su máximo potencial y participar plenamente en la sociedad.

La discapacidad intelectual es un indicador directo de la inteligencia global

No es correcto. La inteligencia no se limita a una medida única, sino que es multifacética y compleja. La discapacidad intelectual, lejos de ser un indicador directo de la inteligencia global, incide específicamente en ciertas habilidades cognitivas. Esta condición no refleja la totalidad de las capacidades intelectuales de una persona.

Es fundamental comprender que la inteligencia abarca diversas dimensiones, y la discapacidad intelectual no define la totalidad del espectro intelectual de un individuo. En lugar de ser uniforme, la inteligencia se manifiesta de manera diversa en diferentes áreas y contextos.

En este sentido, es crucial reconocer que una persona con discapacidad intelectual puede destacar y demostrar habilidades notables en ciertos aspectos, mientras que puede experimentar desafíos en otros. Este enfoque más holístico y comprensivo contribuye a una visión más precisa y respetuosa de la diversidad en la inteligencia humana.

La discapacidad intelectual es inmutable e inalterable

No es correcto. La intervención temprana, apoyos continuos y programas educativos adaptados desempeñan un papel fundamental en el desarrollo de las personas con discapacidad intelectual. Estas estrategias, implementadas desde las etapas iniciales de la vida, ofrecen un camino hacia el crecimiento y la mejora sostenida. A través de una atención especializada y personalizada, se busca potenciar sus habilidades, promover su autonomía y contribuir a su bienestar general.

Este enfoque integral no solo se limita a abordar las necesidades presentes, sino que también busca construir un futuro más prometedor. Es un compromiso continuo que reconoce la diversidad de cada individuo, adaptando las intervenciones según sus fortalezas y áreas de desarrollo. La evolución positiva no solo se refleja en el avance de habilidades específicas, sino también en el impacto directo en la calidad de vida, generando mejoras sustanciales a lo largo del tiempo.

Así, la combinación de intervenciones tempranas, apoyos continuos y programas educativos adaptados se erige como un puente hacia el progreso, fomentando un entorno inclusivo y enriquecedor que permite a las personas con discapacidad intelectual desplegar su máximo potencial.

Las personas con discapacidad intelectual no aprenden

No es correcto. Este mito, al menospreciar las capacidades de aprendizaje de las personas con discapacidad intelectual, pasa por alto la resiliencia, la creatividad y la motivación intrínseca que estas personas pueden aportar al proceso educativo. Si bien es cierto que algunos pueden requerir enfoques pedagógicos adaptados y apoyos específicos, esto no determina ni limita su capacidad de alcanzar metas significativas.

La diversidad en las formas de aprender y el reconocimiento de las fortalezas individuales son fundamentales para construir un entorno educativo verdaderamente inclusivo. Al proporcionar recursos adecuados, tiempo adicional y apoyo emocional, se abre la puerta a oportunidades educativas que permiten a las personas con discapacidad intelectual no solo adquirir habilidades académicas, sino también desarrollar habilidades sociales, emocionales y prácticas esenciales para su participación plena en la sociedad. Desafiar y desmantelar este mito es esencial para promover la equidad y la igualdad en la educación.

Las personas con discapacidad intelectual tienen un gran deseo sexual

No es correcto. Las personas con discapacidad intelectual poseen sus propias preferencias, deseos y aspiraciones en lo que respecta a su sexualidad, al igual que cualquier otra persona. Tienen el derecho fundamental de explorar y expresar su sexualidad de manera segura, consensuada y libre de prejuicios. Es esencial reconocer y respetar su autonomía y capacidad para tomar decisiones sobre su vida sexual y afectiva.

Al igual que el resto de la población, estas personas necesitan acceder a una educación sexual integral y responsable que les proporcione información precisa, relevante y adaptada a sus necesidades individuales. Esta educación debe ser inclusiva y libre de estereotipos, abordando temas como la salud sexual, el consentimiento, la prevención de enfermedades de transmisión sexual y el respeto a la diversidad sexual y de género.

Proporcionar una educación sexual adecuada y accesible contribuye a empoderar a las personas con discapacidad intelectual, permitiéndoles tomar decisiones informadas y ejercer su derecho a una vida sexual plena y satisfactoria. Además, promueve el desarrollo de relaciones saludables y el respeto mutuo en todos los aspectos de su vida personal y social.

Las personas con discapacidad intelectual no pueden vivir solas

No es correcto. Cuando desde una edad temprana se les brinda una educación adecuada y se les proporcionan las herramientas necesarias, las personas con discapacidad intelectual tienen la capacidad de desarrollar habilidades que les permiten llevar una vida independiente, autónoma y productiva. A través de programas educativos inclusivos y de apoyo individualizado, se puede fomentar su autonomía y promover su participación en la sociedad.

Al enseñarles habilidades prácticas, sociales y laborales desde una edad temprana, se les prepara para enfrentar los desafíos cotidianos y tomar decisiones por sí mismos. Esto les permite desarrollar una mayor confianza en sus capacidades y les brinda la oportunidad de contribuir de manera significativa a su comunidad.

Además, al proporcionarles un entorno de apoyo y oportunidades de aprendizaje continuo, se les ayuda a alcanzar sus metas y aspiraciones personales. Esto incluye acceso a programas de formación profesional, servicios de empleo inclusivos y redes de apoyo comunitario que les permitan desarrollar todo su potencial y llevar una vida plena y satisfactoria.

Las personas con discapacidad intelectual no pueden formar familias

No es correcto. Cuando las personas con discapacidad intelectual adquieren y dominan los mecanismos necesarios para la autonomía, tienen la capacidad de construir sus propias familias, establecer relaciones de pareja significativas y, si lo desean, ser padres o madres. Al igual que cualquier individuo, el desarrollo de habilidades de autonomía les brinda la oportunidad de tomar decisiones fundamentales en sus vidas y de asumir responsabilidades tanto en el ámbito personal como en el familiar.

Es importante destacar que, con el apoyo adecuado y el acceso a recursos y servicios de apoyo familiar, las personas con discapacidad intelectual pueden tener relaciones íntimas y duraderas, basadas en el respeto mutuo y el amor compartido. Además, con orientación y asesoramiento adecuados, pueden abordar los desafíos y las responsabilidades que conlleva la crianza de hijos, contribuyendo así al crecimiento y al bienestar de su familia.

La capacidad de formar una familia y de criar hijos representa una parte importante del desarrollo humano y del sentido de realización personal. Por lo tanto, es fundamental promover entornos inclusivos y proporcionar los apoyos necesarios para que las personas con discapacidad intelectual puedan ejercer plenamente su derecho a formar una familia y a vivir una vida plena y satisfactoria.

Las personas con discapacidad intelectual no pueden representarse y hablar por sí mismas

No es correcto. Desde una edad temprana, es fundamental fomentar en las personas con discapacidad intelectual el desarrollo de la autodeterminación, capacitándolas para ejercer control sobre sus propias vidas y hacer valer sus opiniones y preferencias. Esto implica brindarles oportunidades para tomar decisiones, expresar sus deseos y participar activamente en la toma de decisiones que afectan su vida cotidiana.

Al promover la autodeterminación desde la infancia, se les proporciona una base sólida para desarrollar sus habilidades y defensa de sus derechos en la edad adulta. Esto incluye enseñarles a comunicar sus necesidades y deseos de manera efectiva, a tomar decisiones informadas y a desarrollar estrategias para enfrentar los desafíos que puedan surgir en su camino.

Además, al apoyar la autodeterminación, se fomenta el desarrollo de la autoestima y la confianza en sí mismos, lo que les permite enfrentar la vida con mayor seguridad y autonomía. Esto les brinda la oportunidad de participar de manera más plena en la sociedad y de alcanzar su máximo potencial en todos los aspectos de su vida.

Las personas con discapacidad intelectual necesitan supervisión toda su vida

No es correcto. Mediante un proceso de aprendizaje continuo a lo largo de toda su vida, las personas con discapacidad intelectual pueden alcanzar una autonomía plena y llevar una vida independiente, sin necesidad de depender de un enfoque paternalista o asistencialista. Es fundamental proporcionarles oportunidades de desarrollo personal y profesional que les permitan desplegar todo su potencial y participar activamente en la sociedad.

Al brindarles acceso a una educación inclusiva y a programas de formación adaptados a sus necesidades individuales, se les capacita para adquirir habilidades prácticas y sociales que les permiten desenvolverse de manera autónoma en diferentes aspectos de la vida cotidiana. Esto incluye aprender a gestionar sus finanzas, a buscar y mantener un empleo adecuado a sus capacidades, y a establecer relaciones interpersonales satisfactorias.

Asimismo, es importante promover un entorno laboral inclusivo que valore y reconozca las habilidades y contribuciones de las personas con discapacidad intelectual. A través de programas de empleo con apoyo y de políticas de inclusión laboral, se les brinda la oportunidad de integrarse en el mercado laboral y de alcanzar una realización profesional satisfactoria.

Además, al apoyar su acceso a una vivienda adecuada, a servicios de salud y a redes de apoyo comunitario, se les ofrece el respaldo necesario para construir y mantener una familia propia si así lo desean. De esta manera, se promueve su plena participación en la sociedad y se garantiza el ejercicio de sus derechos fundamentales en igualdad de condiciones con el resto de la población.

Conclusiones

Para finalizar es fundamental recordar que la discapacidad intelectual no constituye una enfermedad, sino más bien una condición humana que puede estar presente desde el nacimiento o surgir después de este. No se contagia, y es importante destacar que difiere de las enfermedades mentales.

El desconocimiento, la sobreprotección, el aislamiento, los mitos y la burla son actitudes que claramente minan la autoconfianza de las personas con discapacidad intelectual, limitando así su capacidad para desenvolverse y aprovechar sus habilidades de acuerdo a su etapa de vida.

Sensibilizar y educar a la sociedad, promoviendo una percepción positiva, optimista y esperanzadora de la discapacidad intelectual, es una responsabilidad que recae en cada individuo de buena voluntad. Al hacerlo, contribuimos a mejorar los apoyos y servicios sociales, lo que impacta directamente en la calidad de vida y bienestar de las personas que presentan esta condición. Es este el objetivo cuando hablamos de abrir camino hacia una inclusión verdadera, completa y necesaria de las personas con discapacidad intelectual en nuestra sociedad.


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