Cuando Ursula von der Leyen asumió el cargo en diciembre, una de sus primeras apariciones públicas como Presidenta de la Comisión Europea tuvo lugar con motivo del lanzamiento de la Comunicación sobre el Green New Deal Europeo. En aquel momento, la iniciativa se presentó como una de las prioridades estratégicas de la Comisión Europea. Originalmente, fue concebida como una estrategia para el crecimiento, que transformaría la Unión en una economía moderna, eficiente en recursos y competitiva. Poco después, la crisis del coronavirus trastocaba dramáticamente las prioridades de todos. El cambio climático y la degradación del medio ambiente siguen siendo una de las principales amenazas para Europa y el mundo, la diferencia es que un nuevo personaje ha aparecido inesperadamente en escena obligando a reinterpretar, en muchos aspectos, la crisis ambiental. En cualquier caso, el Pacto Verde Europeo no ha desaparecido, sus principios, objetivos e iniciativas legislativas siguen siendo válidos, y ahora, con un impulso renovado.
Detrás de cada crisis reside una oportunidad
Desde el primer momento, el Green New Deal se enmarcó sin pudor dentro de la Estrategia Industrial Europea. Su objetivo declarado era «estimular el desarrollo de mercados líderes en productos climáticamente neutros dentro de una economía circular, en la UE y más allá». El proyecto se estructuró conceptualmente sobre la base de que la sostenibilidad de la economía europea sólo será posible transformando los desafíos climáticos y medioambientales en oportunidades en todos los ámbitos, y haciendo que la transición sea justa e inclusiva para todos.
El COVID-19 ha obligado al mundo a una drástica pausa económica. Ahora, tenemos la oportunidad de utilizar el Green New Deal para reiniciar Europa e impulsar su economía con un enfoque centrado en la eficiencia energética y las energías renovables en todos los sectores. Según la Comisión Europea, «las inversiones verdes serán un motor clave de la recuperación, no un obstáculo para ella». En pocas palabras, las políticas de estímulo deben ser económica y socialmente eficaces, al tiempo que se alinean con las políticas de sostenibilidad y biodiversidad. Este es el mensaje que empresas como Telefónica quisieron transmitir cuando suscribieron la Declaración «Uniendo Negocios y Gobiernos para una mejor recuperación» y el Manifiesto español para una recuperación económica sostenible.
Telefónica a la vanguardia en la carrera hacia la descarbonización
El sector de las TIC debe desempeñar un papel protagonista para poder mantener el nivel de emisiones en consonancia con el cumplimiento de los objetivos climáticos. De hecho, se admite que, no solo el sector de las TIC no forma parte del problema, sino que seguramente puede formar parte de la solución al favorecer la descarbonización de otros sectores como el transporte o la industria. En este sentido, la digitalización nos permite disminuir nuestras propias emisiones, y así, en Telefónica, conscientes de nuestra responsabilidad, hemos asumido un alto nivel de compromiso en la consecución de nuestros objetivos de sostenibilidad. Por ello, estamos reforzando nuestros objetivos alineados con la ambición de limitar el calentamiento global a 1.5⁰C: estamos adelantando nuestro propósito de cero emisiones netas en nuestras principales operaciones de 2050 a 2030 a más tardar.
Eficiencia energética, hacia la meta de -85% para 2025
En la última década, el crecimiento en el tráfico de datos se ha desvinculado del consumo de energía y de las emisiones de carbono. Dicho de otro modo, la expansión de la economía digital y el uso masivo de datos no se correlacionan directamente con el uso de energía y las emisiones de carbono. Esto se explica gracias a redes más eficientes y a un incremento en el uso de energías renovables. Las cifras obtenidas durante la crisis del coronavirus respaldan esta afirmación: el consumo de energía y las emisiones de carbono de las redes de telecomunicaciones se han mantenido prácticamente sin cambios en las últimas semanas, a pesar de los enormes aumentos del tráfico de red.
En Telefónica, en el marco del Programa de Eficiencia Energética, el año pasado se logró reducir el consumo de energía en un 72% por unidad de tráfico, en comparación con 2015, avanzando hacia la meta del -85% para 2025. Esta reducción en nuestras redes y oficinas nos permitió ahorrar hasta 313 GWh. Además, gracias a nuestro Plan de Energías Renovables, el 81,6% del consumo de electricidad proviene de fuentes renovables, lo que equivale al consumo medio anual de 1.325.000 hogares. Por lo tanto, hemos evitado más de un millón de emisiones de CO2 a la atmósfera sólo en 1 año.
La digitalización debe ser el vínculo entre los planes de recuperación económica de Europa con la llamada recuperación verde
El COVID-19 ha cambiado radicalmente nuestra mentalidad en muchos aspectos. Nos ha mostrado, por ejemplo, lo importante que ha sido la infraestructura digital y la conectividad para trabajar, socializar, acceder a la atención médica, la educación y muchos otros ámbitos de nuestras vidas. Esto no hará que el cambio climático y la degradación de la naturaleza desaparezcan, pero puede contribuir a ayudar a las sociedades a avanzar hacia formas de vida con menos carbono para alcanzar una economía descarbonizada.
La lucha contra esta crisis no se ganará sin una respuesta económica sólida, y es ahí donde la digitalización debe ser contemplada como una oportunidad. La transformación digital de la sociedad y la economía debe ser el puente entre innovación, productividad y sostenibilidad.
La digitalización es un elemento fundamental para lograr una recuperación verde de la economía. El año pasado Telefónica ha podido evitar más de 3 millones de tCO2 a nuestros clientes, 3 veces nuestras propias emisiones. Si bien la industria móvil está tomando grandes medidas para reducir sus emisiones, está teniendo un efecto aún mayor apoyando a otros sectores a reducir sus emisiones a través de eficiencias creadas utilizando tecnologías inteligentes y cambios de comportamiento mediante el uso de teléfonos inteligentes. El informe 2019 Enablement Effect estimó que el ahorro de emisiones[1]era casi diez veces mayor que la huella de carbono global de la propia industria móvil.
La transición a la digitalización
Durante la crisis COVID-19, los proveedores de servicios de Internet (ISP) fueron testigos de un aumento del tráfico de Internet, ya que sociedades enteras se trasladaron al trabajo remoto: según BEREC[2], los ISP han afrontado muy bien el aumento del tráfico de Internet y han conseguido evitar la congestión de las redes. En general, la resiliencia de las redes ha permitido mantener las actividades esenciales. De hecho, nunca ha sido más importante contar con redes de telecomunicaciones fiables para soportar todas aquellas funciones en las que se basa la sociedad.
Los esfuerzos realizados por los operadores, y el comportamiento de las redes durante estas circunstancias puede haber sido meritorio, por sí solo, sin embargo, esto no es suficiente. Durante estas semanas, nuestras sociedades se han digitalizado más que en la última década. Y deberíamos continuar. Se deben poner en marcha medidas dirigidas a fortalecer la demanda para fomentar la digitalización de nuestras sociedades. En este sentido, las PYME son clave para el éxito del Green New Deal dado su papel en la economía y la sociedad de la UE y su importante contribución a la sostenibilidad. Como ha expresado la Comisión en su Estrategia pyme para una Europa sostenible y digital: “Lograr una economía digital neutral en materia climática, eficiente en recursos y ágil requiere la plena movilización de las PYME. Esta transición hacia una Europa más sostenible desde el punto de vista económico, medioambiental y social debe ir de la mano de la transición a la digitalización”.
Durante la próxima década, si se aplican políticas favorables y se movilizan suficientes inversiones, la digitalización tiene el potencial de ser un motor clave del desarrollo de la descarbonización. Para ello, es esencial empezar ahora mismo.