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UE 2024-2029 Impulsando la competitividad: El reto de la competitividad

Bajo la temática UE 2024-2029: Impulsando la competitividad, iniciamos una serie de posts en los que analizaremos las claves para fortalecer la competitividad de la UE y navegar con éxito a través de la transición geopolítica, digital y verde.

Dácil Jiménez Delgado

Tras las elecciones al Parlamento Europeo, celebradas del 6 al 9 de junio, se inicia un nuevo ciclo institucional en Europa. Este momento marca el comienzo de una etapa crucial para la Unión Europea (UE) en la que las políticas públicas y las iniciativas legislativas impulsadas durante el periodo 2024-2029 serán determinantes para la prosperidad futura de la región.

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El punto de partida para las instituciones europeas será una profunda reflexión sobre dónde quiere estar Europa en la próxima década y cómo garantizar la seguridad económica, la autonomía estratégica y la estabilidad de su sociedad en un contexto global cada vez más fragmentado, incierto y complejo.

Con la inauguración del nuevo ciclo, presentamos una serie de posts que bajo la temática UE 2024-2029: Impulsando la Competitividad, explorarán los ejes que en Telefónica consideramos clave abordar para fortalecer la competitividad regional y navegar con éxito a través de la transición geopolítica, digital y verde. En este primer post, nos centramos en el punto de partida: el estado de la competitividad europea.

El reto de la competitividad de la Unión Europea

Ante el actual escenario global, reformular la estrategia de competitividad es la prioridad para la UE. Esto queda confirmado después de que la Comisión Europea encargara a Mario Draghi y a Enrico Letta la elaboración de un informe sobre la Competitividad y el Mercado Único Europeo, respectivamente, cuyas orientaciones marcarán, sin duda, la nueva legislatura europea.

Publicado el informe de Letta, y a la espera del informe de Draghi, diversos indicadores alertan sobre la pérdida de competitividad de las empresas europeas y la necesidad de reforzar su escala. Ya la European Round Table (ERT) alertaba sobre la desaceleración económica de Europa y el bajo crecimiento de su productividad en comparación a Estados Unidos o China. Esto significa que Europa tiene una menor capacidad de innovación e inversión en tecnología y capital humano, y ello está aumentando las brechas económicas y sociales.

De hecho, el Fondo Monetario Internacional, destaca que la participación de la UE en el PIB mundial, en términos de paridad de poder adquisitivo, ha caído significativamente pasando del 23% al 14% en apenas tres décadas. Este debilitamiento económico se traslada a la renta per cápita, un indicador de riqueza y estabilidad económica de la sociedad. En estos términos, la brecha entre la UE y Estados Unidos se ha ampliado desde 2008 en 68 puntos porcentuales.

El reto de la brecha tecnológica y digital

Esta pérdida de competitividad es especialmente delicada en el ámbito tecnológico y digital, un terreno que está reconfigurando el poder global y el bienestar de las generaciones presentes y futuras, y en el que Estados Unidos y China se disputan su liderazgo, mientras Europa queda rezagada.

La Comisión Europea, en el informe sobre el Estado de la Década Digital 2023, destaca que la cuota de ingresos mundiales de la UE en el mercado de las TIC ha caído drásticamente en la última década: de un 21,8% en 2013 al 11,3% en 2022, mientras que la de Estados Unidos aumentó del 26,8% al 36%.

La UE afronta una brecha significativa, en particular, en el desarrollo y adopción de nuevas tecnologías como la inteligencia artificial (IA), el 5G o la computación cuántica, en una era de ciclos de innovación cada vez más cortos. La falta de escala y de impulso a la innovación tecnológica queda reflejada, por ejemplo, en la inversión privada en IA generativa en 2023: 1.700 millones de dólares en Europa, frente a 23.000 millones en Estados Unidos, según McKinsey Global Institute.

No cabe duda de que, en la era de la economía digital y global, la competitividad ha de girar en torno al liderazgo digital, y reconocer el rol fundamental del sector de las telecomunicaciones con sus infraestructuras, servicios digitales y alcance, para impulsar la productividad, el crecimiento económico, la creación de empleo y el bienestar.

Sin embargo, este sector pierde competitividad en la UE afectando a su ritmo de innovación e inversión. Según ETNO, mientras Estados Unidos invierte 240 euros per cápita, Europa invierte solo 109 euros, menos de la mitad, en el despliegue de redes. Los próximos años serán decisivos para el liderazgo digital y para el sector de las telecomunicaciones como su motor.

Riesgos de seguir ampliando la brecha de competitividad de la UE

Impulsar la competitividad es vital para la sostenibilidad económica y la estabilidad futura de la UE. Una pérdida de competitividad continua tendría implicaciones económicas, sociales y geopolíticas. Un menor crecimiento económico afecta la capacidad de innovación, la creación de empleo, la generación de riqueza y el bienestar social. Además, la disminución de la relevancia en la economía global debilitaría la capacidad de la UE para defender sus intereses estratégicos en el escenario internacional, afectando su autonomía estratégica.

Del mismo modo, reforzar la autonomía digital es crucial en un entorno donde el liderazgo digital y tecnológico se traduce en poder económico y geoestratégico. El carácter transformador de tecnologías como la IA o el 5G, impulsa la innovación y la productividad, generando ventajas competitivas amplificadas por mercados digitales globales y dinámicas de «winner-takes-all«. Este factor de competitividad impacta tanto en la economía como en la geopolítica, donde el liderazgo en estas áreas es un objetivo estratégico y su ausencia, una vulnerabilidad para la seguridad económica.

Dado el actual liderazgo de China y Estados Unidos, de no impulsar su autonomía digital, la UE corre el riesgo de consolidar la posición de «seguidor», adoptando tecnologías extranjeras con el riesgo de que se desarrollen bajo regulaciones y valores ajenos a los europeos. De hecho, según la Comisión Europea, actualmente la UE depende del extranjero para más del 80% de los productos digitales, servicios, infraestructuras y propiedad intelectual.

La oportunidad del ciclo europeo UE 2024-2029 para impulsar la competitividad

Este contexto subraya la importancia de la competitividad para la UE. Por ello, el ciclo europeo 2024-2029 presenta una oportunidad para crear un entorno favorable a la inversión e innovación, impulsando la competitividad, la autonomía digital y la cohesión de la región. Reconocer el papel crucial de las empresas europeas en la construcción de un futuro próspero es esencial, y en el contexto actual, la rapidez de ejecución es clave.

En los próximos posts, exploraremos los ejes clave de la estrategia de competitividad que Telefónica propone para una Unión Europea más fuerte, junto con recomendaciones específicas. Estos ejes son:

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