Si bien la tecnología avanza a pasos agigantados, y su crecimiento impacta en todas las ramas de nuestra vida cotidiana, prestando especial atención a los últimos tres años y el efecto post COVID-19, no siempre ese crecimiento se ve reflejado en el plano educativo (siempre considerando las diferencias educativas entre países)
El uso del a tecnología
Y no me refiero únicamente a la brecha tecnológica que es enorme en algunas geografías, ni al alcance de medios electrónicos. Sino al equilibrio fundamental entre el individuo como ser social y el uso de la tecnología en crecimientos constante.
Pensar un plan integral de educación junto a la incorporación de nuevas tecnologías resulta fundamental, buscando formar personas que puedan tener los recursos y capacidades que serán indispensables en el futuro, no sólo en materia laboral, sino también en materia ciudadana.
Adrián De Grazia, director de Ventas Digitales para las Américas y Country Lead para Intel Argentina, afirmó que «la tecnología ya no es opcional y tiene que ser parte vertebral de la educación. Esta se vuelve cada vez más crucial para formar profesionales capaces de liderar la transformación digital en sus respectivos campos”.
Hoy más que nunca, la tecnología debe considerarse una aliada en los procesos educativos, aislada no puede resolver los desafíos por sí sola. Requiere del acompañamiento y foco en una educación que forme personas con una base sólida, crítica y responsable en el uso de la tecnología. No sólo para adquirir las habilidades esenciales en los empleos del futuro, sino para vivir en una sociedad más justa.
Nunca debemos perder que “el norte, siempre son las personas”. Nuestra brújula debe estar orientada en tomar decisiones que, al implementar el uso de nuevas tecnologías sin perder de vista también el factor humano.
Un ejemplo de educación de vanguardia
Un ejemplo de vanguardia en la educación es Suecia, con un plan educativo digital que referente a nivel mundial. Recientemente, el gobierno sueco anunció que destinará 685 millones de coronas (60 millones de euros) en 2024, y 500 millones (44 millones de euros) anuales en los años consecutivos, para acelerar la vuelta de los libros a las aulas.
¿Es que quieren frenar el acceso a nuevas tecnologías?
No. No se trata de eso, sino que hay una atención especial sobre las personas que detectó un descenso importante en la comprensión lectora de sus alumnos, debido a un excesivo tiempo en las pantallas.
“Tenemos una crisis de lectura en las escuelas suecas”, advirtió la ministra de educación, Lotta Edholm, en una reciente conferencia de prensa.
Este caso es clave para entender la idea del avance inexorable de las nuevas tecnologías y de las formas de comunicarnos, que debe ir de la mano con la equidad, la reflexión, la empatía y el valor humano.
Los tiempos corren veloces y quizás ese sea nuestro gran desafío como individuos en medio de una transformación tecnológica: no perder el foco en las personas. Debemos ser capaces de que la tecnología nos permita desarrollar todas nuestras capacidades y posibilidades, que nos abra caminos como sociedad y sobre todo, de que no perdamos la humanidad en el recorrido.
