La idea de aceptar lo que nos toca vivir en un determinado momento, nos ayuda a aceptar aquello que nos sucede, aclarando y amplificando la comprensión de que no podemos cambiar los hechos, pero sí podemos cambiar nuestra actitud con eso que nos está pasando.
El funcionamiento del cerebro ante los estímulos
El ser humano es un ser emocional, su cerebro emocional es indomable ante nuestro cerebro racional. Estamos inmersos en muchísimas ocasiones, a distracciones que nos sacan de foco y nos alteran emocionalmente.
Es por supervivencia, que nuestro cerebro actúa, y reacciona ante los estímulos circundantes de manera emocional, ganándole a la razón, para dar respuesta a eso que nos sucede en un tiempo inmediato.
Debemos tener en cuenta que, en ámbitos laborales y también personales, ciertas problemáticas nos hacen entrar en esa fase de ansiedad, y para solucionarlo, perdemos el foco, ya que nos gana la emoción y nuestra razón queda tapada por ese “Gran Elefante emocional”, que nos domina, y que inhabilita a nuestro “Jinete Racional”, en esas acciones que decidamos hacer cuando vivimos una determinada experiencia o circunstancia, y que interfiere en nuestro proceder.
Tenemos que saber y entender que, en algunas oportunidades, algunas decisiones nos llevarán más tiempo que otras, y en algunos casos habrá que evaluar, organizar, dar prioridad y seguimiento a ciertos temas, para obtener algún resultado. En muchos de estos casos nos gana nuestra emoción que quiere salir de ese lugar, solamente por supervivencia, causándonos ansiedad, malos estados de ánimo y emociones displacenteras, por lo que no es muy confiable lo que hagamos a través de ellas.
La importancia de tomar conciencia
Pero para esto es necesario que tomemos conciencia de cómo está nuestra atención en ese momento, como estamos emocionalmente, e identificar donde estamos poniendo el foco para resolver un determinado problema, y luego, poder recordar que fue lo que hicimos. A esto yo lo interpreto como tener autoconocimiento, y será la base de crear nuestros propios hábitos, es decir, ver que cosas hacemos por hábitos inconscientes, y salir de acciones “automáticas”.
Cambiar nuestros hábitos
Hacer cambios de hábitos no es nada fácil, estos siempre van acompañados con emocionalidad, y por esto es necesario saber gestionar nuestras emociones.
Cuando uno tiene un hábito de dispersarse, por ejemplo, debe de tomar atención en eso que lo distrae e intentar cambiarlo por otro, porque los malos hábitos no se sacan así de fácil, solo se remplazan. El tema de ir anotando eso que queremos trabajar o cambiar, nos ayudará a consolidarlo en nuestra mente, es decir que sea parte de “nuestro jinete racional”, y evaluar nuestro proceder o nuestra actitud. Para esto es necesario no hacer las cosas por impulso o emoción. Muchas veces, ni siquiera tenemos registro de ellos.
Por eso la repetición de hábitos buenos, crea la fuerza de voluntad ayudando a construir nuevos hábitos, para que nuestro “jinete racional” se haga más fuerte que el “elefante emocional”. Así se podrá gestionar esas tareas que no nos gustan, ejercitando entonces, nuestra fuerza de voluntad y mantener la motivación y foco, en eso que debemos realizar, evitando la procrastinación, cuando dejamos a último momento, presentaciones que deban de cumplirse en un determinado tiempo, causándonos efectos de estrés, al momento de resolverlas.
De esta manera, estaremos controlando la emoción, con el razonar pausado y premeditado y nos enfocaremos, en lo que realmente queremos hacer, en un determinado plazo de tiempo.
La importancia de establecer metas
Por otro lado, es necesario establecer metas pequeñas en un principio, que sea acorde a nuestro jinete racional que tenemos en ese momento. La fuerza de voluntad debe de ser acorde a la meta elegida. Para metas grandes, será necesario fuerzas de voluntad grandes y como resultado, debemos contar con jinetes bien consolidados que nos ayuden y mantengan la motivación para el logro del objetivo. sino pasará que, nos pondremos en la mira de una meta imposible de cumplir y nuestro jinete, es decir nuestra fuerza de voluntad, claudicará en la mitad del intento.
Hay que desarrollar la fuerza de voluntad cambiando hábitos, y después dependiendo de cómo está esa fuerza de voluntad, elegir nuestras metas.
La diferencia entre motivación y voluntad
Es necesario ver la diferencia de la motivación y la fuerza de voluntad, la primera es la iniciativa para realizar una acción y la fuerza de voluntad es mantener en el tiempo esa toma de decisión. Escuché una vez este ejemplo que me gustó y que dice: “La motivación es una vela que encendemos, y que la fuerza de voluntad es la llama que se mantiene encendida en el tiempo. La forma en que determinemos en que no se apague su llama a pesar de los entornos cambiantes, sería nuestra fuerza de voluntad.”
Hablando de metas, me parece apropiado hacer mención nuevamente de cómo nos auto conocemos a nosotros mismos, esta habilidad que nos permite darnos cuenta de cómo estamos, para luego interpretar nuestras actitudes en el día.
Consejos para lograr el bienestar
Esta base de autoconocimiento se forma en cinco pilares fundamentales para lograr bienestar, además de ser las bases para completar nuestras metas. Las mismas son, la alimentación, buen descanso, actividad física, meditación, y la gestión emocional nombrada en el inicio de este artículo.
Primeramente, es importante darnos cuenta como nos alimentamos, para experimentar un cuerpo orgánico con energía, la importancia de incorporar proteínas, frutas, hidratos de carbono que son bases de energía y que se necesitan incorporar en nuestro organismo. La importancia del desayuno rico en frutas, grasas esenciales con proteínas será para prolongar nuestra energía en todo el día. Comer saludable, con un menú variado, e incorporar verduras, proteínas, ingesta de agua, y minerales, le otorgará a nuestro cuerpo energía suficiente para no sentirnos débiles a media mañana, y esto será motivo de distracción por el solo hecho de sentir hambre.
El descanso también es necesario. Dormir bien para que nuestras neuronas puedan regenerarse y así nuestras funciones ejecutivas del día siguiente estén óptimas, favoreciendo nuestra atención, la memoria y actividades celulares en todo nuestro cuerpo.
Esta etapa del sueño es fundamental para la reconstrucción celular y funcional de todos nuestros órganos vitales, emocionales y racionales.
Por ejemplo, cambiar ese hábito de cenar más temprano, ya no ver una serie o película a última hora del día, ya que altera nuestros ciclos circadianos por su luz azul, y despierta a nuestro cerebro. Esto retarda la conciliación de un buen descanso o dificulta la entrada de un buen sueño. Haber comido demasiado, o muy cerca de acostarnos influirá en poder dormir bien.
Es imposible que una persona sea efectiva al estar mal dormida, ya que no podrá rendir con atención plena, sus funciones ejecutivas, y sus responsabilidades diarias.
La actividad física nos ayuda a mantener fuertes y saludables nuestros músculos y huesos. La relación que hay con la grasa que nuestro organismo acumula; si es en su medida justa, le otorgará una mejor motricidad a nuestras articulaciones y órganos vitales. La densidad ósea y muscular, será acorde a cada edad, además de ofrecer otros beneficios, por ejemplo, fortalecer el sistema coronario, regular la presión arterial, descargar tensiones y la liberación de estrés, de nuestro organismo.
Está evidenciado que después del ejercicio una persona puede tener una claridad mental más sana en la toma de decisiones y su sensación de bienestar es óptima.
El pararnos a pensar también cumple un factor esencial en este pilar de bienestar: Estamos todo el día queriendo hacer dos cosas a la vez, la multitarea para nuestro cerebro es imposible, es necesario ejercitar la atención plena en eso que estamos haciendo, y desactivando cualquier otro estímulo que nos saque de ella.
Es cierto, que sí podemos hacer muchas cosas, a lo largo de todo un día de labor, pero debemos prestar atención a una cosa a la vez.
Desactivar notificaciones que nos distraigan y nos atrasen de nuestros objetivos para poder concentrarnos, y ser conscientes de ese presente. Está demostrado que cuando tenemos interrupciones tardamos quince minutos para regresar nuevamente a la tarea que estábamos en un principio. A la mente le gusta divagar, este término me parece el más acorde a eso que quiero expresar, ya que salta de un pensamiento a otro todo el día. Es un órgano creado para pensar, ¿cómo podemos decirle que se calle?
Intentar ejercitar la atención plena en eso que hacemos, es meditar, ya que esta disciplina nos ayuda a darnos cuenta y observar todos esos pensamientos dispares que tenemos. Centrarnos en ese presente nos ayuda a enfocarnos, ser menos dispersos y más productivo en nuestras metas y objetivos.
Con un buen paseo, caminata consciente, o cerrando nuestros ojos por unos minutos, centrando nuestra atención, en nuestra respiración, nos anclará en el presente, y acallará a nuestra mente de todo lo que tenemos que hacer, con rumeos mentales y con pensamientos pesimistas de un futuro incierto.
Saber esto nos ayuda a darnos cuenta de que podemos meditar cuando solo hacemos una cosa a la vez, siendo conscientes de eso que hacemos, no es necesario mayor concentración, sino atención plena en eso que está en nuestro presente.
También me parece importante destacar que cuando las tareas son muy largas y no nos gustan demasiado, empezar con metas chicas, es decir ir haciéndolas de a poco, de a una por día, o por tramos, entonces llegará el momento que tengamos el contenido en mejor estado que el primer día. No es necesario hacerlo todo a la vez, de esta manera, para nuestra mente, no le causará agobio, ni tampoco entraremos en el estado de procrastinación eterna, por ende, será una manera de evitar caer en el estrés mental que tiene siempre la predilección de mostrarnos todo lo que falta y no lo que está hecho. Siempre piensa lo peor, y seguramente luego no sucede eso que pensamos.
Es acá cuando nuestra mente piensa eso negativo, y es cuando nuestro cuerpo sufre como si lo estaría pasando, y es en este preciso momento, cuando empieza a manifestarse un cuadro de estrés y la sensación de bienestar queda en el olvido.
La mente no distingue la realidad de eso que pensamos, se cree todo lo que nos decimos y repercute en nuestro cuerpo, causando enfermedades.
Saber diferenciar cuales son estos pilares que nos ayudan a diario a completar con éxitos nuestras metas, llegando a lograrlos y sin perjudicar nuestro bienestar, con calma y salud mental, nos hará sentir que somos héroes de nuestros propósitos.