Desde su nacimiento en los años 90 y, especialmente, tras su popularización a partir de 2008, las apps han evolucionado enormemente.
Un proceso que ha provocado que hayan aparecido aplicaciones de numerosas categorías diferentes en función de los sectores a los que se refieren. Veamos algunos ejemplos.
Apps de redes sociales
Cuando las redes sociales nacieron a finales del siglo XX era difícil imaginar las cuotas de popularidad que estas iban a alcanzar.
Los miles de millones de usuarios que acumulan las redes sociales más utilizadas hacen que las aplicaciones vinculadas a las mismas sean de las que mayor volumen de uso tengan, así como de las que mayores tiempos de utilización acumulan.
Estas características desembocan en unas comunidades de usuarios enormes con numerosas derivadas en el mercado publicitario o en otras cuestiones menos tangibles como la incidencia en la creación de tendencias.
Apps para conocer gente
Aunque quizá el término conocer gente pueda ser eufemístico y sería más apropiado hablar de aplicaciones para ligar, lo cierto es que este tipo de apps gozan de enorme popularidad.
Un número cada vez mayor de parejas a lo largo del mundo han ido surgiendo gracias a este tipo de aplicaciones, existiendo tipos diferentes en función de la orientación sexual de los usuarios, las posibilidades de interacción entre perfiles distintos o la capacidad de filtrar únicamente a personas con las que te hayas cruzado en la vida real.
El éxito de una de ellas, Tinder, ha hecho que su nombre prácticamente sea sinónimo de este tipo de aplicaciones. Como curiosidad, su fundadora –Whitney Wolfe Herd– fue precisamente la impulsora también de Bumble, una aplicación en la que únicamente la mujer puede comenzar la conversación.
Apps de juegos
El origen de las aplicaciones está en el año 1994 precisamente en la instalación en el móvil danés Hagenuk MT-2000 del Tetris; por cierto, el videojuego más vendido de la historia.
Este tipo de aplicaciones son de las que más ingresos suelen generar. Bien sea por la publicidad o por ingresos directos, como las cajas de recompensa o loot boxes o a través del modelo freemium (combinación de las palabras inglesas free –gratis- y premium -de pago), por el que mediante el pago se pueden acceder a características adicionales o funciones extra.
Apps de productividad
Aunque puedan tener una vertiente más orientada al mundo profesional, también para el uso cotidiano de nuestra vida privada sirven las conocidas como aplicaciones de productividad.
Cuestiones tan variadas como anotar las tareas pendientes, tomar notas, gestionar el tiempo o manejar las diferentes contraseñas encajan dentro de las aplicaciones de productividad, llamadas a facilitar y simplificar las tareas cotidianas de las personas.
Apps de viajes
Las aplicaciones de viajes pueden ser de diferentes tipos, incluyendo las relacionadas con los alojamientos, con los desplazamientos en sí mismos, cómo moverse en el destino o incluso recomendaciones de qué visitar o qué hacer una vez hemos llegado al lugar en cuestión.
Las apps referidas al viaje en sí pueden incluir tanto las que sirven para buscar destinos o comparar precios como aquellas con las que gestionar los billetes una vez comprados.
Otras aplicaciones que entrarían en la categoría de viajes son las que ofrecen información sobre el estado de los vuelos, ofreciéndose un enorme abanico de posibilidades para cuestiones de diferente índole a la hora de planificar, ejecutar o disfrutar en el momento de los viajes.
Apps de delivery
Aunque suelen estar vinculadas a la entrega de comida a domicilio, también ofrecen otros servicios como la compra en el supermercado.
Pero yendo a su cometido más frecuente, podemos encontrarnos dos tipos de aplicaciones de reparto a domicilio.
Por un lado, aquellas específicas de cada establecimiento hostelero. En general, grandes cadenas, en numerosas ocasiones también vinculadas a la comida rápida o fast food, el perfil de establecimientos que suelen contar con aplicaciones propias.
Por otro lado, las aplicaciones que incluyen una amplísima y variada oferta gastronómica para que los usuarios puedan filtrar en función de diferentes y diversos criterios como la proximidad al domicilio o el tipo de cocina.
Apps de contenido audiovisual
Las aplicaciones de contenido audiovisual podrían dividirse en dos categorías diferentes: las orientadas al consumo de este tipo de productos y aquellas que sirven para edición de contenidos.
Dentro de la primera tipología encontraríamos las aplicaciones de televisiones, plataformas audiovisuales, radios, música o podcasts, encontrándose entre ellas algunas de las más utilizadas del mundo.
En la segunda categoría entrarían las aplicaciones de edición o preproducción para contenidos audiovisuales, lo que hace que no sean necesarios ni grandes equipos ni programas específicos para la edición de vídeo. Existen diferentes categorías en función de la calidad y prestaciones que estas aplicaciones ofrecen.
Apps de finanzas
Las aplicaciones de finanzas pueden incluir desde las de las propias organizaciones bancarias con las que gestionar a un simple clic lo que antes requería una serie de procesos en los que había que invertir más tiempo hasta aquellas que ayudan a gestionar pagos o mantener el control de la economía doméstica.
También podemos encontrar aplicaciones que sirvan para viajar (convirtiendo las divisas de los países que estamos visitando), otras con las que compartir gastos sin tener que estar contando moneda a moneda para hacer cuentas al pagar entre varias personas diferentes o incluso para hacer pagos (ya sea entre particulares, a ONG o incluso a comercios asociados).
Apps de negocios
La optimización de los recursos empresariales está en la base de la necesidad del uso por parte de las compañías de las aplicaciones de negocios.
En este caso, estamos ante herramientas que pueden tanto simplificar los procesos de la plantilla como aumentar la productividad normalmente con el foco puesto en mejorar la colaboración en tiempo real y facilitar las tareas diarias.
Apps de utilidad
Al estar integradas por defecto en los teléfonos móviles y ser un elemento cotidiano en nuestra vida diaria, muchas veces ni siquiera son tomadas en cuenta como aplicaciones.
Su uso es parte de nuestras tareas rutinarias como la utilización de la alarma a modo de despertador, la linterna cuando estamos a oscuras, la calculadora para hacer cuentas o el código QR para, por ejemplo, consultar la carta en un restaurante.