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Tendencias en políticas del sector tecnológico y de telecom en 2025

Descubre las tendencias clave en políticas públicas, regulación tecnológica y de telecomunicaciones para el año 2025 que definirán el futuro digital de nuestras sociedades. Nos espera un año de cambios tecnológicos y retos para la competitividad, regulación, resiliencia, confianza, inclusividad y gobernanza internacional.

Tendencias en políticas del sector tecnológico y de telecom en 2025

La innovación digital y las tecnologías emergentes están transformando las bases del desarrollo económico y del bienestar a nivel global, destacando la necesidad de que las sociedades se adapten a esta evolución. En este contexto, los responsables políticos y reguladores son clave para crear marcos que faciliten la integración plena en la era digital.

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Siguiendo con la serie de tendencias que comenzamos en 2023 y 2024, te invitamos a descubrir los 8 temas más destacados para 2025 en el ámbito de políticas públicas relacionadas con la tecnología y las telecomunicaciones:

1. Competitividad, sostenibilidad y autonomía energética y digital

El año 2025 será clave para poner a prueba la implementación en Europa de las políticas anunciadas en materia de competitividad, sostenibilidad y autonomía. En 2024, Letta y Draghi urgen en sus informes a una nueva estrategia industrial para Europa, destacando su rezago en innovación y competitividad, y apuntando a las telecomunicaciones y a la innovación digital y defensa como áreas clave para mejorar la productividad, la resiliencia y la integración del mercado único.

En base a sus recomendaciones, la Comisión Europea 2024-2029 ha trazado en sus cartas de misión una hoja de ruta para fortalecer la capacidad tecnológica de Europa y revitalizar su industria, con el Mercado Único como pilar central. Para ello, Europa deberá priorizar la creación de un entorno favorable a la inversión, la innovación y la diversificación de socios estratégicos en una geopolítica retadora.

En el ámbito digital, los mandatos de Henna Virkunnen, Teresa Ribera y Valdis Dombrovskis serán clave. Sus prioridades, que el sector tecnológico europeo acoge con optimismo, incluyen la simplificación regulatoria, el fomento de la innovación y la inversión en redes de ultra banda ancha y tecnologías emergentes como la IA y la computación en la nube, así como la creación de las condiciones que permitan a las empresas ganar escala y operar en un entorno digital seguro y resiliente. En este marco, movilizar inversiones para una transición digital y sostenible podría apalancarse en la financiación verde y la taxonomía.

En 2025, la UE deberá apostar por un pacto que combine competitividad, la sostenibilidad, y la autonomía energética y digital, asegurando la resiliencia, el bienestar y el crecimiento más allá de 2030.

2. Hacia un ecosistema de conectividad equilibrado

La innovación digital y la creciente demanda de datos ha transformado la conectividad en un ecosistema de conectividad. Este ecosistema comprende una amplia gama de actores, más allá de los operadores de telecomunicaciones, y de elementos interconectados que facilitan la comunicación entre dispositivos, redes fijas y móviles, satélites, centros de datos, cables submarinos, y plataformas y aplicaciones.

La interdependencia y la cooperación entre los distintos actores es y será clave. Estos actores deberán colaborar para construir un futuro común basado en infraestructuras digitales más resilientes y avanzadas. Así surge el concepto de redes 3C: Conectadas, Colaborativas y Computacionales.  La virtualización de servicios y la migración a la nube son clave para esta transformación, para una mayor flexibilidad y eficiencia. Open Gateway, con su modelo de apificación, ilustra también este cambio.

Los operadores, como principales inversores, seguirán siendo claves para alcanzar los objetivos de la Década Digital 2030, especialmente mediante el desarrollo de políticas adecuadas de espectro, incluyendo bandas medias y la banda de 6 GHz, garantizando además políticas que permitan la inversión y la sostenibilidad económica. Sin embargo, la entrada de nuevos actores ha enriquecido el ecosistema, pero también ha generado desafíos regulatorios, especialmente en términos de competencia equitativa, interoperabilidad y soberanía tecnológica que deberán ser abordados.

3. Reenfoque de políticas: simplificación regulatoria, consolidación y certidumbre

La competitividad es una prioridad para 2025, lo que requerirá una revisión profunda y estratégica del marco regulatorio y de competencia. En Europa, debe materializarse en una ley de redes digitales con una visión holística que, además de simplificar la regulación, impulse la innovación -frente a la paradojas de la regulación de internet abierta, fomente la inversión, y aborde los desequilibrios artificiales. La certidumbre regulatoria será básica en Latinoamérica, así como mayor flexibilidad y eficiencia regulatoria con ejemplos como la mensajería A2P.

Las estructuras de los mercados deben poder adaptarse a los retos competitivos. Aunque en Europa, la Comisión perdió una oportunidad en la fusión Orange/Más Móvil, tiene ahora la posibilidad de adaptarse a las nuevas dinámicas para hacer de la política de competencia un instrumento que fomente la competitividad europea en un nuevo pacto para la competitividad, competencia y bienestar del consumidor.

4. El auge de la ciberseguridad y la resiliencia

La mejora de la ciberseguridad y la resiliencia o continuidad de servicio, será clave en 2025 ante la creciente digitalización, sofisticación tecnológica, incluido el uso de IA, y tensiones geopolíticas. Las empresas tendrán que integrar los estándares, adaptarse a múltiples certificaciones y proteger la seguridad en la cadena de suministro, ya que los incidentes trascienden cada vez más los límites de cada empresa. La responsabilidad alcanza ya a los órganos de dirección, pudiendo causar un alto impacto financiero.

La protección de las infraestructuras críticas, incluida la seguridad de las redes 5G, serán aspectos centrales. Los operadores de telecomunicaciones confiables son agentes clave en ciberseguridad, por su infraestructura, capacidades y alcance. Sin embargo, su contribución dependerá de garantizar su viabilidad económica.

En 2025, Europa afrontará un complejo marco normativo, un mar de siglas, que incluye NIS2, DORA, CRA, CSA y CER. Europa se enfrenta al reto de simplificar, priorizando los estándares internacionales, la proporcionalidad, coherencia y la eficiencia y mejorando la coordinación entre autoridades y con las empresas. Además, deberá fortalecer la base industrial mediante inversión, capacitación, cultura de ciberseguridad, talento especializado, y una cooperación internacional más decidida contra el cibercrimen global.

Latinoamérica, con menor madurez en normativa y prácticas empresariales, puede avanzar siguiendo ejemplos como Chile, que en 2024 abordó la Ley marco de ciberseguridad, así como adaptando mejores prácticas internacionales.

5. Nuevas tecnologías: hacia la era de la inteligencia artificial (IA) y computación cuántica

El desarrollo de la inteligencia artificial (IA) y su adopción por parte de empresas de todos los sectores seguirá siendo el foco tecnológico y de las políticas públicas en 2025, año en que se empezarán a implementar algunas regulaciones, como el AI Act europeo. El desafío será combinar el fomento de la innovación tecnológica con la responsabilidad social y el despliegue de un marco competitivo equilibrado, incluido en el desarrollo de estándares.

Se retomará el foco en la realidad aumentada, los avances en virtualización, cloudificación y apificación, así como uso de la IA para las redes del futuro, el inicio del desarrollo del 6G, y la anticipación para la resiliencia de redes con tecnologías quantum-safe. Y en 2025 aumentará el interés por las tecnologías cuánticas.

6. De la brecha digital a la creación de un entorno digital inclusivo

La inclusión digital no es un reto solamente tecnológico, sino humano. Cerrar la brecha de cobertura es esencial, pero igualmente lo es superar la brecha de uso, para aprovechar plenamente el potencial de las tecnologías que tienen las sociedades a su alcance.

Si iniciativas como la compartición de redes en regiones como América Latina han sido clave para cerrar la brecha de cobertura, especialmente en zonas rurales, la brecha digital puede persistir en forma de brecha de uso. Evolucionar de la brecha de cobertura a la brecha de uso, obligará a replantear las políticas de inclusión digital para fomentar la demanda, la adopción y el uso de las tecnologías digitales.

Esta evolución requerirá un enfoque integral que combine infraestructura, educación digital y políticas inclusivas, orientando el debate hacia el impulso de iniciativas que fomenten un entorno digital inclusivo. Es decir, un enfoque que aborde la brecha digital, en particular de uso, e integre en la economía digital a todos los actores: personas, empresas de todos los tamaños, instituciones públicas, emprendedores y trabajadores.

7. Confianza y bienestar digital

La creciente importancia de la confianza y el bienestar digital sugiere que en 2025 las políticas deberán reorientarse hacia un enfoque integral que proteja no solo a los usuarios, sino también a la sociedad en su conjunto en el entorno digital.

A medida que la tecnología avanza, su impacto en áreas clave de la vida cotidiana como la educación, la salud o el empleo crece, afectando cada vez más el bienestar. Por ello, el reto de lograr una inclusión digital segura y confiable dependerá de políticas que cierren las brechas de uso, abordando cuestiones clave para el bienestar como la protección de los datos, la desinformación, la ciberdelincuencia, la lucha contra el fraude, el desarrollo de la identidad digital, el uso ético de tecnologías emergentes como la IA o la protección de los menores.

Por último, invertir en conectividad equivale a invertir en bienestar, ya que el despliegue de redes de ultra banda ancha, como base del desarrollo social y económico, facilita la inclusión digital y la digitalización de los servicios, incluidos los públicos, así como nuevas tecnologías que mejoran la calidad de los servicios o crean nuevos casos de uso innovadores en todos los sectores en beneficio de la sociedad.

8. Gobernanza digital en un entorno geopolítico complejo

2024 ha sido un año de elecciones, con cambios significativos que afectarán al 2025, cuyo inicio coincidirá con el comienzo de un nuevo ciclo político en la UE y en EE.UU., en un entorno geopolítico complejo. La relación transatlántica y nuevos acuerdos (ej. UE-Mercosur) serán clave para afrontar desafíos globales como la digitalización y la sostenibilidad, promoviendo valores comunes, y el liderazgo tecnológico y la diversificación.

En 2024, foros internacionales como el Foro Mundial sobre Tecnología de la OCDE y la Asamblea Mundial de Normalización de las Telecomunicaciones destacaron la importancia de estándares comunes para un desarrollo tecnológico sin fragmentación. Por su parte, la Cumbre del Futuro de la ONU, mediante la incorporación del Pacto Digital Global en el Pacto por el Futuro, apuesta por reforzar el multilateralismo y aboga por un futuro digital inclusivo y sostenible. De manera similar, eventos como WSIS+20, el IGF y el B20 subrayaron la importancia de reducir brechas y construir un futuro global más conectado, equitativo y colaborativo.

El avance de nuevas tecnologías como la IA y el reto de la resiliencia plantearán desafíos en el desarrollo de una gobernanza global ética y una regulación equilibrada e interoperable.

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