Chumba nos recogía antes de las 06.00 para coger el “vuelo” de las 06.30, en esa avioneta que hace unos días nos encogíó un poco el corazón después de saber que incluso los valientes en subir el Everest la temían.
Estábamos en Lukla, se acababa nuestra aventura en las montañas del Himalaya, volvíamos a pasar los últimos días en Katmandú.
Al llegar al aeropuerto de Lukla nos encontramos con todas las caras conocidas con las que hemos convivido en el trekking, nos acompañaba nuestro inseparable Chumba y algunos de nuestros porters. Miraba a Elena, Pablo y Rober y notaba que los 4 sabíamos que la aventura tenía olor a “final”, y que poco nos apetecía despedirnos de Chumba.
El aeropuerto era difícil de describir, nos hicieron abrir los petates personas que podían ser “cualquiera” que pasase por la calle, una vez pasado el trámite, nos despedimos de Chumba después de más de 10 días conviviendo con él, fue rápido pero no por ello poco sentido.
Pasamos el control de seguridad, chicos por un pasillo, chicas por otro, esta vez nos tocó una militar simpática, nos dejó pasar rápido y entramos en la sala de espera.
La mente se me iba con Josu y Jon, hoy era su día, ascendían al Island Peek, les deseaba toda la suerte del mundo.
Teníamos el número 2 en el billete, el 1 había salido, y tod@s los presentes estábamos a la espera de que llegase de Kathmandú el siguiente, que evidentemente venía cargado de montañeros que como nosotros, alguna aventura pendiente tenían por esas montañas…
Ruído de motores, cámaras apunto, miradas por la ventana de la sala del aeropuerto… llegaba, y tal como aterrizaba saltábamos nosotros a la pista. Pablo y yo por detrás, Rober nos avisió que Juanito Oliazábal había salido de la avioneta con el grupo que traía, y vimos a Elena hablar con su mujer, un honor verlo por ahí.
El avión vació y ya subíamos nosotros, con un grupo de alpinistas de Sudáfrica, y otros montañeros, tuvimos la oportunidad de ponernos en los primeros asientos, Pablo casi dentro dela cabina haciendo fotografías y como siempre provocándonos unas risas 😉
Los motores se aceleran, Elena y yo nos miramos y tocamos la jata que nos habían puesto al salir del lodge, la pista de aterrizaje hacía bajada y todo esperábamos que la avioneta tuviese fuerza para subir… 3, 2, 1… y para arriba!!! 🙂
En nada volando entre montañas, nubes y más nubes, montañas, y entre medio alguna casa… Y sin darnos cuenta, aterrizábamos y teníamos a personal de Thamserku esperándonos (Sonan trabaja genial!)
Volvíamos a Kathmandú en un sábado por la mañana, dónde apenas eran las 8 de la mañana y se respiraba un gran movimiento y el caos de siempre.
Dentro de la furgo parecía que fuésemos espectadores de nuevo de un reportaje.
Es «normal» ver un mono paseando por el cableado de la calle
Y el día ha transcurrido muy diferente a los últimos, totalmente de ocio, recorriendo las calles, empapándonos de la esencia que respira, y haciendo las últimas compras pendientes para los nuestros.
Se nota que en nada empezaba la temporada fuerte, las calles estan mucho más llenas de turistas que los días anteriores.
Namaste! (nos despedimos aprovechando el tiempo que nos queda en este diferente y especial país).
Bea