La educación especial atiende a estudiantes con discapacidad auditiva, motora, psíquica, visual, trastornos graves de personalidad o sobredotación. Esta educación se puede impartir tanto en centros de educación especial como en centros ordinarios, pero en ambos casos, los alumnos requieren apoyos para seguir y culminar con éxito sus estudios en igual de condiciones para todos los niños y jóvenes.
Una mayor concienciación ha conseguido la eliminación progresiva de las barreras arquitectónicas para facilitar el acceso a los edificios, mientras que otras barreras menos visibles han comenzado también a derribarse con el diseño de dispositivos digitales específicos para alumnos con síndrome de Down, recursos diseñados para mejorar la calidad de la enseñanza de los alumnos con discapacidad visual y auditiva e, incluso, pautas para padres y profesores. Con ellas se pretende que los alumnos con necesidades educativas especiales accedan a la enseñanza en igualdad de condiciones, como el resto de sus compañeros.
Para los niños down, Down España puso en marcha a comienzos de año tres proyectos para fomentar la autonomía y el aprendizaje. El primero de ellos, «Proyecto H@z Tic«, pretende favorecer el uso de tecnologías de la información y la comunicación para que los alumnos con síndrome de Down u otras discapacidades intelectuales aprendan a leer y a escribir mediante tabletas. El segundo de los proyectos se centra en personas adultas, entre quienes fomenta la autodeterminación, la inclusión social y la vida independiente, mientras que el tercero, proyecto FISVI, adquiere un carácter práctico y promueve el acceso al empleo, la participación activa en la sociedad y herramientas que faciliten la emancipación.
Entre las ayudas tecnológicas para niños con discapacidad auditiva destacan los audífonos digitales e implantes cocleares, pero además, los estudiantes con problemas de audición requieren otros apoyos como el de los profesores, quienes deben apoyar la comunicación oral: conocer ciertos gestos que ayudan a los estudiantes a comprender las explicaciones y a evitar las ambigüedades que puede favorecer la lectura labial, estar familiarizados con el alfabeto manual, recurrir a ayudas visuales como el subtitulado en los recursos audiovisuales o los avisos luminosos en caso de emergencia.
De los alumnos con discapacidad visual, según la ONCE, un 98,6% asiste a clases en un colegio ordinario. La integración de estos niños y jóvenes en centros escolares hace posible que estudien en un ambiente normalizado, aunque necesiten ciertas ayudas. Para ello, se adaptan los libros de texto al braille y se facilitan ordenadores, anotadores y calculadoras que «hablan» para ser más accesibles a los alumnos, o impresoras en braille.
Además, la ONCE cuenta con un total de 23 Equipos Específicos de Atención Educativa a personas con discapacidad visual. Cada alumno cuenta con un plan individualizado de atención, el centro y los maestros reciben asesoramiento sobre cómo atender a estos alumnos, y las familias pueden contactar con los profesionales para resolver sus dudas. El objetivo final es «potenciar la plena inclusión educativa» y «la mayor autonomía del alumnado y de los profesores de los centros».