La realidad virtual inmersiva une el mundo físico con el virtual, aunque en unos pocos años, la distinción entre ambos espacios, virtual y físico, será casi imposible, tanto que el día a día de millones de personas cambiará de forma radical. Mientras, para comprender su importancia y el impacto económico que esta herramienta puede tener, la consultora PwC contaba ya en 2019, que cerca de 824.00 puestos de trabajo estaban impactados de forma positiva por la AR (realidad aumentada) y la VR (realidad virtual), una tendencia que seguiría creciendo hasta los 23 millones de empleos para 2030, y cifraba el impacto en la economía mundial en 1,5 billones de dólares, destacando sobre todo el diseño y desarrollo de productos, la sanidad, o el retail.
¿En qué consiste la realidad virtual inmersiva?
La realidad virtual inmersiva busca crear una experiencia 360 completa transportando a los usuarios a entornos tridimensionales digitales. A través del uso de dispositivos como cascos de realidad virtual y mandos de seguimiento, podemos interactuar y explorar mundos virtuales de manera realista. La clave de esta tecnología radica en crear en el usuario una sensación de que la vivencia es real.
Para lograr este grado de realismo, la realidad virtual inmersiva emplea técnicas avanzadas de seguimiento de movimiento y gráficos en 3D de alta calidad. Así, los usuarios exploran y manipulan objetos de manera natural, como si estuvieran presentes de forma física en el entorno digital. Esto consigue, una sensación de presencia y de interacción realista, algo muy valioso en sectores como la industria del entretenimiento, la educación, la simulación de entrenamiento y la terapia psicológica, entre otros.
Pese a sus capacidades, uno de los desafíos de la realidad virtual inmersiva es garantizar una experiencia sin trabas y libre de incomodidades. Conseguir estas aspiraciones implica la necesidad de tecnologías para mantener la coherencia entre los movimientos del usuario y la respuesta del entorno.
Los principales usos de la realidad virtual inmersiva
Esta tecnología es muy versátil, por lo que su empleo está cada vez más extendido, aunque destaca su uso en la industria del entretenimiento y los videojuegos. Los desarrolladores la utilizan para crear experiencias 360, lo que permite a los jugadores sumergirse por completo en el mundo digital y participar de manera activa en la narrativa y la acción propuestas.
El educativo es otro ámbito en el que resulta de mucha utilidad. Se utiliza para recrear escenarios formativos complejos o peligrosos en entornos seguros y controlados. Por ejemplo, los estudiantes de medicina pueden practicar cirugías virtuales, y los pilotos entrenar en simuladores de vuelo muy realistas. Así, la realidad virtual inmersiva mejora la retención del conocimiento y la adquisición de habilidades prácticas en un entorno interactivo y libre de riesgos.
La arquitectura y el diseño también sacan provecho de esta innovación. Los arquitectos son capaces de crear maquetas virtuales de edificios y espacios, lo que les permite visualizar y explorar sus ideas en tres dimensiones antes de llevarlos a la práctica. Disponen, por tanto, de una herramienta de gran utilidad para la toma de decisiones, la presentación de proyectos y la detección temprana de problemas.
Quizá menos conocido sea su utilización en la psicología, en concreto las terapias para afrontar diferentes problemas. El uso de entornos virtuales controlados, los pacientes afrontan con mayor facilidad sus miedos o dificultades. Un buen ejemplo es el tratamiento de la ansiedad y el estrés postraumático, ya que los pacientes experimentan situaciones virtuales que replican sus miedos o desafíos, pero en un ambiente que favorece su recuperación.
Por último, el desarrollo de la realidad virtual inmersiva va a ser clave en el impulso del metaverso y todo lo que este puede ofrecer para empresas y usuarios.
¿Cómo funciona?
Gracias a una combinación de hardware y software, se crea una experiencia tridimensional y envolvente para los usuarios. Después, se utilizan dispositivos como cascos de realidad virtual colocados sobre la cabeza del usuario y que cubren sus ojos, algo que bloquea su visión del mundo real y los sumerge en el nuevo entorno. Finalmente, se generan imágenes estereoscópicas para imitar la visión en 3D empleando pantallas de alta resolución y gafas especiales,.
Además de los cascos, se utilizan otros dispositivos para mejorar la interacción y la inmersión. Los mandos de seguimiento, también conocidos como controladores de movimiento, permiten interactuar con el mundo virtual mediante gestos. Se rastrea la posición y orientación en el espacio de los miembros para garantizar el realismo.
El software es otro elemento clave. Los desarrolladores componen entornos virtuales utilizando motores de juego o plataformas de desarrollo para generar los entornos. Con el fin de que la experiencia sea creíble, la calidad de los gráficos y la precisión del seguimiento del movimiento son fundamentales para lograr unos resultados satisfactorios. Una vez dentro del mundo virtual, cuesta diferenciarlo de la realidad física.