La metáfora
De mi papá aprendí lo básico del juego y a mis hijos les transmití eso que se, porque me parece que es algo que desarrolla el pensamiento estratégico, nuestra capacidad de analizar escenarios futuros y prepararnos para lo que pudiera pasar.
De mis tres hijos Isabella es la menor y la más juguetona. A ella le gusta jugar conmigo y hace algún tiempo comenzó a aprender a jugar ajedrez. Hoy en día es más fácil, porque al jugar en la tableta o el teléfono te sugieren los movimientos que puede hacer cada ficha. SI bien ella no tuvo que aprender a moverlas, si tuve que enseñarle el valor de conservarlas.
Muy al principio Isabella aprendió que cuando movía una ficha era posible que yo se la comiera. Que tenía que revisar a donde jugaba y quien podía atacarla. Más adelante también entendió que cuando ella me comía también yo podía comérmela a ella, si estaba “protegiendo la ficha”.
Aplicado a la vida corporativa
De algún tiempo para acá encontré que esta simple enseñanza aplica para la vida corporativa. Las personas que manejamos personal debemos “cuidar nuestras fichas”. Esto es acompañarlas en el trabajo diario y ayudarlas a examinar los posibles riesgos. Atenderlos en aquellas situaciones personales que los afectan y asegurarnos que se encuentren bien. Al fin y al cabo, las fichas son indispensables para jugar el juego.
Recuerdo una historia que nos contaron en un curso de gerencia hace años. Se trataba de un proyecto de alta envergadura fuera del país. Uno de los recursos repentinamente cambió de conducta y se le comenzó a ver distraído y desmotivado. El gerente del proyecto indagó que le estaba pasando y se enteró que tenía un problema familiar que no lograba resolver desde allí. El gerente decidió pagarle un viaje de regreso de una semana para que atendiera eso que le acontecía. La persona logró resolver y al regreso su foco en el proyecto se multiplicó porque logro concentrarse y además se encontraba muy agradecido.
Para mi este es un ejemplo del poder de cuidar nuestras fichas. De protegerlas y entender su valor. En el ajedrez un simple peón – la ficha más básica – se puede transformar en una reina si logramos que llegue al otro extremo del tablero y en la vida real estamos muchas veces ante el desarrollo de los grandes profesionales del futuro. Es muy satisfactorio ver subir personas que pasaron por nuestras manos y que recuerden con cariño esas primeras etapas de sus carreras.