Esta frase no solo limita nuestras funciones, sino que, cuando la escucho, me cuesta distinguir si la dice una persona o un robot.
¿Humanos o robots?
Decimos que los robots están diseñados para hacer exactamente lo que se les configura: seguir reglas, patrones y ejecutar tareas específicas. Ahora, con el hype de la IA, tememos que puedan volverse más inteligentes que nosotros, hasta el punto de imaginarlos como un Terminator que viene a destruirnos. ¡Gracias, Hollywood!
Pero aquí va mi reflexión: ¿Es posible que algo que está diseñado para ejecutar órdenes y cumplir reglas a la perfección sea capaz de «romperlas», mientras los humanos, que somos los creadores de estas máquinas, nos limitamos a decir: “¿Solo hago lo que me piden, ni un segundo más, ni una tarea extra que no esté en mi contrato”?
¿Ciencia ficción o realidad?
Robots evolucionando para pensar como humanos y, al mismo tiempo, humanos eligiendo involucionar para comportarse como robots.
No me malinterpretéis, pero el perfil de alguien que solo hace lo mínimo, que apaga su cerebro, que no busca mejorar ni reflexionar, me preocupa profundamente. Porque cuando no damos rienda suelta a nuestra creatividad, dejamos de aportar valor. Y cuando dejamos de aportar, nos convertimos en simples ejecutores de tareas, es decir, en robots.
¿Somos realmente productivos?
Trabajamos 8 horas al día, lo mínimo es que esas horas sean productivas, desafiantes y enriquecedoras. Rodeémonos de personas curiosas, con iniciativa, que no necesariamente tengan las mismas fortalezas, pero sí las mismas ganas de crecer. Equipos diversos, multidisciplinarios, y de alto rendimiento que trabajen en equipo, donde cada uno aporta lo mejor de sí para alcanzar un objetivo común.
Al final, el trabajo es, sí, para ganar dinero y vivir, pero ¿y si también lo convertimos en una oportunidad para ser mejores personas? Para ser más productivos, creativos e innovadores. Esa neurona extra que activas puede marcar la diferencia: generar mejores ideas, crecer profesionalmente y aportar más valor.
El papel de la inteligencia artificial
Por supuesto, la IA también juega un papel clave aquí. Si la tecnología puede sacar lo mejor de nosotros, ayudarnos a hacer nuestro trabajo más rápido y mejor, ¿por qué no aprovecharla? Si una herramienta puede facilitarme el día y permitirme terminar mis tareas en mis 8 horas de forma eficiente, no solo me voy a casa a tiempo, sino feliz, sabiendo que he hecho un aporte significativo. El contraste está claro: no seamos como aquel Pedro Picapiedras que solo esperaba que sonara la campana para salir del trabajo, aburrido y sin motivación. En lugar de eso, busquemos que nuestras horas de trabajo sean un espacio para crecer, aportar y evolucionar. ¡El cambio empieza con nosotros, a remar!