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El privilegio de ser “telefónica” y trabajar en Distrito

Sobre las 8:30 horas llego a Distrito Telefónica, en Las Tablas, Madrid. Tras dejar el coche, inicio mi paseo hacia mi edificio, que es Central. Un paseo que me encanta, no cambiaría mi plaza de aparcamiento por nada. Son minutos de gran disfrute. Primero, suelo sentir el agradecimiento de empezar el día con todos los míos bien, cada uno en su sitio, incluida yo, llegando al mío. Y segundo porque miro a mi alrededor y la belleza, elegancia y sencillez del entorno me producen buenísimas sensaciones. Me gusta la combinación de sus edificios modernos, de cristal, transparentes y sólidos, con unas zonas verdes preciosas y amplias, ¡de más de 168.000 m2 de parcela no construida!

Conoce el privilegio de ser “telefónica” y trabajar en Distrito contado por Marta Villar, empleada de Telefónica S.A.

Marta Villar Álvarez de Mon

Tiempo de lectura: 4 min

Diversidad

Esto es como un pueblo, con sus cuatro plazas (Norte, Sur, Oeste y Este) y cada una de ellas con una vegetación diferente y de lo más diversa, según el rincón (más sol, más sombras, luz…): abedules, arces, ciruelos, palmeras, olivos, robles, magnolios, tilos… Es un espectáculo, especialmente en otoño, con una variedad de colores increíble, y en primavera, con su colorido floral.

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El agua es piedra angular de todo el complejo, lleno de aljibes (que además recogen el agua de lluvia para regar), fuentes, estanques, y uno enorme, en la zona Central, como si fuera un lago. Me gusta especialmente cuando hay gente disfrutándolo, o hay patos, ocas y otras aves…con los árboles al fondo, entre los que destacan, al menos para mí, dos sauces llorones, que me traen buenísimos recuerdos de mi infancia.

El proyecto

El otro día leí un artículo muy interesante de mi compañero Emilio Rodríguez sobre las diferentes propuestas arquitectónicas para la nueva sede de Telefónica. Y me alegré muchísimo de que finalmente ganase el proyecto de Rafael de la Hoz, y no estemos en ningún rascacielos súper moderno desconectado de la naturaleza. Además, destaca también por lo sostenible, por ejemplo, los 16.000 paneles solares fotovoltaicos en las cubiertas o la fachada, que permite filtrar la luz solar, hacen posible ahorrar grandes dosis de energía y en climatización.

Un cambio cultural

En 2005 comenzó la llegada de compañeros a Distrito, algunos algo pesarosos al principio por dejar el centro de Madrid, donde se situaban gran mayoría de edificios de Telefónica. Yo lo hice en 2007, y aunque fue un gran cambio, venía de la histórica y preciosa sede en Gran Vía 28, desde el principio me gustó.

Además del magnífico exterior, también las zonas de trabajo me resultaron un avance. Espacios agradables, prácticos, abiertos, con mucha luz, más horizontales, flexibles, zonas de reunión, de encuentro, de formación, de innovación… Además, llegamos a las oficinas sin papeles, en las que se desincentivaba la impresión. Y con servicios de todo tipo a mano: restaurantes, cafeterías, bancos, farmacia, centros médicos, guardería, agencias de viajes…, que facilitan numerosas gestiones. También era una ventaja estar tan cerca de compañeros, verse fácilmente, y tener reuniones sin tanto desplazamiento.

La venida a Distrito también impulsó un cambio de horarios y nos hizo parecernos un poco más a otros lugares de Europa, con paradas más cortas para comer y salidas de la oficina menos tardías. Después de la pandemia, el cambio cultural fue todavía mayor, cuando el teletrabajo se acabó de consolidar.

Un cuarto de siglo como “telefónica”

Y la verdad es que el privilegio no es solo por el lugar de trabajo, sino por ser parte de una gran compañía, que este año cumple 100 años. Orgullosa por su historia de transformación, su liderazgo e innovación, fiel a su vocación de servicio y ganas de mejorar el mundo.

En poco tiempo, en abril de 2024, Telefónica cumple un siglo y yo, unos días después, 1/4 a su lado.  Años de aprendizaje y oportunidades en diversas áreas relacionadas con la Comunicación, en diferentes empresas del Grupo, ciudades y países. Años de cambios, de crecimiento, de grandes amigos, ¡incluso uno muy especial con el que me casé! Una empresa, que además me ha permitido compatibilizar un trabajo estupendo con ser madre y poder dedicar tiempo a mis hijas. Ellas, además, han ido disfrutado de un montón de eventos y experiencias relacionadas con Telefónica, por la que ya sienten un enorme cariño.

¡Una vida en Telefónica! Un privilegio: GRACIAS.

(Fotografías de Roberto Valentín Carrera)


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