Existe un amplio consenso sobre la idea de que Europa necesita más redes de banda ancha de alta velocidad. Recientemente, los directores ejecutivos de varias empresas de telecomunicaciones han redactado un escrito instando a los líderes europeos a revisar el Código Europeo de Comunicación y Electrónica y atenerse al espíritu original de los planes de la Sociedad del Gigabit de Europa al incentivar la competencia basada en la inversión. Esto ha funcionado bien en España, tal y como señalan algunos artículos de la prensa española.
Sin duda, España es diferente en lo que respecta al despliegue de redes de banda ancha ultrarrápidas. En un período de tiempo relativamente corto, los operadores de telecomunicaciones del país han instalado cables de fibra óptica que llegan a 31 millones de locales, más que Francia, Alemania, el Reino Unido e Italia juntos. En la OCDE, solo Corea y Japón tienen más.
España ha sido el país más rápido en desarrollar una red de tecnología de fibra para el hogar (FTTH) en Europa, gracias a unas adecuadas condiciones competitivas y regulatorias. En 2016, alrededor del 63 % de los hogares españoles tenía acceso a banda ancha ultrarrápida.
Los organismos reguladores de telecomunicaciones y los gobiernos europeos quieren fomentar un mayor despliegue de fibra y por una buena razón. Los cables de fibra óptica presentan muchas ventajas en comparación con el cobre que se utilizaba antes. Pueden transmitir más datos más rápido y en distancias más largas sin perder la señal, una ventaja particular para la televisión. Una red más rápida permite a los operadores de telecomunicaciones satisfacer la vertiginosa demanda de ancho de banda. Telefónica se ha convertido en una empresa impulsada por los datos, que factura más en servicios de banda ancha y conectividad que en servicios de voz y acceso.
Alto en fibra
En 2008, España estaba rezagada en Europa en términos de hogares aprobados con tecnología FTTH. Pero, en 2014, saltó al número uno en Europa. Invertir miles de millones de euros en redes de fibra óptica de última generación durante la crisis financiera no fue una elección evidente para Telefónica y sus iguales. La recesión redujo el PIB del país en casi una décima parte entre 2008 y 2013 y más de un cuarto del total de trabajadores buscaba un trabajo.
Varios factores hicieron que España estuviera especialmente preparada para el despliegue de redes de banda ancha ultrarrápidas. Ante un mercado de banda ancha cada vez más competitivo, Telefónica decidió invertir en fibra para transformar sus servicios.
Los operadores tuvieron acceso a las infraestructuras civiles de alta calidad necesarias para conectar la fibra al hogar. Esto incluía alcantarillas, ductos, postes y acceso a edificios, así como la obligación de los propietarios de proporcionar acceso a la infraestructura de fibra en el edificio. La disponibilidad de esta infraestructura, proporcionada por Telefónica, fue un factor diferenciador clave en España.
La regulación española también promovió la inversión y la competencia, creando incentivos para que los operadores desplegaran redes de fibra. Telefónica no estaba obligada a permitir el acceso de otros proveedores a nuestra red a velocidades superiores a 30 megabits por segundo y eso significaba que otros operadores desplegaban sus propias redes para competir por servicios de banda ultra ancha.
Telefónica lanzó «Movistar Fusión» y fue pionera en el llamado «Quad-play» en Europa, un paquete con descuento de servicios móviles, fijos, de banda ancha y televisión, en septiembre de 2012. La apuesta estratégica por la fibra le ha valido la pena a Telefónica: Movistar Fusión atrajo nuevos clientes y alentó a los clientes existentes a comprar más servicios.
Otros competidores pronto comenzaron a invertir y, más tarde, se consolidaron. En 2013, Jazztel llegó a un acuerdo para desplegar fibra junto con Telefónica. Vodafone y Orange también empezaron a invertir en sus propias redes de fibra. Vodafone finalmente compró el operador de cable Ono, y Orange compró Jazztel.
¿Y ahora qué?
Fuente: Analysys Mason & IDATE
En septiembre de 2017, Telefónica ha conseguido 18,6 millones de instalaciones con fibra en España, lo que la convierte en la red FTTH más grande de Europa. La nueva regulación podría conducir a una desaceleración en la expansión de la red. En algunos casos, tiene sentido que los operadores de telecomunicaciones reduzcan el riesgo asociado con el despliegue de la red, a través de acuerdos de coinversión o intercambio de redes comerciales. En lugares en los que no existe la ventaja competitiva de poseer las infraestructuras, los mecanismos de distribución de riesgos pueden ayudar a acelerar el despliegue de la red.
Por ejemplo, recientemente Telefónica llegó a un acuerdo comercial con Vodafone en España. Mediante este acuerdo, Vodafone podrá acceder a la fibra de Telefónica, no solo en algunos municipios que están sujetos a regulación, sino también en otros en los que Telefónica no tiene obligaciones de acceso mayorista a la fibra.
Este enfoque basado en el mercado podría aplicarse en cualquier otro lugar y ayudar a informar acerca del debate actual sobre el Código Europeo de Comunicaciones Electrónicas, que tiene como objetivo fomentar la inversión en redes superrápidas. Europa ha perdido la ventaja tecnológica que tenía en la década de 1990 y corre el riesgo de seguir en la cola en una etapa en la que pronto podría haber miles de millones de nuevos dispositivos inteligentes conectados a Internet. Será clave tener redes con garantía de futuro.