El pasado 1 de agosto, un tribunal estadounidense ordenó detener la aplicación del recién restablecido régimen federal de neutralidad de la red mientras se alcanza una decisión definitiva sobre su legalidad.
Probablemente uno de los aspectos más noticiables de esta decisión ha sido el escaso eco mediático que ha tenido. Algo parece estar cambiando.
El restablecimiento de la neutralidad de red en EEUU
Recordemos que el regulador estadounidense de las telecomunicaciones, la FCC, aprobó en abril de 2024 restablecer las normas de neutralidad de la red, que habían sido derogadas en 2017. Estas nuevas normas entraron en vigor el 22 de julio de 2024.
En el caso de Estados Unidos, el debate en el ámbito legal sobre la neutralidad de la red, desde hace muchos años se centra no tanto en el contenido de la norma, como en la legitimidad del regulador para aprobar una normativa que afecta al mercado de la banda ancha.
Lo interesante de la sucesión de aprobaciones y derogaciones de la normativa de neutralidad de red en Estados Unidos es que ha permitido mostrar de una forma muy clara, basado en evidencias y hechos, el verdadero impacto y necesidad de la normativa de neutralidad de red. Y la realidad es que el mercado americano en el período 2017 – 2024 ha mostrado que el impacto y necesidad de esta normativa es ninguno.
A pesar de las predicciones apocalípticas que coparon los titulares de los periódicos en el año 2017, que vaticinaban que al derogar la normativa de neutralidad de red se acabaría la Internet como la conocíamos, lo cierto es que el ecosistema digital estadounidense ha continuado vibrante y dinámico como nunca.
Se han escuchado pocas explicaciones de aquellos que con tanta vehemencia dibujaron un panorama apocalíptico en 2017.
El debate global sobre la neutralidad de red
La regulación de la neutralidad de la red es probablemente la regulación más debatida en todo el mundo, la que ha generado discusiones más encendidas en el ecosistema digital, y cuyo impacto y relevancia ha mostrado ser más intrascendente.
Entiéndase que intrascendente en lo que se refiere a los objetivos para garantizar una Internet abierta que fueron enunciados en el año 2005, y que son hoy ampliamente compartidos:
- Todos los usuarios deben poder acceder a cualquier contenido legal de su elección,
- ejecutar cualquier aplicación legal de su elección y
- conectar cualquier dispositivo de su elección, si no daña la red.
Cuán olvidados han quedado estos principios originales en la maraña regulatoria desarrollada en estos 19 años.
La regulación de neutralidad SI ha tenido un claro impacto, no sobre la preservación de una Internet abierta para los usuarios o consumidores finales, sino sobre la introducción de un desequilibrio en el ecosistema digital. Ha otorgado una ventaja competitiva a un número reducido de empresas que proporcionan la mayor parte de los servicios de Internet, frente a otras empresas del ecosistema, muy en particular los operadores de telecomunicación.
La paradoja de la normativa de la neutralidad de red
Una de las grandes paradojas de la regulación y normativa de la neutralidad de red, es que nació para limitar la capacidad de ejercer como gatekeeper a los operadores de telecomunicación en el ecosistema digital de Internet.
En el año 2024 es evidente y ampliamente reconocido en recientes iniciativas legislativas como la Ley de Mercados Digitales (DMA), o la legislación sobre Inteligencia Artificial, que la capacidad de ejercer como gatekeeper en el Internet actual corresponde a otros agentes, muy en particular a las grandes empresas tecnológicas. Los operadores de telecomunicación hace tiempo que perdieron esa capacidad, a pesar del celo de los reguladores de telecomunicación por mantener una visión de una Internet que ya no existe.
Mantener una regulación y una normativa que no solo no limita el poder de los grandes gatekeepers de Internet, sino que lo refuerza y amplifica, no se puede entender como la forma de garantizar una Internet abierta en el año 2024.
Una Internet en que el 60% de todo el tráfico que circula por las redes proviene de sólo 7 empresas no parece que responda al objetivo y ambición de una Internet abierta que recogían los principios del año 2005. Más bien al contrario, probablemente se ha convertido en el entorno económico más concentrado de todos los tiempos, y de cualquier sector económico, y además a nivel global. No parece que sea un resultado que pueda llevarnos a estar orgullosos del efecto de las regulaciones de la Internet abierta, sino más bien para introducir muchas dudas de su impacto y efecto.
Esta realidad se está abriendo camino en muchos países y geografías. Se abrió paso en Estados Unidos: el escaso interés que ha despertado las recientes actuaciones de la FCC muestra hasta qué punto responden a una realidad política, más que a una necesidad del mercado.
Otras geografías, especialmente en Asia, entendieron que la regulación de la neutralidad de la red no beneficiaba a su ecosistema digital, sino más bien al contrario, lo perjudicaba, especialmente a su industria digital local. Esto los ha llevado, en gran medida, a adoptar un enfoque basado en recuperar los principios originales de la neutralidad de la red, dejando a un lado el enfoque regulatorio aplicado en otras regiones.
Recientemente, el regulador inglés también ha iniciado una revisión de la regulación de la neutralidad de red, con el objetivo de adoptar un modelo más flexible que permita tanto a consumidores como empresas beneficiarse de las innovaciones tecnológicas y posibilidades que traen consigo las nuevas redes 5G y de fibra.
De manera similar, el presidente del regulador brasileño ha mostrado su extrañeza por una regulación que favorece de manera tan injustificada a las grandes empresas de Internet, perjudicando a otros agentes del ecosistema digital.
La situación en Europa
Europa mantiene la regulación de la neutralidad de red bajo la premisa de que preserva la Internet abierta. Esta situación se mantiene a pesar de las nulas evidencias de que esta regulación haya tenido alguna influencia en el mantenimiento de una Internet Abierta. Además, existen muchas evidencias que indican el refuerzo del poder de mercado de las grandes empresas de Internet. También se observa el desequilibrio que introduce en el ecosistema digital, las dificultades que incorpora para la innovación en el segmento de la conectividad, y por ende los perjuicios para los usuarios finales.
Se abre la esperanza de que la evidencia que ha mostrado el mercado de Estados Unidos en el período 2017 – 2024 empuje a otras geografías, y muy en particular a Europa, a revisar unos supuestos regulatorios que se han alejado de los principios y objetivos de la Internet Abierta.
Estos principios y objetivos siempre han despertado un amplio consenso, pero parece claro que precisan un enfoque regulatorio adaptado a la realidad del ecosistema digital en el año 2024.