Introducción
Se han vertido ríos de tinta sobre cómo han ido cambiando las tendencias de consumo de los lectores, con especial énfasis en el propio formato de los libros y el estelar aterrizaje del libro electrónico a nuestras vidas cotidianas. Este soporte puede llegar a tener múltiples ventajas (daría para un post completo sobre el tema), aunque, si aquí se me permite, a título personal diré que sigo siendo un enamorado del formato en papel: sentir el peso del libro, pasar las páginas o el propio olor se convierten en sensaciones únicas e inigualables.
Sin embargo, hay otro tema del que quizá se hable menos. ¿Cómo de presente están actualmente en las tramas los avances tecnológicos y el propio sector de las telecomunicaciones? ¿Influyen en el devenir de la historia en concreto? ¿Los nuevos autores de ficción tienen en cuenta los drásticos cambios de los últimos años? La respuesta, definitivamente, es sí. Tanto que, incluso cuando la propia tecnología no existía, no deja de ser una realidad que un buen número de avances tecnológicos ha encontrado su germen en alguna obra de ciencia ficción. Puede que lo hayamos visto de forma más reciente (y evidentemente, visual) en la industria del cine, pero en el aspecto literario llevamos siglos trabajando sobre ello. Como lector, muchas de las obras de Julio Verne son las primeras que emergen de forma instantánea en mi subconsciente, lo que, al igual que muchas otras tantas anteriores y posteriores a las del célebre autor francés, han ido sirviendo de inspiración para lo que ha ido llegando después.
El auge de la tecnología
Por otro lado, disponemos ya de decenas de miles de textos (novelas, relatos cortos y casi cualquier género literario que se quiera abordar) en la que las referencias a plataformas como WhatsApp, Facebook e incluso el propio uso del teléfono móvil, están presentes de manera cotidiana. De hecho, existen numerosas tramas (cada vez más) cuyo eje central gira en torno a Internet, las redes sociales, y el impacto que estas generan en las personas y entornos de referencia. La lista es tan extensa como la tecnología o el sistema concreto que se quiera tratar. Por ejemplo, hoy en día, cuando nos encontramos ante un texto en el que se afronta una investigación policial, es imposible no tener en cuenta lo que los últimos avances tecnológicos aportan los procesos de investigación: cámaras de seguridad, triangulaciones de antenas móviles como método de rastreo, chequeo de dispositivos telemáticos y así, una larga lista que va creciendo día a día.
Conclusiones
No obstante, desde el punto de vista estrictamente literario, ¿dónde está el equilibrio entre explicar algo que para una parte del público podría resultar novedoso, pero sin resultar demasiado técnico o caer en la tentación de meternos en un embrollo particularmente tedioso? ¿Está el autor o autora siendo excesivo con las explicaciones hasta tal punto de aburrir al lector y perder la perspectiva de lo verdaderamente importante? Aquí, cada cual lo resuelve de una manera y todas son perfectamente válidas, pero como lector siempre preferiré que prime la historia, los personajes y la emoción antes que saber la forma en la que se ha localizado a una persona mediante triangulación de antenas móviles con la retahíla técnica que eso conlleva detrás.
En resumidas cuentas, la literatura ha convivido desde sus inicios con la tecnología y las comunicaciones del momento, en muchos casos yendo uno o varios pasos por delante de ambas. Lo más curioso, es que, pese a la cantidad de avances que se producen en un mundo como el actual, la imaginación suele ir por delante por lo que, probablemente esto siga siendo así, al menos, unos cuantos siglos más.