Me sorprendió ver a una señora intentando subir unas escaleras mecánicas al revés. De repente, me di cuenta de que estaba yendo contracorriente, actuando de manera diferente, y al final logró su objetivo siendo única y diferente.
Entonces comprendí que tendemos a hacer lo mismo de siempre, lo que se espera, lo que está bien visto. Actuar diferente nos hace sentir raros o extraños, e incluso nos lleva a cuestionarnos si estamos haciendo lo correcto o si debiéramos seguir el mismo camino que los demás.
La lucha por la autenticidad en un mundo conformista
La sociedad nos impone sus normas y expectativas, dictando el camino que debemos seguir. Aquellos que lo siguen son admirados y convertidos en modelos a imitar. Pero ¿son estos modelos realmente nuestros? ¿O son simplemente una imitación ajena a nuestra autenticidad? Vivir según las expectativas sociales a menudo conduce a la frustración y la insatisfacción, sin que nos demos cuenta.
Desde la infancia, actuamos de manera espontánea y auténtica, pero a medida que crecemos, nos enseñan a conformarnos con las normas establecidas. La sociedad nos dice que el éxito y la seguridad se encuentran siguiendo un camino predefinido. Sin embargo, cualquier desviación de este camino es considerada una mala decisión.
Es difícil ser diferente, ya que se asocia con estar equivocado o ser rebelde. Todos deseamos ser aceptados, y a menudo sacrificamos nuestra autenticidad para encajar en el molde establecido. Pero debemos ser conscientes de que esto nos hace vulnerables, ya que nuestra felicidad depende del reconocimiento de los demás.
Si detenemos por un momento nuestro frenético ritmo de vida y reflexionamos sobre el papel que desempeña la sociedad en la formación de nuestra identidad y comportamiento, nos daremos cuenta de que estamos constantemente influenciados por las normas y expectativas que nos rodean. Desde que nacemos, nos vemos inmersos en un entorno social que nos enseña cómo comportarnos, qué valores adoptar y qué metas perseguir. Estas normas sociales actúan como guías invisibles que moldean nuestras decisiones y determinan nuestras acciones.
La sociedad nos presenta un conjunto de modelos de comportamiento que son considerados como ideales a seguir. Aquellos que se ajustan a estos modelos son generalmente admirados y aplaudidos, mientras que aquellos que se desvían de ellos son a menudo marginados o criticados. Esta presión social para conformarnos con las expectativas establecidas puede tener un impacto significativo en nuestra autoestima y satisfacción personal.
Es interesante notar cómo, desde una edad temprana, nos enseñan a reprimir nuestros impulsos naturales y a conformarnos con las normas sociales. Los niños, que son la personificación de la espontaneidad y la autenticidad, aprenden rápidamente a adaptarse a las expectativas de los adultos y a comportarse de manera «aceptable» según los estándares sociales. Este proceso de socialización nos lleva a internalizar las normas y valores de la sociedad, y a conformarnos con el «camino preestablecido» que se nos presenta como el único camino hacia el éxito y la felicidad.
Sin embargo, esta conformidad con las normas sociales puede llevar a una sensación de vacío interior y falta de autenticidad. A menudo nos encontramos sacrificando nuestras propias necesidades y deseos en aras de encajar en el molde que la sociedad ha creado para nosotros. Esta desconexión entre lo que realmente somos y lo que la sociedad espera de nosotros puede generar sentimientos de alienación, frustración e insatisfacción.
Es fundamental reconocer que la búsqueda de la felicidad y el éxito no debe estar dictada por las normas sociales, sino por nuestra propia autenticidad y genuinidad. Aquellos que han logrado la verdadera felicidad y el éxito son aquellos que han tenido el coraje de desafiar las expectativas sociales y seguir su propio camino, incluso cuando eso significaba nadar contracorriente. Estas personas han cultivado su yo interior, han dedicado tiempo a su crecimiento personal y han aprendido a valorar su singularidad y autenticidad.
El camino hacia tu verdadero propósito
Las evidencias científicas respaldan la idea de que desafiar la corriente en ciertos momentos es esencial para fortalecer nuestra felicidad y alcanzar la realización personal. En un mundo donde la mayoría de las personas, aproximadamente el 90%, experimentan algún grado de insatisfacción con su vida, solo un pequeño porcentaje, alrededor del 10%, se considera plenamente feliz y exitoso. Este contraste revela la importancia de explorar caminos alternativos, incluso contrarios a la corriente principal, para encontrar la verdadera felicidad.
¿Cuál es el secreto detrás de este reducido porcentaje de individuos satisfechos? Muchos de ellos han descubierto que ir contracorriente es una parte fundamental de su viaje hacia la felicidad y el éxito. Han tenido el coraje de desafiar las expectativas sociales y las normas establecidas, optando por seguir su propio camino y desarrollar su yo interior. En lugar de conformarse con lo que se espera de ellos, han buscado activamente su propósito único y han dedicado tiempo y esfuerzo a su crecimiento personal.
Sin embargo, el camino de ir contracorriente no está exento de desafíos. Aquellos que eligen este camino deben enfrentarse a críticas, dudas y obstáculos en su camino. Desde el escepticismo de los demás hasta la incertidumbre interna, cada paso hacia adelante puede parecer una batalla. Pero son precisamente estas batallas las que fortalecen su determinación y les permiten crecer como individuos.
Por lo tanto, encontrar el éxito y la felicidad auténticos implica más que simplemente seguir el camino trillado por la sociedad. Requiere valentía, autenticidad y una disposición a desafiar las normas establecidas. Al nadar contracorriente, estamos abrazando nuestra singularidad y forjando nuestro propio destino. Es en este acto de desafío que encontramos la verdadera libertad y la realización personal.