La música y sus beneficios

Hoy empiezo este artículo citando a Napoleón, el cual decía que “la música es el menos molesto de los ruidos” o “la música es el más bello de los ruidos, pero ruido al fin y al cabo”.

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Pedro Javier Torresano

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Tiempo de lectura: 11 min

Los historiadores no se ponen de acuerdo en cual de las dos frases pronunció, si pronunció las dos, o si es una de esas citas que se le atribuyen pero que nunca dijo, vete tú a saber.

Diferencia entre música y ruido

La cuestión es que, la diferencia entre el ruido y la música está en la belleza. Si tiene belleza, es música y si no, es ruido y esa belleza parece residir en la combinación de tres ingrediente, melodía, armonía y ritmo. Si un ruido tiene esos tres ingredientes, se convierte en un sonido agradable que nos inspira emocional y racionalmente, nos remueve los sentimientos y nos da placer, si carece de alguno de ellos, en el mejor de los casos, nos es indiferente y en el peor, nos molesta.

Ya desde el comienzo de las primeras poblaciones humanas, las personas descubrimos el poder emocional del sonido y cómo haciendo sonar “el ruido” de determinada manera, nos afectaba positivamente. Con la evolución social, los humanos fuimos descubriendo diferentes maneras de crear sonidos nuevos, desde las flautas de hueso encontradas en los yacimientos paleolíticos hasta los sintetizadores digitales y fuimos innovando y aprendiendo a combinar esos sonidos, siempre adaptándose a las circunstancias sociales de cada época lo que nos ha llevado desde los himnos hurritas del 1400 ac (la composición musical más antigua que conocemos) hasta el último éxito pop de Taylor Swift. La música, como el resto de las disciplinas artísticas, evoluciona y se adapta en técnicas, materiales (instrumentos) y temática acorde al momento histórico en el que se esté. Las composiciones musicales son una magnífica fuente de conocimiento para entender las sociedades en las que se escribieron.

No voy a hablar ni de la historia de la música, ni las razones físicas de por qué unos sonidos son consonantes y otros disonantes, tampoco de cómo se traduce esas características físicas de las ondas en teoría musical, sino de cuáles son los beneficios que nos trae la música como seres sintientes, pero no quiero hacerlo con una lista de ventajas demostradas científicamente, para eso, se escribe en ChatGPT “beneficios de la música” y ya lo tendríamos. Lo voy a hacer desde mi experiencia vital como músico y como melómano (como creador y consumidor), lo que la música significa en mi vida y lo que me ha aportado. Puede sonar egocéntrico, pero es lo que puedo dar, el punto diferenciador frente a proponerle el tema a la inteligencia artificial.

Mi reflexión

Que la música afecta a la mente es algo que todos hemos experimentado en nuestras propias carnes, curiosamente, ese poder “casi mágico” afecta no sólo a los humanos sino al resto de animales que tengan cierto nivel de desarrollo neurológico. Esto lo he podido comprobar yo mismo con Leia, mi gata, siempre que me pongo a practicar, ella se sienta en la puerta de la habitación donde en mi casa guardamos los instrumentos y se queda allí, quieta y no se mueve hasta que termino. La puedes ver moviendo las orejas y cerrando y abriendo los ojos según la intensidad con la que interpreto la pieza o practico el ejercicio. Sé que eso no pasa con los reptiles, se ve que, a partir de cierto desarrollo neurológico, las leyes que hacen que un sonido sea armónico te afectan independientemente de que cada especie tiene un rango de frecuencias audibles y sus cerebros den más predominancia a unas que a otras y que, evidentemente, ella no escucha la pieza de la misma forma que yo.

Para la mayoría, la música es un elemento agradable en sus vidas, para mí, la música fue la salvación. Ahora soy un adulto perfectamente funcional, los que me conocen saben que soy extrovertido, sociable y con una vida social y profesional plena pero no siempre fue así.

Yo era un niño con TDAH en un momento en el que no existía un conocimiento generalizado de lo que era eso. Tenía problemas de concentración, de control de mis impulsos y de sociabilidad. Ningún profesor cayó en la cuenta de que podía tener una afección y mis padres, mucho menos, era simplemente un niño raro. Candidato al ostracismo y el bullying en el patio, pero ese niño “especial” sentía admiración por la gente que hacía música, veía a las orquestas, a los intérpretes en los bares y en la televisión, a cualquiera que tocase un instrumento y se maravillaba como algunos chavales se maravillan con los futbolistas. Me parecía muy difícil y mágico lo que hacían.

Nunca me medicaron, ni me trataron profesionalmente para ayudarme con esta característica, de hecho, me fue diagnosticado con casi 40 años, a raíz de que se lo descubrieron a mi hijo y nos hicieron a mi mujer y a mí los test que revelaron que lo tenía y todo cobró sentido. Yo no tuve Medikinet, ni sesiones de neurología y psicología, pero afortunadamente, tuve instrumentos y referentes motivadores con los que inspirarme y eso me salvó, me ayudó a sobreponerme, mejorar y superarlo, ¿cómo? Pues ahí va la lista de razones:

La música mejora la capacidad de atención y la concentración: Es evidente que para aprender a tocar un instrumento se necesita atención y concentración, para un niño con problemas en esos dos aspectos, el aprender a tocar un instrumento puede ser una forma divertida de entrenar esas dos habilidades, afortunadamente, mis padres veían la música como un “hobbie prescindible” por lo que no me presionaban y me dejaban ir a mi ritmo. Esto es algo que le digo a todos mis amigos que me dicen que su hijo/a quiere aprender a tocar un instrumento, es imperativo que el niño lo vea como ve los videojuegos, que al principio no se te da bien pero que como es divertido, lo practicas con gusto y poco a poco lo vas haciendo mejor hasta que lo dominas. Si presionas al niño con teoría musical y le obligas a practicar contra su voluntad, lo verá igual que otra asignatura obligatoria y terminará dejándolo en cuanto tenga la oportunidad.

Esta capacidad para incrementar la concentración y la atención no sólo se consigue “tocando música” sino también escuchando música. La música hay que saberla escuchar poniendo atención en los detalles, en los arreglos de todos los instrumentos, fijarse en cosas que a mucha gente se les pasa desapercibido, es como si desmontáramos el sándwich y lo disfrutamos por partes. Si enseñas a un niño a escuchar la música de esa manera le estarás ejercitando la atención y la concentración, descubrirá pequeños tesoros en forma de arpegios, escalas y riffs y escuchará las canciones varias veces como si fuera la primera vez. Además, le darás la capacidad de darse cuenta del engaño de la “canción de plantilla” pero por ahí no voy a seguir, que no quiero que nadie se ofenda. Escuchar música también es una buena forma de entrenar la atención y la concentración.

  • Mejora de la memoria: Practicando con un instrumento desarrollas la memoria, pero está demostrado que la escucha activa de la música, tal y como expliqué en el punto anterior, también ejercita las áreas del cerebro encargadas de la memoria a largo y corto plazo. Para un niño que le costaba retener ideas, la escucha activa y la práctica y el estudio de la disciplina musical era como hacer pesas con el cerebro.
  • Reducción del estrés, la ansiedad y mejora del estado de ánimo: Con esto no creo que esté descubriendo el mundo a nadie ¿o quizás sí? Todos lo experimentamos como mojarnos si salimos a la calle cuando llueve. No me detendré más en este punto.
  • Ayuda en el desarrollo de las matemáticas, el lenguaje y las habilidades espaciales, y, por tanto, incrementa el rendimiento académico y la motricidad: Los expertos aseguran que aprender patrones rítmicos y estructuras musicales, ya sea con el estudio o simplemente con la observación activa de la música mejora la comprensión matemática, las capacidades lingüísticas, y con ello, el rendimiento escolar. Además, mejora la capacidad de manejar y visualizar objetos en el espacio.
  • Eso es lo que dice la ciencia y mi experiencia corrobora esta afirmación. Como he dicho, de niño no era especialmente brillante en la escuela y era bastante torpe de movimientos, no obstante, a medida que avanzaba en el conocimiento musical, mi rendimiento académico avanzaba en igual medida y mi torpeza disminuía. Al final pude acabar dos carreras, y algún master, me defiendo más o menos bien en inglés y francés y practico deporte regularmente con resultados aceptables. Estoy seguro de que la música fue un factor fundamental en todos esos logros.
  • Incrementa la autoestima y la seguridad en uno mismo: Esto es más de la parte del musico que de la parte de melómano. Como dije, no tenía muchas habilidades sociales, el bajo rendimiento académico y deportivo, los desplantes y burlas de profesores y compañeros de colegio en mi infancia no ayudaban a tener un alto concepto de mí mismo, pero el estar sobre un escenario desde los 16 años y haber dado, a lo largo de mi vida … No sé … ¿200 conciertos? Fue una muy buena forma de quitarme el miedo escénico y de “romper hielos”, además, los propios logros con el instrumento y los aplausos suben mucho el ego. Puedo decir que a mi me esculpió el carácter.
  • Mejora de las habilidades sociales: Haber colaborado con otros músicos en bandas, conciertos y grabaciones me ha hecho conocer a mucha gente, pero además aprender a trabajar en equipo, coordíname, colaborar y a encajar mi trabajo con el de los demás para crear algo más grande que la suma individual de las partes. Una banda está formaba por varias personas, cada una con sus intereses, su personalidad, sus problemas, su escala de valores y prioridades lo que es fuente de conflicto, en la mayoría de los casos, ni siquiera se gana dinero y se trabaja bastante. Hay que desarrollar una buena empatía, capacidad de negociación y conciliación para que funcione y, sobre todo, para que cuando acabe, como cualquier grupo de trabajo, una banda está avocada a finalizar, acabe bien. Durante mucho tiempo, en el mundo de las empresas se veía lo de tocar en bandas como algo negativo, como que los que lo hacemos tenemos “pajaritos en la cabeza”, queremos ser como los Beatles y no somos trabajadores serios, pero si se mira con frialdad, debería de ser un punto a favor porque, creedme, el dicho gitano de “que con músicos te veas” es muy cierto y los que lo hacemos practicamos todas esas aptitudes que en las empresas son importantísimas.

Todo esto es por el lado del músico, pero desde el lado del melómano, la pasión por la música también ayuda a la cohesión social. Acudir a festivales, conciertos, salas de música, o simplemente hablar de música con otros amantes de los mismos estilos son actividades que enriquecen la vida social de las personas.

  • Fomenta la creatividad: Al igual que el punto de la reducción del estrés y el estado de ánimo, no voy a detenerme mucho en este punto. Que aprender arte, ya sea música, pintura, teatro o lo que sea nos hace más creativos es un hecho, pero prestar atención a la música, escuchar activamente fomenta la creatividad del mismo modo que leer mucha literatura u observar con atención los detalles de un buen cuadro. No necesito poner ejemplos personales porque todos lo vivimos.
  • Fomenta la curiosidad cultural: Los que tienen un gusto musical a estilos como los heavies, rockeros, aficionados a la música clásica, al jazz o al flamenco suelen tener más inquietud cultural. No lo digo yo, lo dicen muchos estudios académicos. Ahí están los de la universidad de Warwick en Inglaterra, la de Heriot-Watt en Edimburgo o el informe presentado en la décimo octava conferencia anual de la asociación de psicología de Nueva York.
  • Fomenta la identidad personal: La música puede ser una parte integral de la identidad personal. Estudiar y escuchar activamente música ayuda a los individuos a explorar y definir quiénes son y qué les apasiona. El mi caso personal, no creo que hubiera sido la persona que soy hoy día, ni hubiera hecho las cosas que me han llevado hasta aquí sin el acompañamiento de la música como la banda sonora de mi vida.

Para concluir este artículo, hemos repasado sólo algunos de los beneficios que, según la ciencia, nos aporta la música, pero visto desde la perspectiva subjetiva de mi propia experiencia. Hemos repasado como la música hizo las veces del “Concerta” y aunque estoy seguro de que todo hubiera sido más fácil con un tratamiento médico, sin la música, seguramente no habría hecho ni la mitad de las cosas que he hecho en mi vida y eso me obliga a recapacitar.

Yo soy la prueba viviente de que la “musicoterapia” es eficaz y enseñar a los niños a escuchar y a valorar la música tiene una gran utilidad sin contraindicaciones.


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