Aunque el convulso año 2020 está a punto de terminar, será recordado como el año de la pandemia, pero también, como el momento en que nuestro mundo se volvió digital, sin posibilidad de volver atrás.
El cierre sin precedentes de las economías y las sociedades debido a la pandemia COVID-19 ha generado una crisis económica difícil. Este parón ha golpeado a todos los países y sectores económicos y la mayor parte del mundo se enfrenta a una recesión profunda y desigual. El aumento de las desigualdades, un cruel revés especialmente para los más jóvenes y los más pobres, y el incremento vertiginoso de las tasas de desempleo están potenciando el riesgo de una crisis social de dimensiones históricas.
Ante este trasfondo, también es importante ver que la crisis actual también nos ofrece la oportunidad de reinventar y reconstruir un futuro mejor, aprovechando las tecnologías digitales y la colaboración.
Como se destacó esta semana durante la Conferencia Anual del IIC (Instituto Internacional de Comunicaciones) en Washington DC, en la que tuve el honor de participar, la eficacia y la rápida habilitación de los servicios digitales y las redes de telecomunicaciones mejoradas fueron un elemento clave. La conectividad y el poder «estar conectado» son nuestros mejores aliados para mantener nuestras vidas y economías, mientras que el personal de atención de la salud y los científicos están en primera línea en la lucha contra el virus COVID-19. A este respecto, la pandemia ha demostrado la dimensión esencial de las infraestructuras de conectividad y el sector de las telecomunicaciones ha demostrado ser un socio fiable al garantizar la continuidad de los servicios de conectividad.
Ha llegado el momento de reconstruir mejor nuestras sociedades y economías
En Telefónica creemos que es el momento de considerar cómo nuestras sociedades pueden recuperarse de la actual crisis económica y evitar una crisis social mayor. Estamos convencidos de que tenemos la oportunidad de diseñar una recuperación sostenible e inclusiva, a través de un nuevo Pacto Digital que reconstruya mejor nuestras economías y sociedades.
Se necesitarán medidas concretas como: estimular la economía con infraestructuras, utilizar la tecnología y la innovación para aumentar la productividad; potenciar la demanda; invertir en el Estado de bienestar, la inclusión y la sostenibilidad; y reconstruir la cooperación, la solidaridad y la gobernanza institucional con vínculos más estrechos y ágiles. Ha llegado el momento de iniciar la recuperación, aprovechando la digitalización generalizada y reforzando los cimientos del crecimiento futuro.
Proponemos un esfuerzo de cooperación entre el sector privado y el público en torno a cinco pilares:
El primer pilar está relacionado con la necesidad de luchar contra la desigualdad, principalmente invirtiendo en la capacitación digital, el reciclaje de las personas, la modernización de la educación y la adaptación de los marcos del Estado de Bienestar, el trabajo y la protección social.
El segundo tiene como objetivo promover la digitalización para una sociedad y una economía más sostenibles, apoyando a los sectores clave, las tecnologías y la innovación, acelerando la transición verde y la digitalización de las PYMES y las Administraciones Públicas.
En tercer lugar, debemos construir una conectividad inclusiva y sostenible, fortaleciendo e invirtiendo en redes de muy alta capacidad que nos proporcionen competitividad. Necesitamos más inversiones en redes y debemos revisar y cambiar todas las políticas y regulaciones que no logren hacer más atractivas las inversiones en fibra y redes 5G. No se trata de una cuestión de importancia para el sector de las telecomunicaciones, sino para toda la economía debido a la naturaleza transformadora de la fibra y la conectividad 5G.
Al mismo tiempo, en cuarto lugar, es necesario garantizar una competencia leal en la economía digital mediante la modernización de los marcos fiscal, reglamentario y de competencia, a fin de crear condiciones equitativas para todos los participantes en el mercado y una reglamentación acorde con los nuevos tiempos.
Por último, debemos mejorar la confianza mediante el uso ético y responsable de la tecnología, respetando la privacidad, la seguridad y otros derechos digitales en una economía de datos.
En pocas palabras, nuestro Pacto Digital pide un cambio normativo para que la digitalización y las inversiones sean una solución para superar la crisis, pero también propone políticas para apoyar una digitalización inclusiva y más justa en la que nadie se quede atrás.
Nos comprometemos a cerrar la brecha digital, pero también necesitamos que los gobiernos modernicen los marcos políticos y normativos para apoyar las nuevas inversiones, la competencia leal y hacer frente a las desigualdades exacerbadas por la crisis actual.
Un paradigma regulador adaptado a la era digital
Las infraestructuras de conectividad de banda ancha son la espina dorsal de la digitalización y, por lo tanto, necesitamos un sector de telecomunicaciones más fuerte, más competitivo y más resistente en Europa y América Latina.
Los mercados europeos están sufriendo una mayor presión sobre los ingresos, y un marco normativo y de mercado que conduce a un rendimiento insuficiente de las inversiones, lo que es fundamental en un sector de gran intensidad de inversión. Los esfuerzos de inversión se han incrementado en la región, mientras que los recursos se han agotado debido a la disminución de los ingresos.
En Europa se ha prestado demasiada atención a las políticas centradas exclusivamente en la reducción de los precios y se ha hecho muy poco para garantizar la sostenibilidad a largo plazo de los mercados y unos niveles de inversión adecuados. La brecha digital que vemos hoy en día ha sido creada en gran parte por decisiones políticas y reglamentarias a corto plazo.
El «dogma europeo» también ha llevado al rechazo de la consolidación en el mercado o de remedios muy estrictos y a la promoción de nuevos participantes apoyados artificialmente. Esto está poniendo en peligro la sostenibilidad del mercado de las telecomunicaciones en algunas regiones y ha creado menos inversiones en Europa que en otras partes del mundo desarrollado.
Los encargados de la formulación de políticas y los reguladores deben cambiar su paradigma regulatorio. Un marco de políticas favorables a la inversión es más importante que nunca, ya que exige la desregulación y pone fin a la devaluación regulatoria de las infraestructuras. La regulación se ha aplicado de manera asimétrica solo a las industrias y servicios tradicionales (como el sector de las telecomunicaciones), con una ausencia injusta de un campo de juego equilibrado (Level-Playing-Field) y una devaluación de las inversiones en infraestructura.
Mirando hacia el año 2021, ha llegado el momento de cambiar todo esto y reconstruir mejor nuestras sociedades y economías. Más que nunca, necesitamos nuevas políticas para los nuevos tiempos y desafíos.