Mi comienzo del día
Soy de los que necesitan liberar toda esa energía antes de empezar la jornada, y para eso, el gimnasio es mi santuario. Sí, el mundo me lo agradece, porque después de esa descarga, ¡hay menos agobio para todos! (Y para la humanidad)
El ejercicio no es solo un tema de estar en forma físicamente, es también una manera de preparar la mente. Mientras levanto pesas o hago mi rutina, es como si se fueran aclarando las ideas. Cuando termino mi sesión, me siento renovado, listo para enfrentar el día y con la mente despejada para lo que venga. Y justo ahí, es cuando digo: “¡Ahora sí, empieza el día!”
¿Después? Bueno, después viene la parte que mis perritos han decidido que es suya. ¡Sí, mis queridos amigos peludos! Ellos son los que llevan la batuta. Si me preguntas para qué tengo perros, te diré que claramente es para sacarlos (¡y de paso seguir quemando energías!). Es una rutina que ya hemos perfeccionado: ellos me pasean, y yo detrás, todos felices.
Mis herramientas de trabajo
Al igual que mis perritos, mis herramientas también me mantienen en movimiento. Siempre estoy cacharreando con nuevas tecnologías, y más desde que la IA llegó a mi vida, ha sido como amor a primera vista. Sin embargo, mis mejores amigas siguen siendo las de siempre: Outlook y Teams. ¡Son mis aliadas inseparables! Con ellas, logro coordinar mi rol global que me tiene trabajando con varios husos horarios, lo que significa que mi día… ¡empieza varias veces!
Eso sí, para sobrevivir a tanto vaivén, me organizo bien: uso mi agenda como si fuera mi brújula, y también herramientas como Canvas o Planner que me ayudan a mantener todo claro. ¡Así, no se me escapan ni las tareas urgentes ni las no urgentes!
Mi mejor momento de la jornada
Ahora, te confieso algo: tengo un pequeño ritual que realmente hace que mi día sea genial, y no estoy hablando de reuniones. ¡Son mis dos desayunos! Sí, sí, leíste bien.
El primer desayuno es con mis compañeros en la oficina. Es nuestro momento para ponernos al día, compartir historias, hablar de lo que está pasando en el mundo y soltar alguna que otra risa antes de empezar con los correos y las reuniones. Este es un ritual que solo ocurre cuando voy a la oficina, pero es uno de esos pequeños momentos que hacen que el día empiece con buen pie.
Y luego llega mi favorito: el segundo “desayuno”. ¿Por qué es especial? ¡Porque es cuando se despierta Brasil! Amo esos momentos porque me transportan directamente a la época en que vivía allí. Mientras me preparo un café, mis colegas brasileños empiezan a conectarse, y aunque yo ya llevo buen rato trabajando, este es el momento perfecto para un café virtual. ¿Lo mejor? Hablamos en portugués, y cada conversación me llena de nostalgia, llevándome de vuelta a esos días en Brasil. Es como hacer un pequeño viaje al pasado sin moverme de mi escritorio. Esos minutos de charla, risas y café me recargan las pilas para lo que queda del día.
Algunos trucos para organizarme
Ahora, hablemos de cómo mantengo todo bajo control (o al menos lo intento). Soy un fiel creyente de las rutinas, porque sin ellas, soy un caos. No te imaginas cuántas veces me devuelvo a ver si cerré la puerta o si apagué el gas. Así que, en el trabajo, ¡las rutinas son mi salvación!
Me gusta tener todo planificado. Eso me permite estar en “piloto automático” para las cosas más mundanas, y reservar mi creatividad para lo que realmente importa. Mi móvil es mi mejor aliado. Y hablando de eso, los tiempos muertos son mi secreto para la productividad. Ya sabes, esos minutitos entre reuniones o mientras voy de un lado a otro… ¡los aprovecho para escribir, revisar ideas o hacer mis aportes a la IA! No es solo hacer multitasking, es hacer que cada minuto cuente.
Al final, todo se trata de mantener el ritmo y estar listo para lo que venga. Y así, ¡a por el siguiente día!
