“Mi día a día en Telefónica”, por Gaspar González

Desde hace más de 9.314 días (más de 25 años), mi día a día en Telefónica ha sido un viaje lleno de variedad y constante evolución.

Descubre cómo es un día de trabajo del empleado de Telefónica, Gaspar González del centro de Gestión de Reclamaciones en Valencia.

Gaspar González Jurado-Gutiérrez

Tiempo de lectura: 6 min

Vaya por delante que hace ya muchos años que me acuesto el domingo contento pensando en que al día siguiente vuelvo a trabajar en Telefónica, en Valencia. Inicio la semana sin los agobios que escucho a algunos quejarse: «¡Qué pesadilla! Todavía quedan cinco días hasta el sábado». Y cuando llega el viernes, me voy feliz a disfrutar del fin de semana.

Así transcurren mis semanas de forma bastante predecible desde hace años. Sé que algunos pensarán que lo que digo es una tontería y que es imposible tener esa actitud. Hace mucho que no siento la necesidad de expresar lo que no pienso ni me preocupa lo que digan los demás, siempre y cuando lo que haga, diga o piense no perjudique a nadie, que es el caso.

Como ya mencioné, cada día en Telefónica es único, por lo que voy a detallar mi día a día utilizando como ejemplo el día 26 de marzo de 2024, e incorporando algunas herramientas y actividades que son parte de mi día a día.

Mis rutinas

Comienzo la mañana con una rutina establecida: levantarme, hacer mis cositas mañaneras y disfrutar de un buen cortadito fuera de mi casa mientras me actualizo con las noticias y redes sociales, para luego arrancar oficialmente mi día laboral a las 9:00 a.m. Sin embargo, antes de sumergirme en las actividades del día, dedico (me obligo) todos los días un tiempo a organizar mi planificación diaria.

Para mí, este punto de partida es crucial. Soy alguien que necesita tener todo bajo control, tanto en lo personal como en lo profesional: qué tareas debo llevar a cabo, qué respuestas dar a los correos electrónicos, qué actividades están pendientes, cómo van los hitos de los proyectos en los que estoy involucrado, cuándo son mis citas médicas, temas pendientes con el banco, entre otras cosas. Sabéis, hubo un momento en el que este control me agobiaba tanto que apenas disfrutaba de la vida, siempre estaba recordando las cosas que debía hacer y de verdad que era un sin vivir. Fue entonces cuando descubrí un método para mantenerlo todo organizado, lo que me permitió liberar mi mente, dedicarla a otras cositas y vivir sin agobios.

Mi método

El método que empleo es bastante básico y analógico. Sé que hay muchas opciones digitales disponibles, pero para mí, donde haya un buen Word, que me quiten lo bailao. Sí, utilizo un documento en Word que actualizo diariamente, cambiando la fecha, y en el cual estructuro mi día por bloques, anotando todas las cositas que debo realizar tanto en lo personal como en lo profesional. Además, aprovecho este documento para colocar mensajes debajo de la fecha que deseo que queden grabados a fuego en mi mente. En este momento, el mensaje que he incluido es el siguiente:

Hoy te estás perdiendo muchas cositas buenas por no hacer ejercicio, comer malamente y fumar como un carretero, mañana puedes perderlas para siempre.

En este documento, anoto absolutamente todo por bloques y de manera ordenada para asegurarme de no pasar por alto nada. El primer bloque se llama “Marta”, mi jefa, donde diferencio entre pendientes (asuntos que debo tratar con ella) y respuestas (aquello que espero de su parte). Luego, tengo el bloque de “Reunión Gerencia”, donde apunto los temas a tratar en nuestra reunión semanal. Después, está el bloque de “Respuestas”, dividido en recibir (cosas que otros me deben) y enviar (cosas que debo yo). A continuación, abro un apartado llamado “Mundo CGR”, subdividido según las actividades diarias. Y continúo con más y más apartados, incluyendo también todas las cositas de mi vida personal.

En el documento de Word utilizo tres colores: rojo para las tareas que necesariamente debo completar ese día, morado para aquellas que podrían esperar, pero con atención especial, y en negrita para las tareas ordinarias y lo hago sin engañarme, bueno a veces sí.

Esta codificación de colores me permite priorizar y resaltar las tareas más importantes frente a las rutinarias. Y esto lo llevo haciendo todos los días desde 1999, ¡ya son muchos años! Además, guardo cada día porque a veces disfruto mirar hacia atrás y observar cómo era mi día a día. Es fascinante y curioso observar cómo han sido las cosas y cómo han ido evolucionando.

Esta acción como he comentado la hago a primera hora de la mañana y voy actualizando el Word a medida que las cositas se van cumpliendo y/o variando. Pues venga, vamos con el 26 de marzo de 2024 una vez ya tengo mi cabeza ordenada y priorizada. Mi jornada laboral se enfocó en revisar a primera hora los indicadores clave de desempeño de las reclamaciones, seguido por una 1ª reunión con una nueva coordinadora de mi equipo, donde tratamos temas de organización, estrategia y sobre todo de personas.

Las reuniones

Respecto a las reuniones grupales, la verdad es que no me gusta organizar reuniones innecesarias. Y cuando las convoco, pretendo que sean muy eficientes; es decir, los participantes saben de qué trataremos y, por lo tanto, son reuniones cortas de alrededor de media hora. Las sesiones de trabajo más extensas son diferentes; en ellas, nos remangamos las mangas para pensar juntos, reflexionar y proponer soluciones.

Después de esa primera reunión, que terminó alrededor de las 11:15, aproveché para andar por la oficina y reflexionar sobre lo tratado. A las 11:30, tuve otra reunión con mi equipo encargado de los informes de control. Fue una reunión rápida de revisión y aprobación, de esas de pim, pam, pum, tracataca, ya que previamente habíamos tenido una sesión de trabajo para definir nuestros objetivos, evaluar y confirmar su viabilidad.

Terminamos alrededor de las 12:00 y hasta la 13:00, momento en que tenía otra reunión programada, me dediqué a llamar a algunos miembros de mi equipo y mantener conversaciones informales. Sí, me reservo tiempo para realizar estas llamadas personales con cada uno de los miembros de nuestro equipo, que son 159 personas en total. Intento hablar con cada uno al menos una o dos veces al año. Además, si hay personas de baja o que están atravesando momentos difíciles, me gusta enviarles un mensaje para saber cómo están. Mis coordinadores me mantienen informado sobre estos casos. También aprovecho este tiempo para realizar algunas tareas de trabajo mías. Este sería para mi el momento más satisfactorio y que más disfruto pues me permite conectar con las personas de mi equipo y sus inquietudes.

A la 13:00, tuve otra reunión con personas de diferentes áreas para tratar el proyecto Isla, revisar los hitos y planificar los próximos pasos. Aproximadamente a las 13:30, continué con mis tareas y a las 14:00 hice un descanso para almorzar y aprovechar para caminar durante unos 45 minutos. Luego, me tomé un cortadito y revisé mis redes sociales, y regresé al trabajo alrededor de las 15:30.

Mis tardes

Las tardes son más relajadas, lo que me permite pensar y reflexionar sobre las cuestiones pendientes, planificar y concentrarme en mis tareas específicas. También son momentos en los que Marta, los jefes y yo aprovechamos para dialogar sobre temas relevantes de la actividad.

Alrededor de las 19:30, concluyo mi jornada laboral, actualizo mi «segundo cerebro » (el Word) y me dirijo a casa para estar con mi familia. Antes de llegar, suelo tomarme un breve descanso para disfrutar de otro cortadito y revisar mis redes sociales


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