Lo que más me fascina de mi trabajo es que ningún día cae en la monotonía. Cada jornada es una nueva aventura, sin rutina definida, porque mi labor consiste en crear productos audiovisuales de la nada, contar historias que llegan y lanzar mensajes que perduran. Mis funciones comienzan cuando recibo un correo o suena el teléfono: ahí empieza mi nuevo reto.
El primer paso es siempre entender bien qué necesita la dirección con la que colaboro. Trabajo de manera transversal, cubriendo las necesidades audiovisuales para campañas de comunicación internas, publicaciones en LinkedIn, eventos y campañas externas.
Mi día puede comenzar con una reunión donde me explican los requerimientos, y desde ese momento comienza el proceso de guionización. Analizo los recursos técnicos, las localizaciones y el personal disponible, y a partir de ahí, se desencadena la magia creativa.
Confianza: la base de todo
La confianza es esencial en mi día a día. Mis mandos confían en mí y en mis capacidades para llevar cada proyecto al éxito. Esta confianza mutua me permite trabajar con libertad y autonomía, sabiendo que esperan lo mejor de mí en cada paso. Ya sea en proyectos internos o colaboraciones con entidades como Telefónica y Guardia Civil, la confianza es el motor que me impulsa a dar lo mejor de mí misma y cumplir con las expectativas de la empresa.
Compromiso: superación diaria
Mi compromiso es simple pero profundo: siempre busco ser un poco mejor cada día, superarme en cada proyecto. Cuando trabajo en la planificación de un rodaje, desde el guión hasta el montaje, mi compromiso con la excelencia es lo que me guía. Dibujo plano a plano lo que quiero que se vea en pantalla, visito localizaciones y organizo cada detalle para que el rodaje sea eficiente y sin interferir demasiado en la agenda de las personas involucradas. Mi objetivo es que todo encaje como un reloj. Y aunque cada proyecto tiene su complejidad —algunos con animaciones, otros más sencillos— mi compromiso es que el resultado final siempre hable por sí solo
Creatividad: el corazón de mi trabajo
La creatividad es mi compañera constante. No es solo cuestión de soñar, sino de encontrar la manera de convertir esos sueños en realidad. Aquí es donde empieza la verdadera magia: transmitir un mensaje sin necesidad de escuchar palabras. Como decía un profesor de dirección audiovisual: «Si bajas el volumen a cero y eres capaz de seguir la trama solo con las imágenes, la labor del director está bien hecha». Mi trabajo consiste en eso, en contar una historia coherente solo con la imagen, en conjugar cada elemento visual para que hable por sí mismo, que las imágenes bailen al son de la música y que todo esté en perfecta armonía. Para ello, la continuidad, la expresión de las personas que aparecen y la coherencia visual son claves.
Finalmente, llega el momento de la postproducción, donde todo cobra vida. A veces el proceso es más rápido, en proyectos sencillos, y otras veces lleva más tiempo, sobre todo cuando hay animaciones o vídeos más elaborados. Lo importante es que cada proyecto es único, y aquí es donde mi creatividad se despliega por completo.
El equilibrio perfecto
Mi día a día no sería posible sin ese equilibrio entre confianza, compromiso y creatividad. Cada uno de estos elementos es fundamental y está presente en todo lo que hago. Mi trabajo no es rutinario, y eso me encanta: desde la planificación de eventos hasta la realización de vídeos corporativos, siempre hay algo nuevo por descubrir, nuevas formas de contar una historia, de conectar con el público y de crear un impacto duradero.
Al final del día, cuando miro atrás, sé que cada proyecto es una oportunidad de aprender, de superarme y de seguir explorando el inmenso poder de la comunicación audiovisual. Y así, mi trabajo no solo me llena, sino que también deja huella en quienes lo reciben.