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“Mi día a día en Telefónica”, por Nuria Vidal de Infraestructuras, gobierno e innovación

Entre los empleados de Telefónica España, solemos decir que hay dos Telefónicas.

Descubre cómo es un día de trabajo en Telefónica para Nuria Vidal de Infraestructuras, gobierno e innovación.

Nuria Vidal

Tiempo de lectura: 4 min

La primera, la de las oficinas principales de las grandes ciudades como Madrid y Barcelona, y la segunda, la cariñosamente llamada como “provincias”, en la que estamos ubicados cientos de compañeros, gracias a la gran capilaridad y presencia de nuestra empresa en todo el territorio nacional.

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Yo he tenido la suerte de conocer ambas. Empecé mi trayectoria profesional en esta “casa” en Madrid, hace la friolera de 20 años (se me han pasado volando).

Viví la mudanza del céntrico Paseo de Recoletos a Distrito Telefónica y, años después, tuve la suerte de cambiar mi acoplamiento a mi ciudad, Granada, aterrizando de lleno en la Telefónica de provincias, que solo conocía de oídas.

Pues bien, con el saber que me da la experiencia, puedo corroborar que efectivamente la vida de oficina no es igual aquí que allí, pero que como ocurre entre hermanos, el tener padres comunes se nota, y es mucho más lo que nos une que lo que nos separa.

Al fin y al cabo, aunque el día a día sea algo diferente, los principios, objetivos y buen hacer de Telefónica, están presentes en cada uno de sus empleados, estén donde estén.

Nuestra forma de trabajar

Además, en los últimos años, nuestra forma de trabajar ha cambiado mucho. La deslocalización ha dejado de ser un obstáculo gracias a las múltiples herramientas de trabajo y reuniones virtuales de que disponemos, y que todos usamos incluso estando sentados al lado (sobre esto habría que analizar sus implicaciones sociológicas, pero como no es mi campo de conocimiento: zapatero a tus zapatos).

A pesar de la diferencia obvia en cuanto a número de personas y la modernidad de los edificios, frente a nuestras plantillas más reducidas y ubicaciones en edificios históricos, que nada tienen que ver con Distrito T o Diagonal 00… “los de provincias” no nos sentimos tan diferentes ni tan lejos.

Para muestra un botón: os cuento mi día a día en la oficina y seguro que dista poco del vuestro.

Tras dejar a mi hijo en el autobús de su colegio, me dirijo rauda y veloz a la oficina. Me gustan los “buenos días” mañaneros, ver las cabecitas de mis compañeros, aún con sueño, asomar por sus escritorios y saludar. Justo después empieza mi protocolo “de arranque”, supongo que todos tenemos el nuestro.

Abro mi taquilla, cojo mi botella de agua, libreta y boli, y enciendo mi ordenador. Lo primero que hago es revisar el correo, ordenar por prioridad y anotar las tareas que surgen de ellos en mi lista de to-do’s.

Mis tareas y herramientas

Con cierta ironía y doble sentido, me gusta decir que “soy la tonta de las listas”. Hago listas de cualquier cosa: de tareas, de compras, de pensamientos, de planes, de gastos, de sueños… de todo.

Para la lista de tareas del trabajo, reconozco que sigo utilizando el papel, pero también me gusta reflejarlo en el calendario y en las tareas de Outlook, porque de un vistazo, tengo todo mi plan laboral en pantalla, ordenando mi mente y optimizando mi tiempo.

Trabajo en el área de Inteligencia Comercial, por lo que mi jornada transcurre entre querys, informes y tablas, lo que me permite estar en contacto con bastantes compañeros de distintas áreas, cosa que me encanta.

Para las reuniones, como todos, uso Teams. Aunque no soy muy amiga de encender la cámara, creo que es la herramienta que más nos ha ayudado en los últimos tiempos a mantener el contacto y el nivel del trabajo, salvando distancias y confinamientos.

Y por supuesto, OneNote, que ha dado una patada casi mortal a mis inseparables libretas. Me parece muy práctico para anotar cualquier tema tratado en reuniones o cursos, sobre todo porque te permite buscarlas a posteriori sin esfuerzo alguno y tener todo al alcance de un click.

Por supuesto entre unas cosas y otras, algún cafelito y chascarrillo con los compañeros también cae. No podía ser de otra forma, porque estaréis conmigo en que el buen ambiente entre telefónicos tampoco entiende de edificios ni ciudades.


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