La importancia de las metáforas tecnológicas
Sí, podríamos decir que el color azul es un color que se percibe por el ojo cuando vemos una luz con longitud de onda entre 460 y 482 nm, pero nadie lo entendería. Explicar conceptos abstractos como el color, las emociones, los sentimientos, o simplemente conceptos que requieren de un conocimiento técnico avanzado, es algo muy complicado.
Sin embargo, podemos decir que el color azul es el tono en el que se ilumina el cielo en una mañana de verano. O podemos decir que es el color de los mares. O, incluso, podemos decir que es el color con el que representamos estar tristes (sobre todo si eres anglosajón). Es decir, las metáforas nos permiten representar en una imagen mental de fácil acceso, un concepto abstracto de difícil comprensión.
Y en este momento en el que la revolución tecnológica nos hace vivirla desde cerca y a una velocidad vertiginosa, las metáforas tecnológicas son herramientas poderosas que nos ayudan a entender esa tecnología mediante la comparación con elementos concretos y familiares. No es algo nuevo. A lo largo de la historia, estas metáforas han sido fundamentales para explicar y popularizar avances tecnológicos y científicos.
Las metáforas para explicar el funcionamiento del universo
Cuando por primera vez Platón habló de su teoría del conocimiento y de las ideas, sus discípulos de la Academia le sonrieron y asintieron mientras reflexionaban si les fuera mejor como limpiadores de letrinas. Pero fue entonces cuando Platón decidió aplicar su propia teoría y explicarlo a través de una metáfora, la alegoría de El Mito de la Caverna. Así, representa a seres humanos encadenados en una caverna desde su nacimiento, donde solo ven sombras proyectadas en la pared y creen que eso es la realidad.
En ese momento, la filosofía tomó las metáforas como las herramientas perfectas para explicar el funcionamiento del universo a aquellos que no poseían la capacidad o el conocimiento. Luchaban contra la ignorancia en unos años en los que la gran mayoría de la población era analfabeta.
El hombre está siempre dispuesto a negar todo aquello que no comprende. -Aristóteles-
Fue con la revolución industrial cuando las metáforas llegaron con toda su fuerza al terreno tecnológico. Era muy difícil convencer al mundo que los avances científicos eran beneficiosos si no eran capaces de entenderlos. Cuando James Watt, en el SXVIII, evolucionó la máquina de vapor para promover su uso en distintas aplicaciones, se dio cuenta de que necesitaba una unidad de medida que representara correctamente la capacidad de la máquina. Y así nacieron los “caballos de potencia”, porque estos animales eran lo que se usaban entonces para realizar los trabajos más duros. Watt lo utilizó como unidad de medida al estimar que un caballo podía levantar 330 libras-fuerza de peso a una altura de 100 pies en un minuto, o lo que es lo mismo un caballo de potencia equivale aproximadamente a 735.5 vatios o 0.9863 caballos métricos. Era mucho más fácil entender que las máquinas de vapor podían tener la potencia de un caballo (1cv) que explicar que tenían una potencia de 735,5 w. Incluso a día de hoy, resulta más fácil de visualizar a través de esta metáfora.
Más adelante, con los avances en el terreno de la astrofísica y bioquímica, los conceptos abstractos necesitaban alegorías e imágenes que nos permitieran siquiera asomarnos al significado. Surgieron de esa forma términos como “materia oscura”, “curva espacio-tiempo” o “código genético”. Y con la invención de la radio y el teléfono, muchas de esas metáforas se adoptaron como términos propios. ¿Quién no ha escuchado hablar de la “red telefónica”?
Una unidad central de procesamiento o un cerebro electrónico
La primera vez que se presentó una unidad central de procesamiento (CPU), los científicos comprendieron que no sería una idea sencilla de vender. Se trataba de una unidad que ocupaba mucho espacio, costaba mucho dinero y era difícil comunicar sus bondades. Por ello, decidieron representar su trabajo de la forma más clara posible: es un cerebro electrónico. Con esa comparación quedaba claro que se trataba de un órgano que controlaba y coordinaba diferentes funciones para el correcto funcionamiento del “cuerpo”.
Y, aun siendo influidos por anglicismos, ahora hablamos de “navegar” cuando nos referimos de utilizar la “red de datos conectados”, sugiriendo un viaje a través de la información conectada entre dispositivos como una red de pesca, donde cada nodo representa un dispositivo y cada hilo una conexión. Sabemos que un “firewall” es una barrera que protege una red de accesos no autorizados, como un muro de fuego protege contra incendios. Y por supuesto, la “nube”.
Esa nube que todos visualizamos rápidamente como algo grande, esponjoso, ampliable, que se refiere a los servicios y almacenamiento de datos en servidores remotos accesibles a través de internet. Es muy fácil ver la idea de datos flotando en un espacio intangible y, por lo tanto, es muy sencillo entender cómo funciona. Así que cuando nos hablan por primera vez de “network slicing” (rebanada de red) es muy rápido comprender que se trata de fragmentar la “red” para “digerirla” de forma más rápida y cómoda, sin “empacharnos”.
Pero atención: las metáforas no solo facilitan la comprensión, sino que también moldean nuestra percepción y actitud hacia la tecnología. Son una herramienta poderosa para la comunicación. Por ejemplo, describir los datos como «petróleo» sugiere que son un recurso valioso que debe ser extraído y explotado. En contraste, llamarlos «residuos nucleares» implica que son peligrosos y deben ser manejados con cuidado.
Comunicar a través de las metáforas tecnológicas
Un gran poder conlleva una gran responsabilidad, dijo una vez alguien sabio. Precisamente por ello, las metáforas tecnológicas deben ser tratadas con precaución y ser testadas antes de poder llevarse a una comunicación masiva. Los términos metafóricos que usas con tus compañeros de laboratorio pueden no ser entendidos por el gran público. Imaginad una granja en la que los operarios llaman a los animales, “los bichos”. Si una persona ajena se acerca a la granja y escucha hablar sobre “los bichos” es bastante probable que llame al departamento de sanidad de turno y denuncie la situación para que se hagan cargo de eliminar a todos los “bichos” que se encuentren.
Crear metáforas tecnológicas efectivas implica varios métodos que combinan creatividad y análisis. Y en este ejercicio de servicio público, os resumo algunos pasos clave para desarrollar estas metáforas:
- Comprensión del concepto: ante de empezar, es esencial entender profundamente el concepto tecnológico que deseas explicar. Esto incluye conocer sus componentes, funciones y cómo interactúan entre sí.
- Identificación de características clave: ¿qué es lo más importante? ¿cuál será el mayor beneficio? Por ejemplo, si estás explicando el funcionamiento de una red de computadoras, las características clave podrían ser la interconexión de dispositivos o el flujo de datos.
- Búsqueda de Analogías en el mundo real: identifica situaciones u objetos en el mundo real que compartan características similares con el concepto tecnológico.
- Creación de la metáfora: utiliza las analogías encontradas, asegurándote de que la comparación sea clara y fácil de entender. Por ejemplo, «La Cloud Soberana proporciona una jerarquía a los datos e infraestructuras de TI para poder controlarlos mejor”.
- Simplificación y claridad: evita comparaciones demasiado complejas que puedan confundir en lugar de aclarar. La claridad es clave para que la metáfora sea efectiva.
- Prueba y retroalimentación: prueba la metáfora con otras personas ajenas al concepto para ver si es comprensible y efectiva. Luego, modifícala si es necesario conforme a los comentarios recibidos.
Vivimos en una era donde la creatividad y la tecnología convergen de maneras sorprendentes. La “inteligencia artificial generativa” y los “asistentes virtuales” pueden ser aliados valiosos para potenciar nuestra creatividad. Siempre que utilicemos “prompts” adecuados, estas herramientas pueden ayudarnos a afinar nuestras metáforas tecnológicas y lograr que nuestros mensajes impacten con precisión.
Así que, en lugar de descartar estas posibilidades, abramos nuestras mentes a las oportunidades que nos brinda la sinergia entre la mente humana y las nuevas tecnologías.