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La vía europea de la sociedad digital: una cuestión de principios

La "Década Digital 2030" pretende asentar un conjunto de principios que deberán definir una tercera vía para la sociedad digital, basada en los valores europeos.

Tiempo de lectura: 6 min

Con el reinicio de nuestras vidas, la Unión Europea ha realizado un ejercicio presupuestario de solidaridad sin precedentes. Con él ha reforzado el proyecto europeo como un espacio de valores sobre el que construir el futuro de sus ciudadanos. Entre sus objetivos principales se encuentra la reducción de los índices de desigualdad que se han incrementado sustancialmente en todo el bloque y se necesitan nuevas políticas públicas y una visión compartida para lograrlo.

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Sabemos que para defender los valores europeos tenemos que generar valor económico. Y, en esta coyuntura, nuestro faro debe ser la cohesión social y territorial de Europa al tiempo que se impulsa decisivamente la competitividad de la economía. Ello se puede conseguir con las políticas adecuadas y una regulación adaptada al siglo XXI, generando condiciones equitativas y poniendo fin a unas reglas del juego injustas entre las empresas tradicionales y las digitales. Es hora de establecer las nuevas normas para esta nueva realidad. Es el momento de definir un nuevo Pacto Digital que establezca las normas y los derechos en el espacio digital.

En esta línea, a comienzos de septiembre se cerró la consulta pública europea sobre los principios necesarios para trasladar los valores de la Unión Europea al mundo digital tras el lanzamiento de la iniciativa “Década Digital 2030”. Telefónica contribuyó a esta consulta con su visión y experiencia en la materia. Con este proyecto se pretende asentar un conjunto de principios que deberán definir la «vía europea» para la sociedad digital.

El primero de los principios es la conectividad digital porque la digitalización es sinónimo de crecimiento, empleo de calidad, sostenibilidad e inclusión. Es más, los países y las empresas que no se digitalicen perderán competitividad. Esto es cierto en todo el mundo y la Unión Europea no es una excepción. Ser digital o no serlo, esa es la cuestión. 

Este lema también es aplicable a los ciudadanos. Por tanto, tenemos que garantizar que toda la población tenga acceso a la tecnología y a las oportunidades que ofrece el nuevo mundo digital. La conectividad es una condición necesaria para permitir el acceso de los ciudadanos, las Administraciones Públicas y a las empresas al mundo digital y, por tanto, es indispensable para para que se pueda conseguir el resto de los principios.

Telefónica es consciente de esta necesidad y está muy comprometida con el desarrollo de las mejores infraestructuras digitales, como demuestra nuestra inversión de más de 95.000 millones de euros en los últimos años en nuestros mercados. Y es que las redes de muy alta capacidad (Very High Capacity Networks), fibra y 5G, son los pilares sobre los que se construye esta conectividad.

La Comisión Europea, por su parte, ha establecido unos objetivos de conectividad muy ambiciosos en su comunicación sobre la Década Digital: todos los hogares conectados con redes Gigabit y todas las poblaciones cubiertas con 5G en 2030. Objetivo que comparte Telefónica y que ha llevado a la realidad con una cobertura de 5G del 80% de la población española en mayo de este año. Además, hará el mayor de sus esfuerzos para impulsar la digitalización completa de España: el 100% de la red de cobre habrá sido sustituida por fibra antes de 2025, y lideraremos la implantación de la tecnología de 5G. Para alcanzar esta meta, es fundamental que la regulación sectorial y de competencia se oriente asimismo hacia la consecución de dichos objetivos, favoreciendo las inversiones de los operadores. Además, esta modernización normativa debe ir acompañada de iniciativas que atraigan la inversión en infraestructuras digitales.

Muy relacionado con este aspecto encontramos el segundo principio relacionado con la educación y las habilidades digitales universales para que los ciudadanos participen activamente en la sociedad y en los procesos democráticos. Una de las vías para reducir las brechas sociales existentes es garantizar que todo el mundo tenga acceso a la tecnología invirtiendo en competencias digitales desde los estudiantes hasta los empleados.

En un mercado laboral cambiante, se necesitarán competencias digitales y formación para las nuevas profesiones a fin de satisfacer la demanda de empleos digitales. El aprendizaje permanente es un pilar básico para que estudiantes y trabajadores sean resilientes al cambio y su mayor aliado son las nuevas tecnologías. La digitalización de la educación posibilita nuevas oportunidades de aprendizaje, basadas en la universalización y democratización del acceso al conocimiento a través de Internet. Esto promoverá la igualdad de oportunidades y sentará las bases para un crecimiento económico sostenible.

Otra de las cuestiones fundamentales es que el mundo digital sea fiable y seguro, de manera que los ciudadanos y las empresas puedan acceder a los servicios con garantías de seguridad y, sobre todo, con confianza. La ciberseguridad es, por tanto, otro elemento esencial para la digitalización. Para lograrlo es necesario que todos los elementos de la cadena, tanto hardware como software, sean seguros y que la seguridad sea una parte fundamental desde su diseño. Se requiere por tanto un esquema de certificación europeo armonizado a lo largo de toda la cadena de valor. Además, la regulación ha de estar orientada a reforzar la resiliencia de las entidades que se consideran críticas, máxime en un entorno de redes y servicios altamente interconectados.    

La identidad digital europea también es un elemento fundamental en la digitalización para facilitar la interacción de los ciudadanos y las empresas con los servicios públicos y la administración y entre sí. Telefónica considera que esta identidad digital debe garantizar la interoperabilidad y el uso de soluciones estandarizadas para que contribuya de verdad al fortalecimiento del mercado único europeo.

Los principios digitales incluyen, además, otros temas apasionantes como son las cuestiones éticas que necesitamos considerar en relación con los algoritmos y la inteligencia artificial las iniciativas para que el acceso a los servicios digitales sea respetuoso con el medio ambiente, o medidas especiales para la protección de la infancia.

Estos principios, tan aparentemente abstractos, serán la fuente de inspiración del desarrollo normativo y de políticas específicas en los próximos años.


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