Camilo Guarín García
Los smartphone de reemplazo son cada vez más comunes en los programas de garantía y de devolución de terminales defectuosos. Pero, ¿qué ocurre con los modelos que el usuario entrega?
Básicamente, suelen tener dos planes para ellos, dependiendo de su estado y de cómo encajan en el proceso de producción y fabricación de la compañía.
El primero, y más común, suele ser reemplazar las piezas problemáticas. Como ocurre en el Samsung Galaxy Note 7, las baterías son las piezas que suelen dar más problemas en todos los terminales, por lo que tras recibir uno que la tiene en un estado defectuoso, lo más común es retirársela y añadirle una nueva. Tras ello, el terminal puede ser puesto de nuevo a la venta o utilizado en programas de refurbished o reemplazo de otros en garantía. En el caso del Note 7, lo más probable, ante el gran número de terminales afectados, es que se cambie la batería y sean de nuevo puestos a la venta si no tienen otros defectos.
En el segundo caso, la compañía puede optar por tomar el smartphone de reemplazo y reciclar todas sus partes, para fabricar nuevos terminales o para sustituir piezas en mal estado de otros. La batería suele ser lo único que no se recicla, y pasan, en su lugar, por un proceso de reducción y liquidación en plantas especiales y dedicadas para la tarea. Mientras que de la mayoría de baterías viejas no pueden reutilizarse partes, las de litio, presentes durante muchos años en el mercado, sí tienen partes que pueden ser parte de un futuro ensamblado de baterías.
Este respeto al medio ambiente no es algo que se haya dado siempre. Organizaciones como Greenpeace han denunciado durante años las prácticas poco limpias de respeto hacia el medio ambiente por parte de las grandes tecnológicas, que tras ello, sea por haber adquirido conciencia o por aparecer como ejemplo en clasificaciones ambientales, han cambiado su forma de proceder y se han ajustado no sólo un marco legal existente, sino a una forma más justa e ética de hacer negocios.
>> Post publicado originalmente en el Blog Think Big, por Antonio Sabán.