La relevancia de la Cumbre de Granada para la Autonomía Estratégica Europea

En un mundo en constante evolución, impulsar la competitividad de los sectores estratégicos europeos y su autonomía estratégica requiere una perspectiva renovada de la política industrial, que se adapte a las dinámicas cambiantes del mercado global.

La relevancia de la Cumbre de Granada para la Autonomía Estratégica Europea
Dácil Jiménez Delgado

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Tiempo de lectura: 7 min

Navegamos hacia un nuevo orden global que está cambiando la fisonomía de la globalización y cuestionando la integración económica mundial. Y presenciamos un rápido avance tecnológico, que aumenta las asimetrías en las dependencias económicas y una creciente brecha en términos de competitividad.

El mayor peligro en tiempos de turbulencia no es la turbulencia; es actuar con la lógica de ayer

Turbulencia o disrupción tecnológica, esta cita de Peter Drucker, uno de los pensadores más influyentes en gestión, cobra relevancia en el contexto actual. Impulsar la competitividad y la autonomía de sectores estratégicos para la prosperidad, es una prioridad política que requerirá de enfoques ágiles y adaptados a la nueva realidad.

La autonomía estratégica europea en el centro del debate de la Cumbre de Granada

En el marco de la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea, se han llevado a cabo dos reuniones clave en Granada los días 5 y 6 de octubre. La primera reunió a la Comunidad Política Europea, es decir, a los líderes de los 27 países de la UE y 17 Estados vecinos como Reino Unido, Turquía, Suiza o Ucrania, para discutir cómo fortalecer una Europa resiliente y geoestratégica.

La segunda, la reunión informal del Consejo Europeo, se centró en establecer las prioridades estratégicas para la UE (2024-2029), especialmente en lo que respecta a la autonomía estratégica abierta.

Resilient EU2030”, es la visión de la Presidencia española, compartida por los 27 Estados miembro, para fortalecer la resiliencia y la competitividad de la UE en áreas clave. En su contribución al debate, la Comisión Europea, en “Hacia una Europa más resiliente, competitiva y sostenible”, destaca las áreas estratégicas para fortalecer la posición global de Europa y su autonomía estratégica.

Entre estas, figuran la seguridad energética, la inversión pública y privada, las capacidades de defensa o la construcción de una economía sostenible y competitiva, con un enfoque en tecnologías como la IA, la computación cuántica, la nube o el 5G.

¿Por qué la Autonomía Estratégica es más importante que nunca?

Europa ha reaccionado con decisión ante un entorno geopolítico y económico en rápida evolución. La nueva realidad requiere que reforcemos nuestra capacidad para proteger los intereses estratégicos de Europa

Europa pierde relevancia económica mundial. Según datos del Fondo Monetario Internacional, la economía de la Unión Europea ha pasado de representar el 25% de la economía global, a representar el 15%, en menos de tres décadas. Y la tendencia es decreciente.

La pérdida de competitividad impacta en la autonomía estratégica. Cuando las empresas europeas no pueden competir eficazmente a nivel global, las dependencias de importaciones y de tecnología extranjeras podrían socavar su capacidad de tomar decisiones estratégicas independientes. Esto podría tener implicaciones en la economía, la política, el desarrollo tecnológico o la seguridad nacional.

Por ello, la Autonomía Estratégica Abierta es una prioridad de la Presidencia española en 2023. En particular, potenciarla de manera que permita cooperar multilateralmente, y actuar autónomamente según sea necesario.

El concepto no cuestiona el libre comercio, un pilar que ha sido clave para el progreso económico y social de la Unión Europea. Se centra en los componentes clave de la cadena de valor del suministro, donde la vulnerabilidad es más crítica y en la necesidad de socios fiables.

El término no es nuevo, pero sí lo es su aplicación más allá del ámbito tradicional de la defensa. La autonomía digital entra en su radar. Promover enfoques que impulsen la relevancia de Europa en áreas críticas digitales, como las redes de conectividad, la IA, la computación en la nube (edge-cloud), la computación cuántica o la ciberseguridad, es una cuestión de relevancia geoestratégica. Del mismo modo lo es, garantizar el acceso continuo al suministro de componentes tecnológicos críticos para la transición digital y verde; e impulsar el liderazgo de empresas de sectores tecnológicos europeos, como el de las telecomunicaciones.

Una política industrial para una competitividad europea basada en la tecnología

Europa busca diseñar una política industrial adaptada a la economía del siglo XXI, enfocada en la innovación digital y la transición dual hacia una economía más digital y verde y más autónoma en términos de dependencias estratégicas.

Para tal fin, las políticas públicas deben reforzar sectores decisivos como el de las telecomunicaciones. Los operadores de telecomunicaciones, como proveedores tecnológicos de redes de conectividad y soluciones digitales, estamos en la primera línea de la geopolítica y los retos de competitividad actuales. La disponibilidad de “redes preparadas para el futuro” y ubicuas es un factor de competitividad.

Resulta indispensable la colaboración de los responsables políticos para promover un enfoque que reconozca el papel estratégico de las redes de conectividad y mejoren el clima de inversión, incentivando el esfuerzo inversor del sector privado.

Específicamente, las políticas deben proporcionar incentivos para las inversiones privadas en infraestructuras de conectividad y promover un desarrollo del ecosistema digital más equilibrado.

Estas redes son la columna vertebral que conecta a todos los sectores de la economía y la sociedad impulsando la competitividad y el bienestar de los ciudadanos. Y en la actualidad, Europa enfrenta desafíos importantes en el sector de las telecomunicaciones.

Desde esta perspectiva, en Telefónica creemos que es necesario fomentar estructuras de mercado eficientes que garanticen un rendimiento adecuado de las inversiones; promover mecanismos que garanticen la contribución justa de los agentes del ecosistema para promover un uso responsable y eficiente de los recursos de red y la sostenibilidad de las inversiones. Del mismo modo, se debe reconocer el papel clave de la conectividad para impulsar la transición verde.

Y finalmente, impulsar la competitividad de la industria europea en base a un enfoque integral: desde políticas que promuevan la I+D hasta el momento de la comercialización, pasando por políticas que estimulen la adopción digital, la confianza digital y la empleabilidad. Sin olvidar la cooperación internacional para la convergencia en el desarrollo armonizado de tecnologías como la IA, la ciberseguridad o los datos.


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