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La ola regulatoria en ESG: el reto de hoy, la oportunidad de mañana

En el contexto actual de la sostenibilidad, uno de los temas más mencionados es la ola regulatoria a la que nos enfrentamos las compañías. La mayoría de las potencias económicas mundiales se encuentran desarrollando normativas en un escenario en el que, además, existen demandas adicionales de otros grupos de interés (inversores, consumidores o agencias de rating).

María García-Moreno González-Vidaurreta

Destaca, por una parte, la Unión Europea, que está asumiendo un papel protagonista, posicionándose como impulsor clave en la transición de las empresas hacia una economía sostenible. Para ello, trabaja en la divulgación de diferentes normativas ESG (ambiental, social y de gobierno), como la Directiva sobre informes de sostenibilidad empresarial (CSRD), la Taxonomía de Actividades Sostenibles, la Directiva sobre la diligencia debida en materia de sostenibilidad corporativa, o el paquete de normas Fit for 55, orientado a la reducción de las emisiones de CO2.

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Por otra parte, Estados Unidos también está trabajando en promover el desarrollo de regulación ESG; por ejemplo, a través de las propuestas planteadas por la Securities Exchange Commission (SEC) como la Propuesta de mejora y normalización de la información sobre el clima o la Propuesta sobre gestión de riesgos de ciberseguridad, estrategia, gobernanza y divulgación de incidentes.

¿Cuáles son las principales líneas de actuación derivadas de la nueva regulación?

Así, empresas como Telefónica, que operamos en diferentes mercados, nos hemos puesto manos a la obra para adaptar nuestros procesos y operativa a los nuevos requerimientos regulatorios. Afortunadamente, la sostenibilidad es desde hace años una cuestión estratégica para nosotros, por lo que contamos con una sólida base para alinearnos con las nuevas exigencias. Estas son las principales líneas de actuación:

  • Gestión de nuevas obligaciones: los cambios regulatorios han añadido un plus de complejidad a la gestión de la sostenibilidad, lo que exige profesionales experimentados que, entre otras cuestiones, se ocupen de:
    • – Realizar el análisis de doble materialidad: herramienta clave para identificar y priorizar las temáticas ESG más relevantes para una compañía determinada en un sector y país concretos, que se basa en la evaluación de riesgos, oportunidades e impactos.
    • – Adaptar el reporte ESG a las nuevas exigencias: lo que implica la provisión, cálculo, consolidación y difusión de nuevos indicadores, como, por ejemplo, aquellos que combinan fuentes financieras y de sostenibilidad que buscan ser un referente a la hora de tomar decisiones de inversión. Ejemplo de ello serían, los relativos a la Taxonomía de Actividades Sostenibles de la Unión Europea.
    • – Potenciar la sostenibilidad en toda la cadena de valor: lo que supone extender la responsabilidad de las empresas, más allá de las operaciones propias y, por tanto, conlleva la evaluación y supervisión del impacto medioambiental y social de los proveedores, subcontratas, empresas participadas, etc.
    • – Desarrollar medidas para frenar el cambio climático: la normativa, entre otras cuestiones, busca impulsar una economía libre de emisiones e insta a las empresas a analizar, cuantificar, gestionar y reportar sus impactos climáticos.
    • – Garantizar la privacidad y seguridad: de la información en un entorno digital en constante evolución.
  • Digitalización y mayor control sobre la información ESG: como se adelantaba en el punto anterior, los organismos reguladores están revisando la información ESG que las empresas debemos reportar, estableciendo nuevos indicadores a divulgar de manera obligatoria, su alcance societario o los formatos y plazos a cumplir.

    Desde Telefónica, creemos que, además de cumplir con los requerimientos de reporte, debemos apostar por alcanzar un nivel de control interno robusto que asegure la transparencia, calidad, integridad y exactitud de la información en las distintas sociedades del grupo y para las diferentes temáticas ESG.

Para cumplir con todo ello, nos estamos apoyando en un aliado clave: herramientas tecnológicas, que permitan automatizar y digitalizar los procesos de gestión, reporte y control de la información.

  • Impulso de la cultura ESG y ajuste del modelo de gobierno: son los dos drivers fundamentales para hacer realidad los puntos anteriores. Si las creencias, los comportamientos y las decisiones de los empleados no tienen en cuenta la ESG, no es posible cumplir las demandas regulatorias -como decía Peter Drucker, “la cultura se come como desayuno a la estrategia”-. Para asegurar esto, hay que reforzar la sostenibilidad en las distintas áreas, órganos y estratos societarios.

    Para ello, se deben plantear acciones que van desde la introducción de objetivos ESG en los esquemas de retribución, como el que ya existe en Telefónica, a la realización de campañas de sensibilización, pasando por el desarrollo y actualización de políticas corporativas y la formación.

¿Cómo puede ayudar el regulador a captar las oportunidades que presenta la sostenibilidad?

Si bien la regulación va a suponer desafíos a la hora de su implementación, también puede traducirse en la generación de oportunidades en el largo plazo. Para ello, sería necesario que se articule de tal manera que cumpla con determinados aspectos como:

  • Estar centrada en redirigir los flujos de capital hacia actividades sostenibles teniendo en cuenta las particularidades de cada país, sector y tamaño empresarial, así como partir de análisis científicos sólidos sobre cómo las diferentes empresas, con contextos y negocios muy distintos, pueden captar oportunidades, mitigar riesgos y generar impactos sociales y ambientales positivos en el entorno concreto en el que operan.
  • Estar basada en un enfoque holístico, que busque proteger el medioambiente y la sociedad a la vez que la prosperidad económica. Además, cada una de las normativas propuestas debe considerar su “coste-beneficio”, evitando así imponer a las empresas inversiones inalcanzables.
  • Promover la cooperación entre potencias y gobiernos con el objetivo de que los requerimientos en materia de sostenibilidad sean homogéneos a nivel global.
  • Tener en consideración a todos los estratos empresariales y grupos de interés para asegurar la eficacia y aceptación por todas las partes afectadas.
  • Ser entendible y desarrollar criterios y definiciones robustas para que resulte ágilmente aplicable y asegure un criterio común para todas las compañías.
  • Ir acompañada de iniciativas educativas y campañas de concienciación.
  • Presentar unos objetivos o hitos claros y escalonados en el corto, medio y largo plazo, de tal manera que las empresas puedan obtener los recursos necesarios para cumplirlos. Los objetivos de la regulación, hoy, pueden continuar desarrollándose en torno a temáticas como las descritas en la siguiente infografía:

¿Cuáles son las oportunidades que puede impulsar este nuevo entorno regulatorio?

Si cumple con lo establecido, las probabilidades de que la regulación ESG sea una palanca para generar un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente se verán incrementadas. Es decir, la normativa podría convertirse en el motor principal para el aprovechamiento de las oportunidades derivadas de la sostenibilidad, que pueden resumirse en tres puntos:

  • Atracción de capital: cada vez son más los inversores que buscan, además de obtener una rentabilidad financiera, generar impactos sociales o ambientales positivos a través de sus inversiones. Así, las empresas que cuenten con un sólido desempeño ESG, podrán atraer a nuevos inversores, socialmente responsables. Por otra parte, la buena práctica en sostenibilidad puede suponer a las empresas una reducción sobre el coste del capital a la hora de financiarse.
  • Ahorro de costes operativos y generación de eficiencias: la regulación en materia de sostenibilidad promueve la aplicación de prácticas de eficiencia energética (por ejemplo, impulsando el uso de las energías renovables), economía circular (por ejemplo, fomentando la reutilización, reciclaje o recuperación de los residuos generados) o la optimización del consumo de otros recursos. Las empresas que consigan una gestión sostenible experimentarán una reducción de costes y la generación de eficiencias y además, ocasionarán un impacto positivo en el planeta.
  • Incremento de beneficios gracias a la mayor confianza de los grupos de interés y al acceso a nuevos mercados: las compañías podrán diferenciarse, aumentar el valor de su marca y llegar a nuevos consumidores y mercados a través del desarrollo de productos y servicios social y ambientalmente responsables. Además, el buen desempeño ESG permitirá una mejora en la reputación de las compañías, lo que puede contribuir a una mayor fidelidad de los clientes o inversores. Por otra parte, las empresas sostenibles apostarán por el bienestar de sus empleados, lo que se traducirá en captación y retención del mejor talento del mercado.

En este sentido, como referente en la materia, en Telefónica redoblamos nuestra apuesta por la sostenibilidad, ya que tenemos la firme convicción de que los esfuerzos de hoy para alinearnos con la nueva regulación (posibles costes adicionales, implantación de nuevos procesos, desarrollo de tecnologías, etc.) nos ayudarán, en el mañana, a seguir aumentando nuestro impacto positivo en la sociedad y en el medioambiente.

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