Desde el siglo XVIII, cada revolución tecnológica ha supuesto una mejora en la prosperidad de los países y el nivel de vida de la población. Los avances en los sistemas productivos, la innovación y la aparición de nuevas industrias vertieron gradualmente sus beneficios en la economía y sociedad.
Actualmente, estamos atravesando una nueva revolución habilitada por la conectividad de alta capacidad y velocidad -5G y fibra- como base para el desarrollo y aplicación de las nuevas tecnologías -como la inteligencia artificial o el Internet de las Cosas-. Esta es una transformación sin precedentes. A diferencia de las anteriores, ha tenido lugar en apenas unas décadas y tiene un alcance global, desarrollándose prácticamente de manera homogénea en todas las regiones. Asimismo, la rapidez y la magnitud en la que ha tenido lugar, también se refleja en un mayor y mejor nivel de bienestar de los países y de las personas.
El impacto de la conectividad a gran escala: prosperidad económica y desarrollo sostenible
Según el Banco Mundial, en los últimos diez años la economía digital ha crecido más del doble de rápido que las actividades económicas del “mundo físico”, representando más del 15% del PIB global.
Dentro de este contexto, poniendo el foco en la conectividad, GSMA calcula que el valor añadido de la industria móvil europea fue del 4,3% del PIB en 2022, aproximadamente 910.000 millones de euros, y apoyó la creación de 1.3 millones de empleos de forma directa, así como 900.000 de forma indirecta. Se espera que para el 2030 esta contribución ascienda a 1 billón de euros y que la conectividad y los servicios 5G generen unos beneficios económicos de 153.000 millones de euros en Europa.
La conectividad no solo impulsa la prosperidad económica, sino que también promueve una sociedad más equitativa al facilitar el acceso a la información y la prestación de servicios públicos. Asimismo, contribuye a la transformación de las industrias, al impulso de la innovación digital y a abrir nuevas vías de desarrollo sostenible para las personas, el planeta y la prosperidad.
Más concretamente, en el plano ambiental, las continuas innovaciones en las redes móviles y fijas han permitido reducir un 9% el consumo de energía pese al incremento de nueve veces del tráfico durante los últimos ocho años. Del mismo modo, y según estimaciones de Ericsson, la aplicación de soluciones TIC, habilitadas por la conectividad, contribuirán a la reducción de un 15% de las emisiones de carbono globales para 2030.
El impacto de la conectividad a pequeña escala: bienestar social
Potenciar el despliegue de redes de calidad y un sector de telecomunicaciones fuerte e innovador es esencial. Gracias a la disponibilidad y continua evolución tecnológica, la conectividad pone a disposición de la sociedad innovaciones que contribuyen a mejorar la calidad de vida de las personas.
Entre otras, la transformación inteligente y conectada de los sectores económicos habilitan la oferta de nuevos servicios y productos mejorados con beneficios substanciales para los ciudadanos. Por ejemplo, la digitalización del sector salud (o eHealth), mediante dispositivos electrónicos conectados -como los smartwatches-, permite monitorear las constantes vitales y enviar avisos de emergencia en el caso de situaciones graves, donde una comunicación directa no sea posible. Otro ejemplo son los edificios inteligentes (o Smart Buildings). La gestión centralizada a través de una plataforma digital y dispositivos electrónicos conectados mejoran la gestión de la seguridad en la vivienda y optimizan el uso de recursos como la electricidad o el agua, lo que se traduce en un menor gasto económico.
Por otra parte, la oferta laboral y educativa online crea mayores oportunidades a los ciudadanos que atraviesan complejidades debido a su disponibilidad de tiempo, recursos económicos o distancia. Asimismo, se favorece la inclusión de personas con discapacidad o dificultades cognitivas gracias a la faceta de accesibilidad de los servicios y tecnologías digitales.
En el ámbito de la sostenibilidad, la conectividad ha habilitado la aplicación de soluciones digitales que permiten realizar un uso más eficiente de los recursos gracias al uso de sistemas de medición y gestión inteligente. Esto favorece la descarbonización, la circularidad de los sectores económicos y el diseño de estrategias de mitigación del cambio climático, lo que impacta positivamente en la calidad de vida de las personas y del entorno en el que se desarrollan.
El caso de uso de Telefónica con Redeia es un ejemplo de cómo la digitalización del sistema de transmisión de energía ha contribuido a la descarbonización del sistema eléctrico. Por su parte, los proyectos de Telefónica Tech y Grupo Álava y Global Omnium son ejemplos del impulso a la economía circular mediante la aplicación de soluciones digitales. En el primer caso, la instalación de una plataforma de mantenimiento predictivo, apoyada por sensores y 5G, anticipa posibles averías y detecta concretamente dónde se producen, lo que permite arreglar rápidamente el equipo, reduciendo desechos evitables, y alargar la vida del dispositivo. En el segundo caso, Global Omnium hace uso de contadores inteligentes para la detección temprana de fugas o fallos en el sistema de distribución, reduciendo el desperdicio del agua.
Por último, la conectividad puede llegar a salvar vidas y mitigar daños en caso de desastres naturales causados por el cambio climático. Gracias a la capilaridad de las redes móviles, estas son un canal clave en los sistemas de alerta temprana para hacer llevar una alerta ante un peligro inminente a la población de la zona afectada en cuestión de segundos.
Los datos y casos de uso aportados son solo algunos ejemplos de cómo la conectividad impacta positivamente en la prosperidad de los países, empresas y personas. En definitiva, para lograr un mayor bienestar es fundamental promover el despliegue de redes eficientes de última generación, así como garantizar que la población tenga la oportunidad de beneficiarse plenamente de las ventajas que ofrece la conectividad y tecnologías digitales.