Más del 99% de las comunicaciones globales, desde simples llamadas telefónicas hasta complejas transacciones financieras internacionales, viajan a través de cables submarinos. Estos sistemas, que suman millones de kilómetros bajo el océano, forman la columna vertebral de nuestra economía digital. Sin ellos, no podríamos disfrutar de servicios como el streaming de películas, la computación en la nube o el comercio electrónico global.
Empresas como Telxius, filial de Telefónica, operan algunas de las redes más avanzadas del mundo, incluyendo MAREA y BRUSA, que conectan América y Europa con capacidades récord de transmisión de datos.
El ciclo de vida de un cable submarino
Diseñar, instalar, operar y mantener un cable submarino es una empresa monumental que puede extenderse por 25 o 30 años. Desde la selección de proveedores hasta la instalación en océanos y playas, pasando por las operaciones de mantenimiento y eventual desmantelamiento, cada etapa enfrenta desafíos logísticos, técnicos y regulatorios.
Por ejemplo, en proyectos como MAREA, un cable de 6.600 km que conecta España con Estados Unidos fue esencial coordinar permisos con múltiples administraciones a ambos lados del Atlántico, una tarea que tomó varios años antes de su puesta en marcha.
Desafíos regulatorios: un laberinto administrativo
A pesar de su relevancia estratégica, los cables submarinos enfrentan un entramado regulatorio complejo y, en ocasiones, ineficiente. Cada fase del ciclo de vida de un cable requiere permisos específicos que involucran a diferentes niveles de gobierno:
- Permisos de instalación: las autorizaciones para desplegar cables en aguas territoriales y zonas económicas exclusivas suelen ser emitidas por administraciones nacionales y regionales. En algunos casos, el desconocimiento técnico y la complejidad burocrática puede provocar largos retrasos.
- Reparaciones: en aguas territoriales, cualquier reparación requiere un permiso especial que, en ocasiones, incluye el pago de fianzas onerosas para los barcos de reparación. Esto puede significar semanas de espera antes de poder restaurar el servicio.
- Variabilidad en los requisitos: los marcos legales suelen cambiar a lo largo del tiempo, introduciendo nuevas exigencias documentales, especialmente en materia ambiental.
- Obligación de contratación de compañías locales: hay países en los cuales se exige la contratación de compañías locales para la ejecución de trabajos durante la instalación, reparación o retirada de un sistema de cable submarino. Esto es incompatible con la especialización que hay en el sector de los cables submarinos de empresas con una experiencia acreditada y de ámbito internacional para realizar los trabajos que se necesitan y que obliga a la contratación exprofeso con carácter puntual de compañías que carecen de la experiencia para llevar a cabo los trabajos.
El impacto de los retrasos y los costos asociados
La complejidad de los permisos no solo afecta los plazos, sino también la viabilidad económica de los proyectos. Según estimaciones del sector, los retrasos en la obtención de permisos pueden aumentar los costos especialmente si implican la paralización de barcos especializados que cuestan decenas de miles de euros al día.
En el caso de MAREA, la eficiente gestión de permisos fue clave para completar el proyecto en tiempo récord y posicionarlo como uno de los cables más rápidos del mundo, con una capacidad de transmisión de 200 Tbps.
El papel estratégico de los cables submarinos
Más allá de las telecomunicaciones, los cables submarinos son un elemento esencial para la competitividad económica y la seguridad nacional de los países. Su capacidad para mover datos a velocidades inigualables ha sido clave para habilitar servicios críticos, desde la banca internacional hasta las plataformas de comercio digital.
En países como Brasil, el despliegue del cable BRUSA ha mejorado la conectividad con Estados Unidos, atrayendo inversiones tecnológicas y fortaleciendo la posición del país en la economía digital.
En esta línea, el consorcio Celia, que incluye Telxius, ha anunciado un nuevo proyecto para instalar un cable submarino de última generación que conectará el Caribe con Estados Unidos. Con más de 3.700km de extensión, este cable estará operativo en el tercer trimestre de 2027, reforzando la conectividad regional y consolidando el ecosistema digital transatlántico.
Recomendaciones para un marco regulatorio eficiente
Desde el sector, Telefónica y Telxius han impulsado propuestas para superar estos retos regulatorios y maximizar el potencial de los cables submarinos.
- Estabilidad normativa: es crucial establecer marcos legales claros y consistentes que permanezcan estables a lo largo del ciclo de vida de un cable. Esto evitaría sorpresas regulatorias que encarezcan o retrasen los proyectos.
- Ventanillas únicas especializadas: la designación de una autoridad central que gestione todos los permisos, con personal capacitado en cables submarinos, simplificaría enormemente los procesos administrativos.
- Concienciación y formación: sensibilizar a los responsables políticos y técnicos sobre la importancia estratégica de los cables submarinos podría acelerar los trámites y reducir la percepción errónea de estos como simples infraestructuras civiles.
Avances en Europa: un modelo a seguir
Gracias al trabajo de interlocución con organismos como BEREC y la Comisión Europea, Telefónica ha contribuido a que se emitan recomendaciones clave para los Estados miembro. Estas incluyen digitalizar y agilizar los permisos, y designar autoridades coordinadoras que actúen como puntos únicos de contacto. Esta propuesta, adoptada en parte por países como Portugal, ha comenzado a reducir los tiempos de instalación y reparación, mejorando la competitividad de Europa en el ámbito global.
Mirando al futuro
A medida que la demanda de datos continúa creciendo, los cables submarinos seguirán siendo una infraestructura crítica para garantizar la conectividad global.
Proyectos como Tikal ampliando la cobertura de la red a México son un ejemplo del compromiso de Telxius con la expansión de la conectividad.
Sin embargo, el éxito de estos esfuerzos depende en gran medida de políticas públicas que fomenten la colaboración entre operadores y administraciones. Solo así será posible construir un ecosistema de conectividad robusto, resiliente y capaz de soportar las exigencias del futuro digital.
