“No te remes en la silla, no pongas los codos en la mesa, ¿Cómo se piden las cosas?” … esas y mil cosas más que hemos oído desde que somos bien pequeñitos a nuestros padres.
A nuestros progenitores les debemos la mayor parte de nuestro buen comportamiento. Han estado enseñándonos cómo debemos comportarnos, sin embargo, llegamos a la red y se nos olvidan muchas de las cosas que hacemos habitualmente en la vida real. Esto pasa porque perdemos la consciencia de que detrás de la pantalla hay personas leyendo.
En social media las interacciones son entre seres humanos. Cuando ingresamos a una nueva cultura (y social media es una de ellas) nos exponemos a cometer algunos errores:
- Podemos ofender sin proponérnoslo.
- Se puede malinterpretar lo que otros dicen y ofendernos cuando no era esa la intención.
Por eso, además de no olvidar nunca que estamos interaccionando con personas, debemos conocer las reglas básicas de netiqueta.
Para minimizar los errores de los principiantes y ayudar a que los veteranos les ayuden en esta tarea, hay que partir de la base de que las personas prefieren hacer amigos a ganar enemigos, y que, si se siguen unas pocas reglas básicas, podremos evitar los errores que nos impedirán hacer amigos.
¿Qué es una netiqueta?
Llegamos a la definición propiamente dicha de Netiqueta. Es simple, es la etiqueta que se utiliza para comunicarse en la red. «Las normas requeridas por la buena educación o prescritas por una autoridad para ser tenidas en cuenta en la vida social o la oficial».
En otras palabras, la netiqueta encierra una serie de reglas para comportarse adecuadamente online.
Las reglas básicas de las netiquetas
Recordar lo humano
La regla de oro que nos enseñaron nuestros padres y nuestros primeros educadores fue muy simple: «no hagas a otros lo que no quieras que te hagan a ti». Trata de ponerte en los zapatos de los otros. Defiéndete, pero trata de no herir los sentimientos de otros.
Cuando estamos desarrollando una conversación online (así sea un intercambio de correos o la respuesta a una discusión en grupo) es muy fácil malinterpretar lo que nos quieren decir. Y es muy fácil olvidar que nuestro corresponsal es una persona con sentimientos muy parecidos a los nuestros.
El escritor Guy Kawasaki, propone como solución un ejercicio que puede hacerse antes de enviar un correo, y consiste en preguntarse: ¿le diría esto a esa persona en su cara? Si la respuesta es no, debemos reescribir y revisar nuevamente. Repitamos el proceso hasta que sintamos que lo que mandamos a través del ciberespacio es lo mismo que le diríamos en la cara a la persona.
Seguir los mismos estándares que utilizamos en la vida real
En la vida real respetamos la ley, bien sea por voluntad propia o simplemente por miedo a las consecuencias si nos pillan cometiendo un delito. Pues bien, parece que, en la red, las posibilidades de que nos pillen son más remotas que en la vida real…
No voy a entrar en este tema, que daría para mucho, pero lo que si os digo es que, si cumplimos con la ley en la vida real, hagámoslo también en la red.
Seamos éticos. No creamos a los que dicen: la única ética que existe en el ciberespacio es la de hacer cosas sin que tengan consecuencias.
Saber en qué lugar del ciberespacio estamos
La netiqueta varía de un dominio a otro. Lo que es perfectamente aceptable en Twitter puede ser condenable en Facebook. Cuando entremos a una red social o comunidad que es nueva para nosotros, debemos darnos tiempo para observar. Pongamos atención a las conversaciones o a leer los archivos. Formémonos una idea de cómo actúan las personas que ya están participando. Y luego, participemos también.
Respetemos el tiempo de los demás
En la actualidad, el tiempo es oro. Es fundamental que seamos conscientes que cuando enviamos un mail, escribimos en un foro o en una comunidad, estamos utilizando o esperando utilizar el tiempo de los demás. Por eso, es nuestra responsabilidad asegurarnos de que el tiempo que gastan leyendo nuestro mensaje no sea un desperdicio. Recordemos que no somos el centro del ciberespacio.
Aprovechemos las ventajas del anonimato
En la red, no vamos a ser juzgados por el aspecto físico, pero si lo harán por la calidad de nuestra escritura. Esto quiere decir que la redacción y la gramática cuentan.
Escribamos sobre lo que sabemos y seamos coherentes. Pongamos atención al contenido de lo que escribimos. Asegurémonos de saber de qué estamos hablando (cuando escribamos “yo entiendo que” o “me parece que en este caso…”), asegurémonos de comprobar los datos antes de enviar el texto. La mala información, las erratas y faltas de ortografía se propagan en la red como la pólvora.
Es mejor comunicarse con sencillez. Asegurémonos, también, de que nuestros comentarios sean claros y lógicos. Es perfectamente posible escribir un párrafo sin errores de redacción o gramática, pero carente de sentido. Es más posible que esto suceda cuando estemos tratando de impresionar a alguien y utilizamos una cantidad de palabras complicadas que ni nosotros mismos entendemos.
Compartir el conocimiento de los expertos
La fortaleza de la web 2.0 está en la cantidad de gente que lo usa. La razón por la que hacer preguntas online da resultado se debe a la cantidad de personas con conocimientos que las leen. Y si solamente algunos de ellos ofrecen respuestas inteligentes, la suma total del conocimiento mundial aumenta.
Internet mismo se inició y creció porque algunos científicos querían compartir información. No tengamos miedo de compartir con otros lo que sabemos.
Es una buena idea compartir con otros las respuestas que se obtienen a las preguntas que hagamos por este medio. Si somos expertos en algo, es mucho lo que podemos aportar además de satisfactorio. No abusemos de las ventajas que podamos tener.
Algunas personas tienen más influencia en las redes sociales o incluso son expertas en diferentes temas. Saber más que los otros o tener un mayor conocimiento de cómo funcionan los distintos sistemas no nos da el derecho de aprovecharnos de los demás.
Excusemos los errores de otros
Todos, en algún momento, fuimos principiantes en la red. Cuando alguien cometa un error de ortografía, haga un comentario fuerte, una pregunta tonta o de una respuesta innecesariamente larga, seamos pacientes. Si el error es pequeño, no hagamos ningún cometario.