La importancia de desconectar para conectar: la deshumanización y el uso responsable de la tecnología

En ocasiones pienso en aquel episodio existencial que viví a finales de los años 90 cuando entré a un café de internet repleto de gente conectada en el centro de Madrid, saludé y nadie me respondió. Ante tal silencio aceleré mi marcha hasta el primer ordenador disponible, consulté mis emails y desaparecí del lugar no sin antes insistir en hacer notar mi presencia, me despedí de una forma un poco más efusiva, pero aun así nadie reaccionó.

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Alberto Alfonso Pordomingo Seguir

Tiempo de lectura: 4 min

Mi vivencia

Aquel día sin quererlo la vida me enseñó algo de lo que yo aún no me había percatado, estábamos cambiando la forma de relacionarnos, a pesar de estar en un lugar con decenas de personas comunicándose con personas, muchas probablemente a cientos de kilómetros de donde nos encontrábamos y la comunicación más cercana y vital, la presencial, la directa, no era percibida en absoluto. Me sentí como si estuviera en una isla desierta.

Salí del cibercafé pensativo, yo un joven telefónico que en sus primeras experiencias profesionales me dedicaba de la forma más empática y diligente posible a atender a nuestros clientes de telefonía móvil de MoviLine y Movistar, no entendía ni me había dado cuenta hasta ese mismo instante de que en esa tecnología que nos conectaba a la vez podía aislarnos, y justo estábamos justo en la eclosión de la telefonía móvil en España, móviles sencillos y con pantalla verde, no éramos conscientes de todos los avances que nos quedaban por ver…

 La tecnología al igual que la misión de Telefónica, debería hacer el mundo más humano, conectando la vida de las personas, en nuestro trabajo ponemos la tecnología al servicio de las personas, esas soluciones innovadoras que deben simplificar nuestra vida, pero en ocasiones, si la usamos mal, esa tecnología también nos aísla y nos individualiza, nos aleja del componente más preciado del ser humano y nos acerca a la frialdad de las máquinas.

Han pasado más de 20 años de esa vivencia personal y las cosashan ido evolucionando. Vivimos una vida hiperconectada, con multitud de interacciones con dispositivos, todos ellos conectados a internet. Estamos diariamente presenciando nuevas formas de comunicarnos, de trabajar y de disfrutar del tiempo libre. Vivimos en unequilibrio entre la vida real y la virtual todo lo virtual y digital se ha vuelto imprescindible y necesario y, a veces, consciente o inconscientemente suple a la espontaneidad, a la naturalidad y a lo presencial.

Las TIC y la digitalización nunca deben de sustituir al razonamiento, a la lógica ni a la inteligencia humana. Esta hiperconectividad en ocasiones nos produce fatiga tecnológica y nos hace recurrir a practicar el “Techexit”, espacios y momentos con ausencia de tecnología.

Mi experiencia en la empresa

En mi trabajo, durante mi estancia en el Área Global de Ética Corporativa y Sostenibilidad como gerente de Negocio Responsable conocí la gran labor que hacemos en Telefónica en una de las temáticas con las que trabajábamos el uso responsable de la tecnología. Educar sobre el uso responsable de la tecnología es importante y necesario, estamos más conectados que nunca pero no podemos permitirnos perder nuestra esencia, omitir ciertas interacciones auténticas y significativas cara a cara, en directo, sin tecnología por en medio. No debemos desconectarnos de nuestra propia humanidad ni con los demás.

La tecnología llega para ayudarnos, tiene que promover nuestro bienestar y debemos preservar y garantizar nuestra esencia, la de verdad, la real, la de tocar y sentir y usar la virtual y sus ventajas, pero no para todo.

El nuevo desafío

Nos enfrentamos a un nuevo desafío con la digitalización y la inteligencia artificial, a medida que avanzan muchas tareas que antes realizábamos de forma presencial o manual ahora son sustituidas por máquinas o por interacciones virtuales. Entre todos hemos de garantizar que este progreso sirva para que dispongamos de más tiempo libre, más espacio para crear, pensar e innovar, para engrandarnos y no al contrario y fomentar la colaboración entre personas, evitando los nuevos riesgos que nos amenazan en el ciber mundo, desgraciadamente también hemos trasladado la pillería al mundo virtual.

La dependencia excesiva de la tecnología nos puede conducir a cierto aislamiento social y al individualismo, reduciendo la colaboración entre personas, el contacto humano, mermando incluso las capacidades comunicativas cara a cara. Somos sin dudarlo como ya dijo Aristóteles seres sociales por naturaleza y necesitamos de los otros para sobrevivir. Seamos inteligentes y sepamos quedarnos con lo bueno de la digitalización, que es mucho y obviemos lo negativo y absurdo.

Y pensando en el futuro tecnológico más inmediato, si soñamos, donde estaremos dentro de 20 años más, ¿alcanzaremos la teletransportación?, ¿dónde nos habrá llevado la IA?, una especie de sensación vibrante me recorre el cuerpo, y pienso lo que nos queda por ver… Saquemos el mejor provecho de la experiencia digital sin olvidar lo que nos hace humanos: los valores, las relaciones y la fuerza de nuestra imaginación.

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