Soy un músico de la vieja escuela, desde pequeño admiraba a la gente capaz de hacer música. Si veía en la esquina de una calle, en un bar, en un teatro, en un parque o en cualquier otro lugar a alguien sacando notas musicales de un instrumento, pues yo era el niño ése que se quedaba embobado mirando, alucinado, al interprete. Me parecía magia, no sólo por el sonido sino por lo que esa persona me estaba haciendo sentir.
La importancia de la creatividad musical
Desde que el ser humano empezó a tener conciencia de sí mismo, la creatividad ha sido la seña de identidad como especie, hay otros animales capaces de resolver problemas sencillos pero los humanos llevamos esa capacidad creativa a límites insospechados y somos la única especie capaz de crear arte. Todos nosotros somos capaces de hacerlo, aunque algunos son mucho mejores que otros. Todos somos capaces de pintar, escribir un relato, esculpir una estatua o escribir una melodía si nos preocupamos de aprender las técnicas. Naturalmente, sólo unos pocos son como Beethoven, Velázquez, Lorca o Miguel Ángel, pero incluso haciendo un “churro”, estamos a años luz de lo que haría cualquier otro animal. Intentad enseñar a un chimpancé, el pariente más próximo a nosotros las técnicas de la pintura al óleo y dejadle a ver qué os hace y lo comparáis con cualquier obra de cualquier artista mediocre. La creatividad es lo que nos identifica como humanos.
Hasta hace muy poco tiempo, los ordenadores eran mucho mejores que nosotros haciendo cálculos, pero eran incapaces de ser creativos y muchos pensábamos que esa capacidad jamás sería replicada en una máquina (la eterna discusión de la existencia del alma). Lo más próximo que una máquina podía hacer en la música era interpretar melodías y acordes que un humano le daba a través del midi y sinceramente, yo nunca fui muy aficionado a los estilos donde las máquinas sustituyen a los músicos porque el sonido me parece muy frío. Esa perfección en la nota, puesta en el momento exacto, con la intensidad exacta le da un carácter irreal. Lo mismo me pasa con los intérpretes humanos.
Hasta hace muy poco, todo lo que se interpretaba con instrumentos virtuales me sonaba artificial, no soy un talibán, es divertido en una pista de baile y para socializar en una fiesta, pero no me lo pondría para conducir un viaje largo o disfrutar en casa, saboreando cada matiz de la canción.
Hace ya unos 10 años, en un foro de músicos salió la noticia de que una universidad de Polonia había entrenado a una IA con cientos de miles de canciones de metal y que la había puesto a componer y los temas que iba sacando, los habían subido a una web para que el público lo escuchara y fui raudo a comprobarlo, y no me gustó demasiado.
Como no tenía ni idea de en qué punto estábamos en este asunto, antes de ponerme a escribir, me pasé un tiempo viendo videos, leyendo artículos e incluso experimentando con las IA como Suno, Udio y Sonauto. Las he puesto a prueba con estilos musicales que yo sabía que no le eran “cómodos” porque ya sabía que los estilos más “inorgánicos” donde prima el instrumento virtual y el sonido “frío”, los ordenadores juegan con ventaja así es que experimente con el rock, el blues, el heavy metal, el jazz, el country, flamenco e incluso jotas y ahora me dispongo a escribir lo que he aprendido estos días desde el punto de vista de un músico y de un consumidor de música.
¿Qué es lo que puede hacer una IA musicalmente?
Después de mucho investigar, he llegado a la conclusión de que la IA puede usarse en cuatro tipos de trabajo:
- Clonar una voz
- Componer un tema
- Mezcla y masterización
- Herramienta multiusos para el estudio, aprendizaje y en el proceso creativo.
Clonar una voz
Ha sido noticia como en los últimos tiempos se han subido a la red temas “cantados” con voces de artistas conocidos sin que ellos hayan intervenido en la grabación. De hecho, ya hay páginas web y aplicaciones que te permiten usar esas voces para lo que tú quieras.
Hasta el momento, ninguno de los artistas que se han visto involucrados en estos experimentos ha dado su visto bueno. La más cercana a aceptarlo, que yo sepa, ha sido Grimes, la cual ha propuesto que, si alguien usa su voz, le pague el 50% de los ingresos generados, todos los demás han expresado su negativa absoluta a usar sus voces sin permiso y tiene toda la lógica.
Esta nueva situación abre un nuevo debate, hasta este momento, las voces no está tan claro que no tengan “derechos de imagen”. La “imagen” de una persona es todo lo que le identifica, no únicamente su cara. La voz, igual que la cara, es un rasgo personal y único de cada persona, si usas la voz de alguien para crear cualquier cosa, al igual que si usas su cara, le está asociando irremediablemente a esa creación y no hace falta mucha explicación técnica, legal o moral para entender que esa persona tenga algo que decir al respecto y decidir si quiere o le interesa formar parte de ello.
La legislación tendrá que ponerse al día con esta nueva realidad y aunque estoy seguro de que lo hará.
Actualmente, las gestoras que los músicos usamos para subir nuestra música a las plataformas de streaming tienen unas aplicaciones rastreando dichas plataformas y si detectan que alguien ha usado un tema de alguno de sus clientes, automáticamente solicitan que se le quite la monetización y la desvíen al autor. A mí me ha pasado que mi gestora me quitara la monetización a mí mismo porque subí un video nuevo sin avisarles.
Composición musical
Aquí entramos en una de las partes filosóficamente más polémicas. Como he dicho en el comienzo del artículo, hasta hace nada, sólo los humanos podíamos crear música y esta nueva capacidad de los ordenadores nos arrebata la única característica que nos diferenciaba del resto de seres vivos, la creatividad
Para desarrollar este apartado, no sólo me he documentado en experimentos de otros subidos al YouTube o artículos publicados en internet, sino que me he pasado un buen rato experimentado con tres plataformas muy conocidas. Suno, Udio y Sonauto, poniéndolas a prueba con diferentes estilos.
La primera impresión es que ha mejorado muchísimo desde aquella vez que entré en la web de aquella universidad polaca a escuchar el resultado de aquel experimento hace más de 10 años. Lo que he escuchado, había de todo, pero sin duda, algunas cosas eran bastante dignas.
La forma de aprender y crear de la IA se basa en el análisis de los datos que se le haya dado en el proceso de entrenamiento, en este caso, cientos de miles de canciones de todos los estilos. La IA las analiza, saca patrones y los usa en sus propias creaciones y esa es exactamente la misma forma de aprender que usamos los humanos.
Todos los músicos aprendemos a componer tocando las piezas de nuestros compositores favoritos. A la hora de escribir, consciente o inconscientemente, nuestros gustos y experiencias musicales se plasman en nuestras creaciones. Todo lo nuevo viene de algo anterior e incluso cuando forzamos nuestra creatividad y creamos un estilo nuevo, ese nuevo estilo procede de la combinación y/o desarrollo de uno o unos anteriores, una vez un amigo me dijo “todo lo que no es tradición, es plagio”.
De momento la IA crea música de estilos ya conocidos, no sabemos si será capaz de hacer evolucionar la música de un estilo ya conocido a otro nuevo como, por ejemplo, del blues al rock’n’roll del rock’n’roll al heavy metal y del heavy metal al trash metal. El tiempo lo dirá.
Tras muchas horas de juguetear con esas tres plataformas, he llegado a varias conclusiones.
El sonido que entrega de las composiciones creadas no es muy bueno en el sentido de la producción, mezcla y masterización, pero eso lo analizamos más adelante. Suena como un mp3 de baja calidad, aunque para mucha gente que está acostumbrada a escuchar música por los minialtavoces del móvil no será un problema.
Sin duda, la IA está desarrollada en EE. UU. y por eso, hay estilos que se le dan mejor que otros, durante el experimento, me fui dando cuenta que le costaba más trabajo a medida que le pedía cosas menos conocidas en la tierra de la Coca-Cola. Si le pedía un blues, me lo hacía bastante bien, cuando le pedí un flamenco me hizo una rumba pop pero cuando le pedí una jota castellana, directamente me hizo un tema de pop con toque de country. Sin duda, no tenía ni idea de lo que estaba pidiendo, así es que tiró del pop que es lo “estándar” y como en la descripción puse que hablase de una multa de tráfico, debió de interpretar “tráfico” igual a carretera y eso le llevó al country.
No estamos aún ante un Mozart virtual. Según el estilo, como ya he dicho, depende de si son estilos conocidos en EE. UU., lo hace mejor o peor pero aún no he escuchado nada “sublime”. No obstante, tampoco lo escucho en mucha de la música hecha por humanos. De hecho, he escuchado cosas en la IA mejores que algunas hechas por humanos y que han tenido éxito.
Trabaja mejor cuanto más explícito seas en tu descripción, por ejemplo, si le das sólo una frase para hacer la letra, te hará una letra muy plana y evidente, si le pides que use metáforas, onomatopeyas o metonimias (esto le cuesta un poco más) entonces la letra se vuelve un poco más interesante.
Me da la impresión de que no trata de forma específica cada una de las partes de la canción. Una canción en su versión más simple consta de dos partes, la base y el estribillo. Esa sería la forma menos trabajada y a medida que la vamos complicando, vamos metiendo más partes como intros, cambios, puentes, partes instrumentales o incluso varias bases y estribillos diferentes. Cada una de esas partes tienen una función, el estribillo es la parte principal, donde se muestra la idea de fuerza, debe de tener una melodía fácil de recordar y repetitiva. Por otro lado, tenemos la base que sería el relato que nos lleva a esa idea fuerza. Los puentes y los cambios son transiciones que sirven para facilitar el paso de uno a otro o para generar una tensión que impulse la siguiente parte. Cada una de esas partes debe de ser escrita pensando en su función específica en el conjunto de la canción y, sin embargo, me da la impresión de que para la IA todo son una consecución de estribillos. En algunos casos, suena bien, pero en muchos otros no. La estructura más utilizada en la mayoría de los ejemplos ha sido intro + base + estribillo.
Los instrumentos que pueden ser bien replicados por midi suenan mejor, en estilos con instrumentos como la guitarra eléctrica, que no termina de sonar bien de esta manera, en la mayoría de los casos, suena a “teclados con overdrive”.
Otro aspecto importante de usar la IA como compositor es el de los derechos de autor. Tengo entendido que hay gente que se está dedicando a sacar canciones mediante IA, las sube a las plataformas de música en streaming y las monetiza.
Mezcla y masterización
Cuando empecé a investigar más, esta fue la parte de toda la creación musical donde puse más ilusión. De todo el proceso creativo, no hay una parte menos conocida para el público general y sin embargo fundamental para el resultado final como es la mezcla y masterización.
Que un disco sea producido por un productor u otro es lo mismo que si una misma película es dirigida por un director u otro. Sabemos que el resultado final va a ser completamente diferente.
Para mí es una de las partes más difíciles y que más quebraderos de cabeza me da. Las veces que he tenido que hacer ese trabajo me he sentido frustrado. Se necesita una gran capacidad creativa y muchos conocimientos de teoría musical, física de ondas e incluso percepción auditiva. Cuando delegas el trabajo en otra persona y esa persona lo hace bien, es un alivio, se ha ganado con creces su sueldo.
Hay aplicaciones que usan la IA para trabajos de masterización y mezcla, sobre todo la parte de la masterización y algunas plataformas para subir tu música a la red te la ofrecen, pero el resultado es bastante decepcionante. Te preguntan que estilo musical quieres y te aplican unas fórmulas preestablecidas que hacen que todo suene demasiado homogéneo. Cada pieza musical debe de tener su personalidad y debe ser tratada de forma individualizada, se necesita sensibilidad y comprensión artística. Por eso, en el punto 1 del apartado anterior ya advertía que la música generada por IA me sonaba como un mp3 de baja calidad de producción plana. Se ve que voy a tener que seguir lidiando con esa parte tan pesada y poco gratificante para mí un tiempo más.
Además, el trabajo de un productor no se limita sólo a la mezcla y la masterización, como he dicho, es un director, decide qué tomas son buenas, cuáles se repiten y, sobre todo, da indicaciones a los músicos de cómo interpretar e incluso corrige partes de la composición para mejorarla. Esto, de momento, tampoco lo hace la IA que únicamente trabaja con lo que le des ya hecho.
No obstante, la IA tiene algo más que ofrecer en este apartado que sí que es, bajo mi punto de vista, muy interesante y útil. No puede sustituir al productor, pero sí que hay aplicaciones y plugin que usan la IA para ayudar al productor en la toma de decisiones, analizando ondas y frecuencias, buscando inconsistencias en la mezcla y dando la información de forma más visual y clara para que el productor pueda hacer su trabajo de forma más eficiente. La verdad es que los ejemplos que he visto me han sorprendido bastante y suponen un avance muy grande en este aspecto, aunque aquí, gracias a dios, los humanos seguimos siendo imprescindibles si quieres algo de calidad.
Herramienta multiusos
De todo lo que he aprendido investigando los usos de la IA, esto es lo que más me ha gustado y por eso lo he dejado para el final. Cuando nos hablan de la IA en la música, es fácil pensar en una inteligencia artificial que haga música, pero no es tan evidente su aplicación como herramienta de ayuda en el estudio y proceso de creación.
Durante mi aprendizaje he visto y usado aplicaciones realmente útiles que facilitan tremendamente el trabajo del músico. Hay aplicaciones que le das una canción y te separa por pistas los diferentes instrumentos y la voz. Con ella puedes aislar la parte que te interese para estudiarla y también eliminar uno o varios instrumentos para practicar tocando encima.
Para el estudio y análisis existen también aplicaciones que te dan directamente la partitura o la progresión de acordes de los instrumentos que le pidas de una pieza determinada.
Existen aplicaciones de IA las cuales, tú le das una voz grabada y le puedes pedir que te haga voces coristas en terceras, quintas y octavas de lo que le has dado, ideales para poder usar en tus mezclas si no tienes un grupo corista a mano. Otras aplicaciones le das una pieza musical y te ayudan incluyendo instrumentos a los que tú no tienes acceso siguiendo tus indicaciones.
Otro ejemplo son las IA a las cuales les das una grabación incompleta y ella te ofrece varias opciones para terminarla, esto es de gran utilidad cuando te encuentras en un estancamiento creativo con un tema medio hecho al que no sabes cómo resolver. No digo que la IA te termine el trabajo, porque como ya hemos expuesto anteriormente, aún no es el mejor compositor al que podemos acudir, pero sí que te puede dar pistas e ideas sobre cómo hacerlo tu.
Hay aplicaciones que mejoran el sonido de grabaciones antiguas y estropeadas, lo que te permite recuperar trabajos. Los ejemplos son miles y podría estar hojas y hojas escribiendo sobre ello.
Quizás una noticia muy sonada sobre esto fue la última canción de The Beatles “Now and Then” lanzada el 2 de noviembre de 2023, 44 años después de la muerte de Lennon y 23 años después de la muerte de Harrison. Esta canción fue escrita y grabada en una maqueta por John Lennon en 1977. En 1995, cuando hacía 15 años que Lennon había muerto, sus compañeros decidieron editarla en un disco recopilatorio pero la mala calidad de la grabación lo hizo inviable. 29 años después, la inteligencia artificial pudo limpiar y mejorar el sonido de la demo de Lennon, separar por pistas los instrumentos y así los miembros vivos, Paul y Ringo pudieron regrabar sus partes y sus arreglos sobre las partes de John e incluir las grabaciones que hizo George en 1995. La IA nos permitió disfrutar de la última canción de The Beatles cuando la misma biología nos lo había negado.
¿Entonces, es la IA una amenaza o una aliada para el músico?
Vuelvo al principio del artículo, aquí estoy, delante del ordenador con sentimientos encontrados, he intentado decidir a qué le doy más peso. La inteligencia artificial es una herramienta muy potente, no sólo para la música. Haberles dado a los ordenadores la capacidad de ser creativos nos abre una realidad nueva de oportunidades y amenazas en todos los aspectos de la vida, desde la ingeniería a las finanzas y por supuesto al arte en general y la música en particular.
La IA es una herramienta y como tal, no es ni buena, ni mala, dependerá del uso que le demos. A lo largo del artículo he desgranado lo que, bajo mi punto de vista son los puntos fuertes y donde esta tecnología aún flojea. Es el uso que le demos y, por tanto, somos nosotros los que tenemos la última palabra.
La principal ventaja de la IA es que nos rompe los límites. Hasta la llegada de esta tecnología, los músicos estábamos tremendamente limitados por nuestra capacidad técnica y el acceso a los recursos. Podías tener una idea genial en tu cabeza pero que la pudieras llevar a cabo o no dependía de que, fueses capaz de ejecutarla, que tu nivel técnico te lo permitiera. Yo podría imaginarme una pieza con un pasaje de gaitas, pero si no soy capaz de tocar la gaita, entonces si eres un músico con recursos, un músico profesional con un presupuesto suficiente podías contratar a unos gaiteros, pero ¿y si no? Podías tener la suerte de conocer a uno que te haga el favor, pero … ¿y si no?
Incluso limitándote a los instrumentos a los que tienes acceso y eres capaz de tocar, a veces tu propia incapacidad técnica te impedía ejecutar esa idea que tenías en la cabeza. Hasta la fecha, la única solución era practicar hasta conseguirlo, lo que no estaba nada mal porque te obligaba a mejorar.
Y aquí se nos plantea una duda, ¿qué es mejor en este caso? ¿obligarte a practicar hasta lograrlo o pedirle a la IA que te lo haga y perder esa oportunidad? Y es que ése es un tema que me preocupa. La creatividad y las capacidades se mejoran con la práctica y tener una herramienta que te da lo que necesitas inmediatamente y sin esfuerzo puede hacerte involucionar como artista y como persona. Un ejemplo de capacidades que se pierden si no se practican. De joven, no tenía afinador y tenía que afinar con el tono del teléfono fijo que es un “LA” estándar a 440 hz. Cogía el teléfono fijo y usaba esa señal para afinar de oído la quinta cuerda de la guitarra y a partir de ahí todas las demás, por aquella época y gracias a tener que hacerlo así, desarrollé un oído buenísimo para reconocer las notas. Cuando quería tocar una canción, la escuchaba un par de veces y ya sabía qué acordes y notas se estaban usando, pero un día mi padre apareció en casa con un afinador electrónico y dejé de usar el teléfono como referencia. El resultado fue que poco a poco fui perdiendo la capacidad de sacar las canciones que me gustaban de oído.
Nuestras capacidades mejoran con la práctica y se pierden si no se practican con cierta frecuencia. Si dejamos el trabajo creativo a una máquina que nos da el resultado deseado inmediatamente, vamos irremediablemente a perder esa capacidad y cada vez seremos menos creativos y, en consecuencia, menos inteligentes.