Bien sea por estar buscando empleo o por aspirar a promocionar internamente, existen una serie de habilidades blandas y duras (más conocidas como soft y hard skills, respectivamente) que pueden requerirse para el desarrollo de la carrera profesional.
Algunas son innatas a las personas y otras deben ser aprendidas.
Veamos en qué consisten tanto las hard skills como las soft skills y en qué se diferencian estos dos conceptos.
Hard skills: qué son
Las habilidades duras -o hard skills– son aquellas que por su carácter técnico o la acumulación de determinados conocimientos específicos se utilizan para el desarrollo de una tarea profesional concreta.
Suelen ser adquiridas mediante formación específica, la educación reglada o la propia experiencia profesional acumulada.
Podríamos resumirlas como la base sobre la que sustentar la experiencia en una materia laboral en particular.
Cuestiones como el conocimiento y/o manejo de idiomas, la capacidad de programar, desarrollar análisis de datos o la pericia con tecnologías como la inteligencia artificial o el cloud son ejemplos concretos de habilidades duras o hard skills.
La conjugación de estas habilidades duras junto con las blandas -que vamos a analizar a continuación- sirve para componer el perfil profesional.
Qué son los soft skills
Las habilidades blandas -o soft skills– son aquellas con las que una persona cuenta de manera innata, aunque la experiencia adquirida con el paso del tiempo o la relación con otras personas pueden ir modificándolas o puliéndolas.
Tienen una importancia creciente en el ámbito laboral ya que su relevancia escapa al puesto de trabajo, sector o responsabilidades, motivo por el cual son altamente demandadas por las compañías.
Aunque es cierto que existen algunas habilidades blandas que puedan mejorarse, lo más frecuente es que la experiencia o la interacción ayuda a que se perfeccionen o se potencien.
Las dotes de comunicación, la empatía, el trabajo en equipo o la creatividad son algunos ejemplos de comunicaciones blandas.
Diferencias entre hard y soft skills
Tal y como hemos comentado al comienzo del presente artículo, las hard skills se refieren a las habilidades técnicas que una persona haya podido ir adquiriendo mientras que las soft skills son aquellas habilidades profesionales personales.
Comenzando por estas últimas, podríamos resumirlas como habilidades adquiridas mediante el desarrollo personal, el aprendizaje o la experiencia y vinculadas a las actitudes, las relaciones con otras personas o la propia personalidad.
Por otro lado, las hard skills pueden medirse y aprenderse a través de diferentes maneras como la formación, la educación o la experiencia laboral.
Aquí precisamente radica la diferencia entre estos dos conceptos: uno puede adquirirse de manera específica a través de entrenamientos vinculados frecuentemente con el manejo de herramientas, máquinas o software.
Y el otro, si bien es cierto que se puede ir modulando con el paso del tiempo, es considerado más como un rasgo de personalidad que va evolucionando a lo largo de la vida.
En ocasiones, las habilidades blandas pueden tener mayor relevancia al ser características casi innatas. Y es que, las duras -por el hecho de resultar “adquiribles”- pueden hacer que en cierto modo resulte más sencillo encontrar perfiles específicos acotando las características técnicas que el puesto requiere.
Otra diferencia es que las hard skills pueden considerarse objetivas al tratarse de titulaciones estándar requeridas por empresas u organizaciones. Por otro lado, las soft skills son más subjetivas dado que varían en función de las pretensiones de las personas con las que se trabaja o según la cultura de empresa.
Precisamente las titulaciones son otra de las diferencias entre estos dos conceptos: las habilidades duras tienen certificaciones de instituciones como universidades, academias o escuelas mientras que las blandas carecen de titulaciones específicas que puedan acreditarlas.