El viernes 20 de septiembre se llevó a cabo el panel «Sustainable digitally augmented spaces», en el marco del OECD Global Forum on Technology en la sede central de la OCDE en París. El foro reunió a expertos en tecnología y a responsables de la toma de decisiones para reflexionar sobre los nuevos desarrollos y convergencias tecnológicas que, con total seguridad, transformarán las experiencias humanas en áreas de alto impacto, como la salud y la educación, a través de espacios sostenibles y digitalmente aumentados.
Desde Telefónica tuvimos la oportunidad de intervenir para reflexionar sobre el presente y futuro, poniendo foco en: (i) el impacto de la tecnología en nuestras vidas y los beneficios de la realidad aumentada, (ii) la brecha de uso y la importancia de las alianzas público-privadas para salvarla, y (iii) la necesidad de acompañar la revolución digital con una profunda transformación de la regulación sectorial.
El impacto de la tecnología en nuestras vidas y los beneficios de la realidad aumentada
La tecnología ha transformado y continuará transformando casi todos los aspectos de nuestra vida. En Telefónica creemos que el proceso de transformación digital puede y debe ser para mejor. Un gran acelerador de esta transformación fueron las medidas tomadas para contener el avance de la pandemia del COVID-19, entre ellas, muy especialmente, el trabajo y el aprendizaje remotos.
Quienes contaban con conectividad de calidad pudieron muy rápidamente aprender a usar las tecnologías disponibles y mantener una parte relevante de sus actividades productivas y formativas. Quienes no tuvieron la misma suerte, se vieron expuestos a la desconexión digital, lo que se tradujo en fuertes impactos sociales, entre los que resultaron especialmente perjudicados los rezagos escolares, que en Latinoamérica tuvieron una media de 70 semanas y en algunos países llegaron a los dos años.
La realidad aumentada, con su capacidad de crear ambientes inmersivos e interactivos, puede mejorar sustancialmente las experiencias de virtualización que estuvieron disponibles durante la pandemia, superando algunas de sus deficiencias. Por ejemplo, las pantallas bidimensionales, por poner un solo ejemplo, difícilmente pueden ofrecer una alternativa adecuada para el entrenamiento motor de los preescolares.
Por lo tanto, también resulta evidente que los beneficios de la realidad aumentada pueden generar un mayor impacto positivo en lugares lejanos y menos densamente poblados, que cuentan con “servicios físicos” (educativos, de salud, etc.) de menor calidad en comparación con los de las grandes ciudades. La calidad de vida de millones de personas podría mejorar, acercando servicios básicos a quienes más lejos se encuentran, pero para esto serán necesarias importantes inversiones, no sólo en conectividad sino también para el acceso a los dispositivos avanzados.
La brecha de uso y la importancia de las alianzas público-privadas
Actualmente 250 millones de personas en América Latina y el Caribe no usan internet. Algunos porque no saben cómo o porque no pueden pagarlo. Tan solo el 7% de ellos no lo hace por falta de cobertura. Esto significa que el mayor reto de la región no consiste en garantizar cobertura, sino en consolidar la adopción de la tecnología y el acceso a dispositivos, como lo ha señalado ya la GSMA. ¿Cómo superar el reto remanente de cobertura y cerrar la brecha de uso? En Telefónica creemos que las alianzas público-privadas son una parte muy relevante de la respuesta.
Internet Para Todos (IPT) es el primer operador móvil de infraestructura rural de Perú, resultado de una colaboración entre Telefónica, CAF, BID Invest y Meta. Hoy en día, IPT ha conectado más de 18.000 localidades rurales y provee cobertura 4G a 3,6 millones de personas. El impacto de IPT se está extendiendo ahora más allá de la mera conectividad. A través del programa Juntos Conectamos, la compañía está impulsando alianzas para la provisión de servicios digitales en favor del crecimiento y progreso de zonas rurales y remotas. Este tipo de innovación, apalancada en esfuerzos público-privados, es esencial para amplificar los beneficios de la conectividad.
La revolución digital y el reto de la regulación obsoleta
La revolución digital es un proceso social que está avanzando mucho más rápido que la revolución industrial. Como el dinamismo del proceso no ocurre a una velocidad homogénea en todos los países y sectores, es posible que aspectos muy relevantes de la estructura social se queden obsoletas y no se ajusten a los cambios con la rapidez necesaria. Desafortunadamente, esto ocurre con la regulación de las telecomunicaciones.
A menudo reflexionamos sobre las reglas que deben aplicarse a las nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial, el internet de las cosas y la realidad aumentada, pero dejamos de lado el hecho de que las redes también tienen que evolucionar para proveer las capacidades y funcionalidades que estas tecnologías requieren. Para que esto suceda de manera oportuna y eficiente, los marcos regulatorios deben actualizarse y dejar atrás visiones que fueron desarrolladas 20 o 30 años atrás.
Es muy importante repensar, en particular, las políticas de competencia y revisar las estructuras de mercado. En América Latina, por ejemplo, se han implementado políticas que han desincentivado y limitado la consolidación, lo que ha derivado en una multiplicidad de agentes, muchos de los cuales enfrentan hoy serios problemas financieros. Este panorama contrasta con el de mercados como el chino o estadounidense, en los que pocos operadores son capaces de cubrir inmensos territorios y servir a cientos de millones de clientes, capturando muy importantes economías de escala.
Estructuras de mercado fragmentadas, sumadas a regulaciones que han promovido accesos artificiales al mercado e intervenciones mayoristas intrusivas, han erosionado radicalmente el precio de los servicios, arrastrando con ello los niveles de inversión. Si queremos asegurar que las redes en Latinoamérica continúen evolucionando, de modo que se desarrollen las funcionalidades requeridas para la provisión de servicios de realidad aumentada, es clave incrementar los incentivos para la inversión en redes. No cabe duda de que el momento para actuar es ahora.