¡La igualdad de género puede no llegar hasta dentro de 118 años!, según el Foro Económico Mundial. Con los datos sobre la mesa es difícil ver el vaso medio lleno. ¿Qué se puede hacer desde el mundo de la empresa? ¿Qué barreras exactamente tenemos que derribar para que la mujer, con un escaso 20% de los cargos directivos, ocupe más puestos de responsabilidad y contribuya a equilibrar la situación? Para responder a estas preguntas, nadie mejor que ellas mismas, las directivas, para darnos su visión.
¿Qué se puede hacer al respecto? Para Oliver, “es importante reconocer este sesgo cognitivo en la toma de decisiones y asegurarse de que tanto los comités que eligen a los nuevos directivos como los candidatos a los puestos sean diversos”.
LA BRECHA DE LA CONFIANZA
¿Y las mujeres? ¿Hay algo que podamos hacer para mejorar la situación? La respuesta es unánime: dejar de ser invisibles. ¿Y esto cómo se consigue?
Tanto es así que “hay varios informes (estudio del Leadership and Management Institute del Reino Unido, libro “Women don’t ask” de Linda Babock, obra “The Confidence Code: The Science and Art of Self-Assurance—What Women Should Know” de Kay and Shipman) que encuentran que los hombres tienden a sobre-estimar sus habilidades y rendimiento, mientras que las mujeres tienden a subestimarlos en situaciones de idéntica capacidad”, detalla Oliver. Es lo que se ha denominado la “brecha de la confianza” (confidence gap).
LOS MEJORES ALIADOS
En la carrera por la alta dirección, las mujeres contamos con aliados fieles. Estamos tan acostumbradas a ellos que, en ocasiones, nos olvidamos de su gran valor. Estos aliados son la movilidad y las herramientas tecnológicas.
“La tecnología ha mejorado nuestro trabajo, ser capaces de conectarnos en cualquier lugar, incluso ser capaces de hacer reuniones remotas a través del teléfono o incluso el ordenador ha hecho que podamos disminuir el trabajo presencial y que seamos más ágiles y más eficaces”. Quien habla es Aurora Berra, de Bristol-Myers Squibbde. Con ella coinciden todas las directivas consultadas para este artículo.
“Con un instrumento muy pequeño (el móvil) me entero de todo lo que me envían y sucede”, dice Levy, quien de este modo “tiene” el despacho allá donde va. “Me da flexibilidad total para “bilocarme” (hallarse en dos lugares distintos a la vez)”, comenta Chinchilla.
“Con relación al móvil –dice Oliver-, hace 10 años comencé a investigar las oportunidades del móvil en el contexto de la salud y el bienestar. Las oportunidades son inmensas para, por ejemplo, la monitorización de enfermedades crónicas o fomentar un mejor estilo de vida (hacer más ejercicio, monitorizar el sueño…). Por otro lado, en mi caso, me encanta la fotografía y hago miles de fotos. Por tanto, las aplicaciones para gestionar las fotos son esenciales para mí”.
En definitiva, grandes aliados en esa carrera llena de barreras -cultura, cortoplacismo, falta de visibilidad de las mujeres…- para llegar a la cima y no tener que esperar 118 años para conseguir la igualdad.