Decir y escuchar son fenómenos diferentes
Sin embargo, existe una brecha crítica en la comunicación entre hablar y escuchar. Decimos lo que decimos y los demás escuchan lo que escuchan. Citando al biólogo Humberto Maturana: “El fenómeno de comunicación no depende de lo que se entrega, sino de lo que pasa con el que lo recibe”
Y este es un aspecto crucial. Normalmente damos por sentado que lo que escuchamos es lo que se ha dicho y suponemos que lo que decimos es lo que nuestros interlocutores van a escuchar. Comúnmente no nos preocupamos si quiera de verificar si el sentido que nosotros damos a lo que decimos o escuchamos corresponde a aquel que la da la persona que escucha o habla.
Escuchar no es oír
Escuchar es también un fenómeno diferente que oír. Lo que diferencia el escuchar del oír es el hecho de que cuando escuchamos, generamos un mundo interpretativo: el acto de escuchar siempre implica comprensión y, por lo tanto, interpretación. No hay escuchar si no hay involucrada una actividad interpretativa. Aquí reside el aspecto activo del escuchar. Escuchar es oír más interpretar.
Este carácter interpretativo es tan importante en el fenómeno del escuchar que es posible escuchar aun cuando no haya sonidos y, en consecuencia, aun cuando no haya nada que oír. Efectivamente, podemos escuchar los silencios. También podemos escuchar los gestos, las posturas del cuerpo y los movimientos en la medida en que seamos capaces de atribuirles un sentido.
El carácter chino para la palabra escuchar lo dice todo:
- El primer tercio vertical de izquierda a derecha significa oído: hay que oír para poder escuchar, aunque oír no es escuchar.
- La parte superior derecha significa ojos: escuchamos con todos los sentidos, no sólo con los oídos.
- La parte central derecha significa concentración: escuchar es selectivo y requiere concentrar toda la atención en la persona que está hablando.
- La parte inferior derecha significa corazón: también debemos escuchar los sentimientos subyacentes a las palabras.
Habilidades de la escucha activa
Afirma John Whitmore, pionero del coaching, que si nos han dado dos orejas y una boca es que debemos escuchar el doble de lo que hablamos.
Sin embargo, ser escuchado de verdad es todo un lujo. A la mayoría de nosotros no se nos da demasiado bien escuchar. Cuando parece que alguien escucha, lo más seguro es que esté esperando su turno para hablar.
El mismo autor nos propone algunas habilidades de escucha activa que he resumido en la siguiente infografía:
Cuando escuchamos activamente a nuestros interlocutores, podemos sintonizar con ellos, entenderles a varios niveles e incluso sentir físicamente lo que están sintiendo. Y es en este momento mágico cuándo podremos escuchar “detrás” y “entre” las palabras y a atender a sus silencios, a su tono de voz, a sus gestos y lenguaje corporal, a su nivel de energía y a otras señales emocionales.
Para concluir, un ejercicio para poner a prueba las habilidades de escucha.
La próxima vez que alguien quiera hablar de algo contigo, intenta escuchar activamente y luego evalúate en los siguientes aspectos:
- (de 1 a 4) He seguido con interés lo que decía mi interlocutor.
- (de 1 a 4) He usado mi intuición.
- (de 1 a 4) He aclarado o reflejado lo que me ha dicho.
- (de 1 a 4) Me he guardado mi opinión y mis consejos.
- (de 1 a 4) He suspendido el juicio y la crítica.
- (de 1 a 4) He ayudado a mi interlocutor a explorar sus propias ideas.
- (de 1 a 4) He atendido a sus mensajes no verbales.
- Acerca de mis habilidades de escucha, he aprendido que…
- La habilidad de escucha en la que destaco es…
- La habilidad de escucha que necesito trabajar es…
