En la sociedad digital actual, el intercambio de datos no para de aumentar y cada día se recolectan enormes cantidades de datos generados por los individuos, a partir de actividades tan cotidianas como comunicarnos, viajar, comprar, etc.
Para el año 2025, se espera que haya 100.000 millones de conexiones, y todas ellas producirán datos. Los coches autónomos por sí solos generan tantos datos como 3.000 personas. De hecho, los flujos internacionales de datos han crecido 45 veces en los últimos diez años, más rápido que el comercio de bienes o las transferencias de dinero.
A pesar de las oportunidades para el progreso de la sociedad que ofrece este intercambio de datos, estamos siendo testigos de una creciente preocupación por la privacidad. La aparición de empresas que basan su modelo de negocio en la publicidad o en la explotación de los datos y ciertos escándalos relacionados con estas prácticas han generado una creciente desconfianza por parte de los ciudadanos.
Esta tendencia se refleja el informe “Data, Privacy, and the Individual”, elaborado por el Center for the Governance of Change de IE University, en colaboración con el Telefónica Policy Lab de Telefónica. El estudio explora algunas de las cuestiones éticas clave relacionadas con la privacidad que plantean las tecnologías emergentes y analiza los nuevos métodos y técnicas que gobiernos y empresas pueden utilizar para sacar el máximo partido a los datos, respetando la regulación existente y manteniendo la confianza de los usuarios.
Los resultados de este informe se presentaron en el evento “Datos y ciudadanía: ¿cómo proteger tu privacidad en la era digital?”, celebrado en el Espacio Fundación Telefónica, en el que participaron expertos destacados en temas de privacidad y protección de datos.
De izquierda a derecha: Raquel Carretero (moderadora, Políticas Públicas, Telefónica), Christoph Steck (director de Politicas Públicas e Internet, Telefónica), Carissa Véliz (investigadora de la Universidad de Oxford y coordinadora principal del informe), Pablo de Carvajal (Secretario general y Asuntos Regulatorios, Telefónica), Karina Vold (investigadora de la Universidad de Cambridge) y Ricard Martínez (director de la cátedra privacidad y transformación digital en la Universidad de Valencia).
Carissa Véliz, investigadora de la Universidad de Oxford y coordinadora principal del informe, explicaba que la carrera empresarial en el futuro próximo no será sobre quién puede recolectar y explotar mejor nuestros datos personales, sino sobre quién puede proteger nuestra privacidad.
Esta afirmación se basa en las respuestas obtenidas en la encuesta realizada a más de 1.000 personas de una veintena de países, que complementa el informe y contribuye a un mejor entendimiento de la ética y de la privacidad en el uso de los datos. Entre las cifras más significativas, destaca que casi el 90% de las personas considera que la vulneración del derecho a la privacidad constituye uno de los riesgos más acuciantes a los que se enfrentan ciudadanos, gobiernos y empresas en la actualidad.
Karina Vold, investigadora de la Universidad de Cambridge, profundizaba en qué se puede considerar éticamente aceptable cuando se utilizan datos personales. La integración de datos anonimizados puede ser realmente valiosa para el desarrollo de la sociedad, gracias a su capacidad de predicción y análisis para tomar mejores decisiones. No obstante, cuando se usan datos personales para dirigir servicios o publicidad a los usuarios con fines lucrativos, las personas deben ser conscientes de este tratamiento y de los riesgos que esto conlleva.
De izquierda a derecha: Raquel Carretero, Carissa Véliz, Christoph Steck, Karina Vold y Ricard Martínez
«El 88% de las personas piensa que la violación del derecho a la privacidad es uno de los peligros más importantes a los que nos enfrentamos en la era digital», Informe Data, Privacy and the Individual
Ricard Martínez, director de la cátedra privacidad y transformación digital en la Universidad de Valencia, desvelaba que aún nos queda mucho camino por recorrer para avanzar hacia una protección efectiva de la privacidad de las personas en el entrono digital. Para ello, propone dos opciones fundamentales: educación e implementación. Este experto plantea que la sociedad no está educada en la privacidad y este aprendizaje es fundamental para avanzar hacia la protección y el control de sus datos parte de las personas. Asimismo, añade que las distintas iniciativas regulatorias y empresariales para salvaguardar la privacidad de los individuos son muy valiosas, pero ha llegado el momento aterrizar esta teoría para que la economía digital sea posible.
Christoph Steck, director de Políticas Públicas e Internet, aportó la visión empresarial al debate. El posicionamiento público de Telefónica en materia de privacidad y protección de datos personales se ha visto marcado por distintos hitos en los últimos años. Entre ellos, destaca la publicación del Manifiesto Digital (2018), la Política Global de Privacidad en cumplimiento del GDPR (2018) y la Política Global de Derechos Humanos (2019) como claves de las prácticas de autorregulación de Telefónica. Estos antecedentes han sentado las bases del alto standard de exigencia ética en materia de privacidad y uso de los datos que cumple la compañía en la actualidad.
Los principios de cómo hacemos las cosas en la compañía se basan en la transparencia, el control y la capacidad de elección, la seguridad y el pleno respeto a la privacidad de los usuarios. Tal y como resumía Pablo de Carvajal, Secretario general y Asuntos Regulatorios, Telefónica S.A:
“Más allá del debate legal, las empresas tenemos una responsabilidad: la defensa de los valores, el uso responsable de los datos y la generación de confianza ya no solo es un reto regulatorio”.
Pablo de Carvajal, Secretario general y Asuntos Regulatorios, Telefónica S.A, durante el evento.
La avalancha de datos, o su uso indebido, genera temor sobre la privacidad y la seguridad, y pone en peligro el nuevo mundo de oportunidades: el potencial máximo de la sociedad de información de datos y la hiperconectividad solo se alcanzarán si los usuarios confían en las empresas. La confianza digital se vuelve una cuestión clave.