Claro está que muchas de las herramientas ya existían cuando el confinamiento llevó a cerrar escuelas y centros de educación. Las video llamadas, las aplicaciones para armar clases o conferencias y las plataformas educativas interactivas tuvieron que ir mejorando sobre la marcha.
Surge así lo que se conoce como tecnopedagogías, que consiste en combinar la pedagogía tradicional (la ciencia de la educación que se encarga de planificar, analizar y evaluar los diferentes procesos de enseñanza y aprendizaje) con la tecnología, para optimizar la educación. Esto se conoce como diseño tecnopedagógico, y es el resultado de un proceso dinámico entre múltiples disciplinas.
La tecnología como materia forma parte de la educación convencional desde la década del 70, pero en los últimos años pasó a formar parte de la vida cotidiana de todos. La tecnopedagogía permite a través de plataformas la interacción entre docentes y alumnos, sirve para sumar conocimientos y tiene como objetivo llevar la enseñanza un escalón más arriba.
Por un lado, la pandemia sirvió para acelerar y afianzar el uso de las tecnologías ya existentes, que permitieron que la educación continuara aun en confinamiento y a la distancia, pero también para que todos podamos seguir conectados a través de, por ejemplo, videollamadas, redes sociales, etc.
En esto de convivir con la tecnología, hay una grupo que lo vive casi de manera natural: la generación Alfa, aquellos nacidos a partir de 2010 y que son cien por ciento nativos digitales. Para ellos no hay brecha, sobre todo si tienen la posibilidad económica de acceder a los recursos tecnológicos. Y es sobre todos por esta generación que la educación y la formación docente deben atravesar un cambio profundo, sobre todo porque en la actualidad el mundo de lo híbrido (presencialidad – virtualidad) es una realidad y es irreversible.
Una excelente alternativa es la que se ofrece desde Fundación Telefónica, donde tienen a la educación y la formación digital como pilares fundamentales “para que nadie se quede atrás en este nuevo y acelerado mundo tecnológico”. Desde hace tiempo trabajan tanto con profesores como con estudiantes y entidades sociales, para promover la transformación digital y sobre todo para “evitar que la brecha digital impida el acceso a la educación de los más vulnerables”.
A través de diferentes proyectos, desde Fundación Telefónica se capacita a docentes con talleres digitales y webinars, con la premisa de formar líderes digitales. En 2022, por ejemplo, se realizó un curso de ProFuturo brindando conocimientos sobre TIC, innovación y habilidades digitales, además de brindar recursos audiovisuales con diferentes propuestas para el aula, todo de manera virtual y gratuita.
Además, a través de diferentes webinars se crearon encuentro con especialistas para acompañar al docente y generar un intercambio enriquecedor.
Plataformas para todos los gustos y necesidades
Dentro de las plataformas educativas más usadas podemos encontrar Schoolgy, que es una de las líderes. Actualmente más de 40 millones de usuarios de 60 mil colegios en el mundo la usan. En Argentina también es una de las más elegidas (por más de 21 mil estudiantes) ya que cuenta con bibliotecas digitales y aplicaciones de aprendizaje basadas en Inteligencia Artificial.
Existen una amplia variedad de plataformas y abarcan todas las necesidades. Un ejemplo es Edpuzzle, que permite a los docentes armar y editar videos con lecciones de manera sencilla. Desde que empezó a funcionar en 2013 lleva reunidos 30 millones de ese tipo de videos.
Y otro ejemplo es Matific, diseñada específicamente para perderle el miedo a las matemáticas. Esta plataforma incentiva a través de juegos divertidos a estudiantes entre 4 y 13 años.
Un gran desafío en puerta
Las herramientas están, existen, el desafío es mejorarlas y hacerlas accesibles a todos. Imaginar clases sin fotocopias, donde los chicos tengan acceso a bibliotecas digitales para poder usar en casa y poder dejar los libros físicos para trabajar en el colegio, es una realidad que en Argentina aun no está al alcance de todos.
Si bien la tecnología hace varios años que entró en las aulas (y en la vida cotidiana), aun tiene muchos escalones por subir, y el objetivo tiene que estar en pedagogizar lo tecnológico. Acá llegamos al punto de la alfadatización, que es nada más y nada menos que la nueva alfabetización del siglo XXI. Al aprendizaje de lectura y escritura se suman, por ejemplo, las redes sociales y los algoritmos.
Para poder lograr mejoras y avances, es importante garantizar de manera universal el acceso a dispositivos (celulares, notebooks, tables) y a la conexión a internet. En los últimos años Argentina prosperó en lo relacionado con innovación tecnológica y la incorporación de tecnologías digitales a sus políticas educativas, pero aún hay una profunda desigualdad, y el mayor desafío radica en el acceso y la calidad.
La incorporación de las tecnologías digitales al aprendizaje permite mejorar los tiempos escolares, porque las clases son sincrónicas y asincrónicas, volviendo al concepto de lo híbrido, llevando el acompañamiento de los docentes no solo dentro del aula sino también fuera de ella. La tecnopedagogía ya no es futuro, es un presente que debe seguir avanzando con la premisa de que sea una realidad accesible para todos.