Plásticos, restos orgánicos, bricks, vidrio, papel y cartón, metales, textiles, aceites, aparatos electrónicos… los residuos urbanos suponen un problema creciente. Su correcta gestión será clave tanto para la protección del medio ambiente como la salud de las personas.
Si los residuos no se gestionan correctamente, podrían llegar a degradar el espacio en el que se vierten, contaminar el suelo, emitir gases tóxicos, contaminar ríos y mares e incluso contaminar las aguas subterráneas, poniendo en peligro el entorno que nos rodea y mucho más.
Sin embargo, a pesar de la creciente preocupación por una gestión eficiente de los residuos urbanos, este sigue siendo un problema que tanto empresas como administraciones públicas y los propios consumidores debemos afrontar.
De hecho, una directiva europea de 2008 ya establecía que para 2020 el 50% de los residuos municipales de todos los países miembros de la UE debían tratarse adecuadamente para su reutilización o reciclado, cifra que en España solo llegaba al 34,9% en 2019, más de 15 puntos por debajo del objetivo marcado.
Las herramientas digitales, un aliado en la gestión de residuos
Si el aumento en el uso de las nuevas tecnologías beneficia a la sociedad en general, su uso en un aspecto tan importante como la gestión de residuos no podía ser menos. La aplicación de nuevas tecnologías como Inteligencia Artificial, blockchain, Internet de las Cosas (IoT), el análisis de datos, cloud o robótica en la gestión y el tratamiento de residuos, beneficiará de forma significativa a alcanzar una gestión de materiales más sostenible, según indica un informe realizado por la Agencia Europea de Medio Ambiente, AEMA.
Y aunque en Europa el uso de aplicaciones innovadoras en el sector de reciclado es todavía incipiente, no hay duda de que tiene grandes posibilidades de crecimiento ya que según el estudio de la AEMA (the European Topic Centre on Waste and Materials in a Green Economy) su uso es decisivo para impulsar la transición a modelos de producción y consumo circulares y sostenibles.
La innovación tecnológica facilitará el uso de materiales reciclados por parte de los fabricantes, permitirá a los consumidores adoptar mejores decisiones de compra, y mejorará a las empresas de reciclaje acceder a mejoras de logística y las cantidades de material para reciclar, entre otros aspectos.
Un ejemplo de ello son los servicios Smart Waste, que mejoran la recuperación y gestión de residuos favoreciendo la economía circular mediante el uso del big data y el IoT, ayudando a optimizar las rutas de los camiones de recogida de basura.
Las bases de la economía circular
Reducir, reutilizar, reparar y reciclar son la base de la economía circular. Pensando en los beneficios que puede aportar la digitalización en la gestión de residuos, Telefónica puso en marcha desde 2016 una pionera herramienta llamada GReTel (Gestión de Residuos de Telefónica).
Esta herramienta digital ha permitido a la compañía incrementar la trazabilidad desde origen a destino de todos los residuos generados en cada una de las instalaciones que Telefónica tiene en el mundo.
La información generada permite a los responsables, tomar decisiones correctas y en tiempo real en el ámbito ambiental, y en especial en aquellos aspectos que tienen que ver con la prevención, la reducción y el reciclaje de residuos.
Y es que la compañía integra la Economía Circular a lo largo de todo el ciclo de vida de la empresa: pone foco en optimizar el consumo de recursos y promover que los bienes usados vuelvan al ciclo productivo, centrándose en las compras, la gestión eficiente de la red y la provisión de servicios al cliente con este fin.
Su objetivo: convertirse en una compañía ‘Residuo Cero’ mediante el ecodiseño, la reutilización y el reciclaje. Sólo en 2020 la operadora ha reciclado el 98% de los residuos que ha generado y ha reutilizado casi 4 millones de equipos electrónicos.
Este tipo de herramientas favorecen el desarrollo de estadísticas, como por ejemplo, ratios de reutilización y reciclado, que permiten que la operadora pueda avanzar en su estrategia de crecimiento verde, alineándose con las propuestas, que, especialmente desde la UE, instan a gobiernos y corporaciones a avanzar hacia un modelo de economía circular.