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El coste de la competitividad: Pagar una contribución justa

Europa está a 174.000 millones de euros de alcanzar sus objetivos de la Década Digital, y de ser competitiva en un futuro digital. Para hacer realidad el potencial económico de Europa y el mandato democrático de alcanzar estos objetivos, debemos centrarnos en dar forma a la solución.

Balanza

Juan Luis Redondo Maíllo

Tiempo de lectura: 8 min

A medida que el verano europeo se acerca a su fin, todas las miradas se vuelven rápidamente a la agenda política de Bruselas. Han sido meses de mucho trabajo, y hemos entrado en una nueva fase del importante debate sobre la mejor manera de financiar la infraestructura de conectividad de Europa. En este inicio de esta nueva fase conviene recordar que se se presentaron 437 respuestas a la consulta pública de la Comisión Europea sobre el futuro de la conectividad en Europa.

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El debate sobre el futuro de la conectividad en Europa se centró en los últimos meses en las dificultades para alcanzar los objetivos fijados en la Década Digital, y en el mandato del Parlamento Europeo para avanzar en esos objetivos. «Europa se está quedando rezagada con respecto a otras regiones y necesita invertir masivamente en su red de telecomunicaciones para alcanzar sus objetivos digitales», estas fueron las palabras del Comisario de Mercado Interior de la UE, Thierry Breton, el 5 de junio.

Este mandato fue reconocido formalmente en la Declaración sobre Derechos Digitales en los siguientes términos «desarrollar marcos adecuados para que todos los agentes del mercado que se benefician de la transformación digital asuman sus responsabilidades sociales y contribuyan de forma justa y proporcionada a los costes de los bienes, servicios e infraestructuras públicos, en beneficio de todos los europeos». Más adelante, el mandato también se reforzó en el Informe sobre la Competencia, ya que «pide el establecimiento de un marco político en el que los grandes generadores de tráfico contribuyan de forma equitativa a la financiación adecuada de las redes de telecomunicaciones».

La Internet del futuro no puede funcionar con la infraestructura del pasado

El punto de partida es claro: las telecos europeas no podrán asumir por sí solas las enormes inversiones en infraestructuras de conectividad necesarias para alcanzar los objetivos de la Década Digital. Es un problema que hay que abordar y resolver. No hacer nada no es una opción. La competitividad y prosperidad futuras de Europa dependen de que se disponga de la infraestructura de conectividad adecuada. Al mismo tiempo, y como parte de la raíz del problema, existe un profundo desequilibrio en la cadena de valor de Internet en Europa: Los LTG no pagan un precio justo por el servicio de entrega de su tráfico a través de las redes nacionales fijas y móviles de los operadores de telecomunicaciones.  Mientras tanto, estos servicios se prestan simplemente de forma gratuita.

Basándose en esto, la expectativa de los operadores de telecomunicaciones era que el debate se centrara en identificar la mejor solución para atraer las inversiones necesarias. Sin embargo, durante los últimos meses, el debate se alejó de un discurso orientado a la solución. En su lugar, los opositores negaron la existencia del problema financiero en primer lugar o discutieron cuestiones que harían imposible abordar el problema.

Un caso claro de desigualdad en el poder de negociación

Uno de los principales argumentos en juego en el debate es la clara identificación de un fallo del mercado que requiere una intervención reguladora, y la existencia de un déficit de inversión que exige una actuación política.

Los operadores de telecomunicaciones, y en particular Telefónica, han hecho un esfuerzo concertado para detallar este fallo del mercado, mediante pruebas económicas claras. Para los operadores, el fallo de mercado es claro: la diferencia de poder de negociación entre los operadores y los grandes generadores de tráfico (LTG) les impide llegar a acuerdos justos sobre los términos y condiciones de los servicios que los operadores prestan a estos LTG. Esto lleva a una situación en la que la baja contribución de los LTG a la financiación de las redes se hace insostenible para los operadores. Y ello a pesar de que gran parte de estas inversiones en la red son necesarias como consecuencia del enorme crecimiento del tráfico provocado por los servicios de estos mismos LTG.

El análisis económico de Compass Lexecon confirmó la existencia del fallo de mercado, y Telefónica espera que este detallado informe ayude a reorientar el debate para remediar el claro fallo de mercado y acelerar el camino Europa hacia un futuro digital más competitivo.

174.000 millones de euros separan a Europa de un futuro competitivo

La consulta pública de la Comisión Europea reconoció la existencia de un déficit de inversión, estimado en 174.000 millones de euros. Desde hace tiempo existe un amplio consenso sobre el déficit de inversión en las telecomunicaciones europeas y su consiguiente impacto en la competitividad europea y el bienestar futuro de los ciudadanos europeos.

Ha sido sorprendente ver el escepticismo y el rechazo de algunos agentes desde el inicio del debate sobre la contribución justa a la existencia de este déficit. Retrasar la adopción de medidas para cubrir este déficit de inversión significa condenar a Europa a una pérdida de competitividad y a quedarse atrás en la competencia tecnológica mundial. No hacer nada no puede ser una opción.

A menudo se han utilizado varios temas adicionales para desviar las discusiones y tratar de evitar que se puedan abordar las verdaderas cuestiones centrales del debate.

No es un debate sobre la neutralidad de la red, nunca lo ha sido

Quienes se oponen a la contribución justa aducen con frecuencia la neutralidad de la red como razón en contra de la solución propuesta. La Comisión Europea, los operadores y los agentes implicados insisten en que este debate no toca la neutralidad de la red. El uso del argumento de la neutralidad de la red sigue siendo sorprendente, ya que las relaciones de pago entre los proveedores de contenidos y los operadores de telecomunicaciones siempre han existido: no hay nada en ninguna normativa sobre neutralidad de la red que sugiera lo contrario.

Lo singular es que el poder de mercado de determinados actores les permite exigir la prestación de un servicio de forma gratuita. Alinear la neutralidad de la red con el interés de los LTGs para no pagar por los servicios prestados no tiene nada que ver con defender la Internet abierta, ni el derecho de los usuarios de Internet a acceder a todos los contenidos de Internet.

El debate sobre todos estos temas ha dificultado el poder avanzar en un debate constructivo sobre cómo resolver los retos económicos del sector de las telecomunicaciones para afrontar el despliegue de las infraestructuras que el futuro digital de Europa precisa.

Los consumidores ya pagan su parte, las grandes tecnológicas deben contribuir

Un tema crucial del debate es el impacto sobre los precios al usuario final. La propuesta de contribución justa planteada por los operadores pretende corregir el claro desequilibrio del mercado al tiempo que pretende ayudar a cubrir el déficit de inversión y proteger mejor a los consumidores.

El actual mercado de las telecomunicaciones funciona como si fuera un mercado de una única cara, donde sólo contribuyen los usuarios. La propuesta es convertirlo en un modelo de mercado de doble cara, en el que los demás agentes que se benefician de los servicios paguen un precio justo por ellos.  Este nuevo modelo de pago permitiría disponer de más fondos para cumplir los objetivos de la Década Digital, al tiempo que reduciría la presión sobre los precios al usuario final.

Esperar que los consumidores y los operadores de telecomunicaciones se hagan cargo de toda la factura es un modelo hoy en día inadecuado.

El impacto del crecimiento del tráfico en los costes de la red es real

Como parte del debate también se ha cuestionado el impacto del crecimiento del tráfico en los costes de las redes de telecomunicaciones. El reciente informe de Arthur D.Little ofrece datos exhaustivos sobre el crecimiento del tráfico en los últimos años y las perspectivas de crecimiento futuro.

Los operadores invierten grandes cantidades de capital no sólo en desplegar nuevas tecnologías de red y ampliar la cobertura de las redes existentes, sino también en aumentar la capacidad de éstas para gestionar el creciente volumen de tráfico.

Sorprendentemente, algunas empresas que hace muy poco hablaban de las importantes necesidades adicionales de tráfico y capacidad que requerirían los nuevos servicios digitales como web3 o el metaverso, niegan ahora esos mayores requisitos de capacidad.

Demostrando los hechos

Los operadores han remitido todos los datos pertinentes en su respuesta a la Comisión para sentar las bases de un debate basado en datos y hechos.

Los operadores han intentado construir un debate exhaustivo basado en hechos, argumentos y datos. Todos ellos pueden consultarse en el sitio web de la Iniciativa por una Contribución Justa, que ofrece toda la información pertinente sobre la propuesta y el debate en torno a la contribución justa. 

Los operadores queremos adoptar un enfoque constructivo que nos permita avanzar en la búsqueda de una solución eficaz para financiar las infraestructuras de conectividad de Europa. Retrasar el debate y no hacer nada no puede ser una opción. Está en juego la competitividad de Europa.

La próxima semana compartiremos las ideas de Telefónica para los próximos meses y cómo vemos el desarrollo de Fair Share en el contexto de un enfoque más amplio de las telecomunicaciones europeas y la conectividad digital.


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