La inversión en la primera infancia debería ser central para la estrategia de desarrollo de un país. Esta es la principal conclusión del informe «Los primeros años. El bienestar infantil y el papel de las políticas públicas» que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) ha presentado hoy en Madrid, en Casa América. Se trata de un tema poco estudiado –ha explicado Luis Alberto Moreno, presidente del BID- ya que hasta ahora, la preocupación se centraba en la educación a partir de Primaria.
«En Latinoamérica y el Caribe, hay que invertir más y mejor para mejorar las experiencias (nutrición, apego, cariño y estimulación) que moldean la arquitectura del cerebro en los niños de 0 a 5 años», ha dicho Samuel Berlinski, coautor de la obra. La mortalidad infantil se ha reducido a lo largo de los últimos 50 años en tres cuartas partes o más en la mayoría de los países y ha disminuido la desnutrición, pero al comenzar la escuela, muchos niños ya están rezagados en el desarrollo cognitivo y del lenguaje de modo que aprenden muy poco. Esto es, por desgracia, algo irreversible, que merma sus oportunidades de cara al futuro.
¿Qué impacto concreto tiene esto en su vida? El desarrollo en estas edades influye en la educación, en la tasa de escolaridad, en el estado de salud, en la criminalidad y en el salario.
Berlinski ha compartido el siguiente ejemplo: en un seguimiento de 20 años (Gertler et al. 2014) de un experimento aleatorio realizado en Jamaica donde se alentó a las madres de niños desnutridos a jugar con sus hijos de entre 9 y 24 meses, se llegó a la conclusión de que los niños que eran receptores de la intervención de estimulación eventualmente tenían ingresos aproximadamente un 25% más altos.
Otra experiencia actual, el programa Cuna Más de Perú también está demostrando los buenos resultados de la atención a los menores de tres años.
“No es por tanto –ha apuntado José Juan Ruiz, economista Jefe del BID- un tema de solidaridad y caridad, sino de eficiencia y de equidad. Es cierto que los más beneficiados son los pobres”.
CUÁNTO GASTAN LOS PAÍSES EN LA PRIMERA INFANCIA
Los países de la región –según el informe del BID- gastan un promedio de solo el 0,4% del Producto Interno Bruto (PIB) en la primera infancia (entre 0 y 5 años), comparado con el 1,6% del PIB en promedio en la infancia intermedia (entre 6 y 12 años). En algunos países, solo el 10% del presupuesto para la infancia se asigna a esa primera etapa. El gasto en servicios y programas destinados a la primera infancia en la región representa menos del 6% del total del gasto social (es decir, el gasto en educación, salud, vivienda y protección social).
Esto contrasta con el 0,7% de la media de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y los países nórdicos, donde las inversiones en la primera infancia superan el 1% del PIB.
EL PAPEL DE LA MUJER Y LA CORRESPONSABILIDAD
¿Quién tiene que hacer posible el cambio? El Estado con sus políticas públicas; las familias, los profesores/cuidadores y los propios niños. Según Rebeca Grynspan, Secretaria General Iberoamericana, hay que poner sobre la mesa la corresponsabilidad entre hombres y mujeres. “No podemos decir que nos importa el futuro de los países y al mismo tiempo pensar que los hombres no son necesarios o mantener unos sistemas laborales rígidos que obligan a una mujer a escoger entre trabajo y familia”.
Manuela Carmona, alcaldesa de Madrid, está convencida de que la mujer debe ser la gran protagonista para fomentar el desarrollo de los niños. Además, tras referirse al libro Repensar la pobreza, de Esther Duflo, ha insistido en la necesidad de reinventar la educación. Enrique V. Iglesias, exPresidente del BID y Primer Secretario General Iberoamericano, ha apostillado que “los docentes deben estar comprometidos con la modernidad y en permanente renovación”
Además, según Trinidad Jiménez, directora de Estrategia Global de Asuntos Públicos de Telefónica, las empresas pueden ayudar. Jiménez puso como ejemplo las iniciativas de Fundación Telefónica en materia de educación en la región y sus colaboraciones con ONGs como Unicef.
En definitiva, como ha comentado Luis Alberto Moreno citando a Neruda, intervenir en “el jardín salvaje de la infancia” es la mejor inversión que podemos hacer y no podemos demorarlo.
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