Las cifras muestran la importancia de apoyar al sector para aprovechar su potencial. Esto es lo que pretende el nuevo estándar de la Comisión Europea, que permite a las empresas sociales de todos los tamaños medir mejor su impacto social y mostrarlo a partners, inversores y financiadores del sector público. De este modo, las compañías también podrán beneficiarse de los Fondos Europeos de Emprendimiento Social (EuSEF) y del nuevo Programa de Empleo e Innovación Social (EaSI), ya que ambos obligan a que las empresas sociales «demuestren que están enfocadas en el logro de impactos sociales medibles».
El estándar también será de utilidad a la Taskforce sobre Inversión en Impacto Social establecida por el G7 para desarrollar un conjunto de directrices generales para la medición del impacto que sea usada por los inversores globalmente.
¿Se acercaría, por tanto, la economía social a la economía de mercado para despegar? (Ver el post de Alberto Andreu sobre los falsos perjuicios de un desencuentro histórico) ¿Y viceversa, es decir, serviría también este estándar para medir mejor el impacto de la acción social de las empresas privadas? Decíamos hace poco que la inversión social de las 100 mayores empresas del mundo superó los 12.200 millones de dólares en 2013, el equivalente al presupuesto anual de Francia para ayuda al desarrollo exterior, según KPMG International. Sin embargo, hay un gran desconocimiento sobre sus beneficios.
Claro que esta tarea de medir no es fácil. Para empezar, la CE explica en un documento más extenso qué es una empresa social, con una definición similar a la de la OCDE: se trata de un operador en la economía social cuyo principal objetivo es tener un mayor impacto social más que generar un beneficio para los dueños. Funciona ofreciendo bienes y servicios al mercado de una manera emprendedora e innovadora y usa sus beneficios fundamentalmente para lograr objetivos sociales. Se gestiona de modo abierto y responsable y, en concreto, involucra a empleados, consumidores y stakeholders afectados por sus actividades comerciales…
Así, el concepto de empresa social tiene en cuenta estas tres dimensiones: el objetivo social del bien común es la razón de la actividad comercial, a menudo en forma de un alto nivel de innovación social; los beneficios se reinvierten principalmente con una visión de lograr un objetivo social y el método de la organización o sistema de la propiedad refleja su misión, usando principios participativos o democráticos o centrándose en la justicia social.
El siguiente paso es ver cómo medir el impacto social. Bruselas propone un modelo basado en un proceso con cinco etapas:
– Identificar los objetivos
– Identificar a los grupos de interés
– Establecer una medición relevante
– Validar la medida y el valor
– Informar para aprender y mejorar
Además, la empresa debe:
– Divulgar, y justificar, cómo se ha desarrollado, conoutputscomo KPI necesarios, para explicar cómo surgen del proceso
– Explicar claramente los resultados obtenidos o propuestos, los impactos de estos, la forma en la que tiene en cuenta las cargas, el desplazamiento, la atribución alternativa y las mermas
– Implicar a los interesados
El camino no es fácil. Tal vez este estándar nos puede alumbrar. Bienvenido sea si resulta y beneficia a la economía –en general- y al empleo.