Ayer la Comisión Europea presentó el Clean Industrial Deal (CID); una iniciativa clave para la competitividad y sostenibilidad futura de la industria europea. Sin embargo, uno de sus mayores puntos débiles es la falta de una visión clara y ambiciosa sobre el papel de la digitalización.
No es posible construir una industria competitiva y sostenible sin una transformación digital profunda. La digitalización no es un añadido opcional, sino un motor para la descarbonización, la circularidad y la eficiencia productiva. La adopción de tecnologías emergentes y las soluciones digitales es esencial para incrementar la productividad y crecimiento de la industria europea, optimizando el uso de recursos y reduciendo emisiones.
El CID reconoce que la electrificación y la integración de energías renovables requieren redes inteligentes, medidores avanzados y plataformas digitales para gestionar la infraestructura energética. Sin embargo, la inversión en estas tecnologías sigue siendo insuficiente. Además, Europa arrastra un déficit de inversión en infraestructura digital, lo que frena la adopción de soluciones avanzadas en el sector energético e industrial.
Sin una estrategia digital sólida, el CID no podrá alcanzar sus propios objetivos de competitividad y descarbonización al ritmo que exige el contexto internacional lo requiere. Es indispensable que la digitalización se integre como un pilar estratégico, con medidas concretas para fomentar la inversión en redes, datos y automatización. De lo contrario, Europa no solo perderá competitividad, sino que también podrá en riesgo sus metas de descarbonización.
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La digitalización como motor de una industria competitiva y descarbonizada
Europa enfrenta dos grandes retos: competitividad y descarbonización. Sin una industria digital fuerte, innovadora y tecnológicamente avanzada, no solo perderá peso en la economía global, sino que también verá ralentizada su transición hacia la neutralidad climática.
El impacto de la digitalización en la competitividad y el crecimiento económico
La adopción de tecnologías avanzadas, como la inteligencia artificial, el Edge Computing o los gemelos digitales, junto con soluciones habilitadas por el Internet de las Cosas y sensores conectados, tiene el potencial de transformar la industria mediante el fomento de la innovación, la mejora de la capacidad de respuesta o el incremento de las eficiencias.
En primer lugar, el análisis de datos permite obtener un conocimiento más profundo del mercado, lo que facilita la creación de nuevos modelos de producción y la oferta de servicios que satisfacen las necesidades y expectativas de los consumidores.
En segundo lugar, la digitalización de los procesos productivos proporciona visibilidad en tiempo real de disrupciones en la cadena de producción o fallos en los equipos, lo que permite respuestas ágiles y minimiza pérdidas.
Finalmente, la optimización de los procesos de producción favorece el uso más eficiente de los recursos, lo cual contribuye a reducir costes. Asimismo, esto permite a las empresas destinar más inversión a otras actividades, como investigación y desarrollo (R&D), favoreciendo su crecimiento y mejorando su posición en el mercado.
Más allá del marco teórico, los datos avalan esta transformación de la industria. Diversos estudios han demostrado la inversión en tecnologías avanzadas, o en combinaciones de varias de ellas, tiene un impacto directo en la productividad de las empresas. A nivel macroeconómico, la digitalización se vuelve aún más crucial en economías avanzadas con poblaciones envejecidas, donde permite sostener, e incluso incrementar, los niveles de productividad de la economía.
En suma, la digitalización de la industria contribuye a una mayor productividad, impulsando su crecimiento económico y, por ende, su competitividad.
El efecto habilitador de la digitalización para una sostenibilidad competitiva
Con frecuencia se subestima el impacto positivo que la digitalización tiene en la sostenibilidad industrial. Sin embargo, la transformación digital no solo impulsa la competitividad, sino que también contribuye activamente a la descarbonización.
En primer lugar, las innovaciones digitales mejoran el rendimiento de productos y servicios. Por ejemplo, los dispositivos digitales (productos) cuentan con baterías cada vez más eficientes, mientras que el uso de drones en logística (servicios) reduce drásticamente las emisiones en comparación con los métodos de transporte tradicionales.
En segundo lugar, la digitalización de la cadena de producción e instalaciones permite la detección temprana de fallos, evitando daños irreversibles en los equipos. Esto prolonga su vida útil, reduce la demanda de nuevos equipos, fomentando la circularidad a la vez que se reducen las emisiones derivadas de la extracción de materias primas y la producción de nuevos equipos.
Finalmente, las eficiencias alcanzadas en el uso de recursos reducen el impacto ambiental tanto de su utilización, como ocurre con el agua, como de su extracción, como es el caso de las materias primas, lo que genera un efecto positivo en el bienestar y el medio ambiente de las comunidades cercanas.
Europa no puede permitirse abordar la descarbonización sin una apuesta decidida por la digitalización. Sin ella, el Clean Industrial Deal se quedará corto y las industrias europeas perderán competitividad frente a mercados que ya han integrado la transformación digital en sus estrategias industriales.
La digitalización no es una opción, es el camino para una industria más fuerte, más competitiva, eficiente y más sostenible.