Como cada 20 de noviembre se celebra el Día Mundial de la Infancia para recordar que, sin importar en qué lugar del planeta hayan podido nacer, todos los niños y niñas tienen derecho a la salud, la educación y la protección.
Asimismo, esta jornada sirve como reconocimiento a la tarea de todas aquellas personas que trabajan en su día a día para que la infancia tenga un futuro mejor.
Estamos ante una jornada cuyo objetivo es recordar al conjunto de la ciudadanía que la infancia es el colectivo más vulnerable y, por ello, el que más sufre las diferentes crisis y problemas presentes en el mundo.
Convención sobre los derechos del Niño
La Convención sobre los Derechos del Niño (CDN), germen del Día Mundial del Niño, es el tratado internacional de derechos humanos enfocado en velar los derechos de todas aquellas personas menores de 18 años.
Su aplicación es obligatoria para los gobiernos de los países firmantes, aunque también explica qué responsabilidades tienen otros agentes como los progenitores, el personal docente, los profesionales de la salud o los propios afectados, la infancia.
¿Con qué principios cuenta este tratado?
Los principios de esta Convención, a lo largo de sus 54 artículos, suponen acciones relacionadas con el cuidado de la primera infancia, la educación o el desarrollo de un entorno protector.
Los cuatro principios sobre los que se basa son:
- No discriminación. Independientemente del color de piel, la religión, la procedencia o la ideología profesada por los progenitores, todos los niños y niñas tienen los mismos derechos.
- Interés superior del niño. Lo que pueda ser lo mejor para la infancia en cada caso concreto debe ser tenido en cuenta en decisiones, leyes o políticas que puedan afectar a este segmento de edad.
- Derecho a la vida, la supervivencia y el desarrollo. Todo niño o niña tiene derecho a vivir y por ello, aunque pueda parecer redundante, alcanzar su máximo potencial en la vida.
- Participación infantil. La infancia (recordemos que aquellas personas menores de 18 años según esta declaración) tienen derecho a recibir consultas sobre situaciones que les afectan y a que sus opiniones sean tenidas en cuenta.
Educación digital e infancia
Dentro de esta atención a los derechos de la infancia, y a tener en cuenta con especial interés en este día mundial del niño, está la educación, una herramienta formativa a la que la tecnología ayuda enormemente con la educación digital, gracias a la que la formación puede llegar a lugares remotos merced al poder de la revolución digital.
Por ello, programas como Profuturo buscan utilizar la educación digital para no dejar a nadie atrás.
En concreto, esta iniciativa conjunta de Fundación “la Caixa” y Fundación Telefónica nacida en 2016 busca eliminar la brecha educativa con la mejora de las condiciones de millones de niñas y niños en zonas vulnerables de Asia, África, Caribe y Latinoamérica.
En estos años de actividad, Profuturo ha impactado en las vidas de 28 millones de beneficiarios en casi medio centenar de países mediante la tecnología y metodologías innovadoras de enseñanza.
Un poco de historia. ¿Por qué se celebra el 20 de noviembre?
El 20 de noviembre del año 1959, la Asamblea General -uno de los principales órganos de la ONU– aprobó la Declaración de los Derechos del niño.
Este texto había venido precedido por la Declaración de Ginebra de 1924, un documento en el que la Sociedad de Naciones (de la que posteriormente surgiría Naciones Unidades), y tras los horrores de Ia Primera Guerra Mundial, asumía la existencia de una serie de derechos específicos para la infancia y la responsabilidad de los adultos hacia los menores.
Sin embargo, la declaración de 1959 no contaba con un carácter legalmente vinculante, por lo que, por desgracia, había casos en los que no resultaba una herramienta suficiente para poder proteger con solvencia los derechos de la infancia.
Por ello, y tras años de negociaciones multilaterales con gobiernos de todo el mundo, ONG, otras instituciones e incluso líderes religiosos, precisamente otro 20 de noviembre, concretamente el de 1989, se aprobaba el texto final de la Convención sobre los Derechos del Niño, esta vez sí, un documento de obligado cumplimiento para los países que lo ratificaran.
En 1990 esta convención entró en vigor tras ser firmada y ratificada por la primera veintena de naciones, entre ellas España, que concretamente lo hizo a finales de ese año, tal y como se recoge en el BOE.
Desde esos 20 originales se ha pasado a que, a día de hoy, sean ya 196 los estados que la han rubricado y que deben rendir cuentas sobre su cumplimiento ante el Comité de los Derechos del Niño, siendo EE.UU. el único país del planeta que a día de hoy no la ha firmado, tras la adhesión de Sudán del Sur.